El pasado lunes, 4, el consejero de Hacienda vasco, Ricardo Gatzagaetxebarria, mantuvo una entrevista con Cristóbal Montoro para desatascar el Concierto Económico, bloqueado desde hace tres años, y despejar así el panorama presupuestario en una comunidad que todavía tiene pendientes de aprobar sus presupuestos para 2013, presentados ayer en el Parlamento foral. En este envite, Iñigo Urkullu se juega 800 millones de euros más para el País vasco.
En la negociación del cupo, la cantidad que el País Vasco paga a la Administración central para sufragar las competencias propias del Estado que no pueden ser transferidas como Defensa, Asuntos Exteriores o la Corona, las dos partes mantienen una diferencia contable de 800 millones de euros que deriva del quinquenio 2007/2011 y de la herencia dejada por el anterior lendakari, Patxi López. Esta comunidad debe pagar el 6,24% de la renta estatal, un cálculo que debe ajustarse anualmente dependiendo de la evolución de los impuestos no concertados, de otros ingresos y del déficit. El año pasado, se presupuestaron pagos por importe 546 millones de euros.
En la negociación del cupo para el próximo quinquenio hay en juego una diferencia de 800 millones de euros y ninguna de las partes, de momento, cede
Según fuentes nacionalistas, el Ejecutivo vasco está negociando este problema con la máxima discreción y sin prisas. En primer lugar, porque su comunidad disfruta de un modelo de financiación privilegiado, que nace del propio Concierto, y sería una irresponsabilidad ponerlo en peligro haciendo el juego a Cataluña. Iñigo Urkullu sabe, y así se lo reconoció a Mariano Rajoy en la entrevista que ambos mantuvieron en La Moncloa a finales de enero, que si este conflicto se airea demasiado se le puede terminar regalando un balón de oxígeno gratuito a Artur Mas, en un momento en el que su reivindicación de un ‘pacto fiscal’ similar el vasco está sirviendo de bandera al proceso secesionista.
En segundo lugar, la negociación va a ser larga porque la actual prórroga del cupo no es un problema grave para el País Vasco, más bien al contrario: mientras se mantengan como referencia los flujos financieros que se tuvieron en cuenta en 2007, cuando todavía no se le había visto el rostro a la recesión, la metodología utilizada para su cálculo seguirá siendo ventajosa para el lendakari ya que con la tesorería del Estado tan debilitada y con Cataluña abrazando la soberanía política y fiscal, cualquier solución apresurada sería claramente perjudicial para Euskadi.
El PNV no quiere airear la negociación para evitar que Cataluña refuerce su ofensiva a favor del 'pacto fiscal' y termine perjudicando así al País Vasco
En la dirección del PNV se comenta, sintonizando con lo que opina la mayoría de los empresarios vascos, que la reivindicación de Artur Mas se resuelve con dinero, sin verse obligado el Gobierno central a negociar con Cataluña un modelo de Concierto similar al que gestiona el lendakari. Sencillamente, un problema de chequera que ahora el presidente de la Generalitat también quiere resolver de forma discreta con Rajoy, sin luz ni taquígrafos.
La prioridad que tiene ahora el Gobierno vasco descansa en la aprobación por el Parlamento autonómico de los Presupuestos de 2013, en los que se incorpora un tijeretazo de casi 1.300 millones de euros que afectarán, sin ningún género de dudas, a la sanidad y la educación.
Urkullu tiene que elegir entre los socialistas o Bildu para sacar adelante los Presupuestos vascos de 2013 y evitar la prórroga de las cuentas del año pasado
Los socialistas están poco dispuestos a apuntalar a Urkullu en esta votación porque el enfrentamiento electoral está todavía caliente, pero el PNV ya ha iniciado negociaciones discretas con ellos para intentar un acuerdo. Los nacionalistas juegan este partido a dos bandas: diálogo con el Gobierno del PP para desbloquear el Concierto Vasco y conversaciones con el PSE para que prosperen las cuentas de este año. Mientras tanto, Bildu está deseando que en la votación presupuestaria se retrate el primer gran fracaso del Gobierno de Urkullu y el PP carece de los escaños suficientes para ayudar a la minoría nacionalista, por lo que el riesgo de una prórroga presupuestaria todavía no ha sido despejado. Desde el PNV han surgido ya voces que han calificado esta posibilidad como un “pequeño suicidio” para la economía vasca.