En España, principalmente en la izquierda, la pelea es por tener la etiqueta política más definida dentro de los ejes tradicionales. En cambio, en Francia Emmanuel Macron, con solo 39 años, ha obtenido un resultado histórico tras pasar el corte de la primera vuelta sin jugar en ninguno de los dos lados del campo y sin partido político detrás. Y, con esas reglas de juego tan novedosas, es muy posible que habite el Elíseo dentro de quince días.
Macron sí es nueva política. Nada que ver con los fuegos de artificio de las marcas españolas que se convierten y reconvierten en función de los análisis demoscópicos. El líder de ¡En Marcha!, el movimiento fundado por él mismo hace apenas un año, se define como liberal de izquierdas. Un espacio político que hoy hereda una parte importante de la perdida socialdemocracia actual y que hunde sus raíces en el siglo XIX. Una tercera vía, otra más, que nace de la histórica dicotomía entre los conservadores tradicionales y la izquierda moderada y que tiene como espejo el batacazo de la efímera carrera de Nick Clegg en el Reino Unido, o los éxitos del primer ministro canadiense Justin Trudeu y la asentada y reconocida de Barack Obama, con quien el candidato habló por teléfono el pasado jueves.
Let’s keep defending our progressive values. Thank you for this discussion @BarackObama. pic.twitter.com/8rhNdHkLo8
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) April 20, 2017
Macron ha logrado colocarse en la difícil franja que hay entre el poder establecido, fue ministro de Economía con Hollande, y la renovación de la clase política. Y en ese camino ha conseguido que le sigan una parte de los votantes socialdemócratas decepcionados con Francois Hollande -lo que no deja de tener cierta ironía ya que abandonaron al actual presidente por girar al centro- y enganchar a nuevos electores que se han hartado de la alternancia entre los republicanos y los socialistas.
Europeísta, liberal, social... y poco claro
Uno de los grandes problemas que arrastró Macron durante la campaña fue la indefinición de su programa. Las propuestas, cargadas de lemas y con poco profundidad, se sustituyeron por las típicas frases de campaña de cualquier arribista: "lo mejor de la derecha, lo mejor de la izquierda e incluso lo mejor del centro" o asegura que no pretende unir a la derecha ni a la izquierda, "sino a los franceses".
Esta losa le ha ido pesando hasta que, por fin, a principios de marzo logró poner negro sobre blanco algunas de las propuestas que han terminado de auparle hasta aquí. En contraposición a Marine Le Pen, Macron se define como un europeísta convencido. De hecho, en un momento en le que la tendencia es el proteccionismo, él propone la creación de un presupuesto específico para la zona euro para acometer inversiones y como banco solidario con los países en apuros.
En lo económico, subraya su vena más liberal con la propuesta de bajar el impuesto de sociedad, aunque es una idea muy poco definida. Como tampoco está desarrollado el supuesto plan que impulse un nuevo modelo de crecimiento en el tiempo récord de cinco años y para el que, teóricamente, ha dotado 50.000 millones de euros. Sus críticos le achacan que estas dos medidas, bajar impuestos y aumentar la inversión, son incompatibles.
Además, el candidato de ¡En Marcha! incluye entre sus propuestas el derecho universal al desempleo. Es decir, pagar un subsidio no solo a los asalariados sino también a los autónomos y empresarios. Para que el presupuesto no se dispare añade la obligación de acudir a cursos de formación y aceptar las ofertas laborales que les lleguen. Parte del dinero para este programa saldría del recorte del número de funcionarios. El adelgazamiento de la mastodóntica Administración francesa lo cifra en 120.000 puestos menos.
Educación de calidad y cultura accesible
Una de las propuestas estrella de Macron es reforzar la educación primaria. Él centrista aspira a que las clases de los alumnos de 6 a 8 años solo tengan 12 alumnos, rebajar el número de asignatura de la Selectividad y enfocarlas a las troncales y aumentar el programa Erasmus de intercambio de alumnos dentro de la UE.
Además, el candidato ha prometido ofrecer un 'pase cultural' a los jóvenes por valor de 500 euros. Una especie de bono cultura que en España está en vigor en varias comunidades y localidades.
Para muchos de sus seguidores, el joven tiene el punto justo de rebeldía para sacudir el sistema y hacer caer los muebles viejos y rotos pero no derruir el edificio
Un tecnócrata de la ENA
El líder de ¡En Marcha! estudió en la reconocida Escuela Nacional de la Administración (ENA) que ha formado a la clase política de derecha e izquierda: Ségolène Royal, François Hollande, Pierre Moscovici, Jacques Chirac, Alain Juppé, Lionel Jospin o Giscard d’Estaing.
Pero, a pesar de pasar por la escuela en la que se han formado muchos de los grandes funcionarios franceses e incluso de haberse sentado en el Consejo de ministros de Hollande, Macron se considera ajeno al sistema actual y así es percibido. Para él, el principal obstáculo para lograr el avance de Francia es el sistema político.
El apoyo de muchos socialistas
Para muchos de sus seguidores, el joven tiene el punto justo de rebeldía para sacudir el sistema y hacer caer los muebles viejos y rotos pero no derruir el edificio. Y ese punto de gatopardismo hace que incluso socialistas de la influencia de Manuel Valls huyan de votar al candidato de su partido -otra formación socialista europa en apuros- y apoye sin ambages la candidatura de quien fue su compañero de gabinete. Y no solo Valls.
La decepción del ala moderada del partido con la elección de Benoît Hamon en las primarias ha llevado a una de las estrellas socialistas. el alcalde de Lyon Gérard Colomb a secundar a la joven promesa de la política francesa.