Política

La 'Operación Cataluña' provoca sordas tensiones entre Soraya y Catalá

Discrepancias y fricciones entre la vicepresidenta y el titular de Justicia por la ‘operación Cataluña’. Sáenz de Santamaría no quiere injerencias en este crucial asunto en el que se juega su futuro político.

La ‘Operación Cataluña’, que en algunos ambientes han bautizado como ‘Operación Diálogo’, absorbe gran parte del tiempo de la vicepresidenta del Gobierno en su calidad de ministra de Administraciones Territoriales. Un encargo personal del Mariano Rajoy en el que Sáenz de Santamaría se ha volcado desde el minuto uno, con desplazamientos a Cataluña, una despacho permanente en Barcelona, el nombramiento de un ‘delegado gubernamental' a su medida, Enric Millo, y el diálogo con empresarios y miembros del Ejecutivo de Puigdemont.

La vicepresidenta conduce con tiento y sigilo esta delicada aventura, cuyo objetivo es apartar al Partido Demócrata (ex Convergencia) de la deriva separatista puesta en marcha hace tres años por Artur Mas, con un referéndum para la independencia en el horizonte de unos meses. Sáenz de Santamaría se ha mostrado abierta a todo tipo de contactos y negociaciones con las autoridades catalanas, e incluso desde su entorno se ha comentado que podrían incluso avanzarse en al menos 45 puntos de los 46 que Puigdemont piensa trasladarle al presidente del Gobierno cuando se produzca su encuentro en la Moncloa.

Este viernes, Millo, ‘las manos y los ojos’ de la Moncloa en Cataluña, se ha reunido con el ‘president’ y se ha conversado sobre estas cuestiones, tanto de agendas como de disposiciones a alcanzar acuerdos. Infraestructuras, financiación, retirada de recursos jurídicos, competencias… el abanico de posibles entendimientos es amplio y la disposición del Gobierno, en este sentido, es absoluta. La vicepresidenta, no obstante, subrayó esta semana, para despejar algunas dudas, en su comparecencia parlamentaria ante la Comisión Constitucional, que puede abordarse también una revisión de la Carta Magna, siempre y cuando se tengan claro los objetivos y se lleve a cabo con el consenso requerido del resto de fuerzas parlamentarias. Un analista catalán encabezaba su pieza esta semana con este título: "Los últimos días de la Constitución".

El responsable de la cartera de Justicia, Rafael Catalá, también ha deslizado, en conversaciones privadas en ambientes políticos y judiciales, algunas vías en las que puede avanzarse en esta vía de entendimiento con Cataluña, dirigidas fundamentalmente a borrar la imagen de rechazo frontal del Gobierno de Madrid hacia cuantas sugerencias o demandas llegan desde la Generalitat.

Control personal y absoluto

No se trata de puntos de vista demasiado alejados con los que esgrime su vicepresidenta, pero no se desarrollan con la necesaria coordinación que Moncloa requiere en este trance tan delicado. Santamaría pretende controlar, personalmente,  todo el despliegue operativo que acaba de ponerse en marcha. Su idea es coordinar tanto las medidas de refinanciación o de ámbito económico, que dirige Cristóbal Montoro, uno de sus ministros más próximos, como los pasos netamente políticos, para los que cuenta con Millo y con el laborioso Roberto Bermúdez de Castro, a quien ha nombrado ‘número dos’ de  ese ‘ministerio para Cataluña’ de reciente creación.

Las sugerencias y postulados de Catalá, esporádicas pero certeras, según comentan en el entorno gubernamental, producen malestar en Moncloa porque las consideran injerencias inadecuadas fuera del guión oficial. Santamaría tuvo que soportar en su momento las espontáneas intervenciones del entonces titular de Exteriores, García Margallo, sobre la cuestión catalana, ejercicio que sigue practicando, ahora desde su mero papel de diputado y presidente de la Comisión de Seguridad Nacional. Catalá, tiene también su particular visión para evitar el ‘choque de trenes’ con el que los separatistas llevan amenazando desde hace tiempo. En Moncloa consideran que la labor del titular de Justicia ha de ceñirse estrictamente a su ámbito estricto de actuación, es decir, a estar atento a los pasos que han de producirse, tanto desde la abogacía del Estado, la Fiscalía General  o las distintas instancias judiciales cada vez que las autoridades catalanes pretendan, como ya han hecho repetidamente, saltarse la legalidad vigente. Si se han de hacer gestos, ha de hacerlos la ministra Territorial. 

En el Gobierno apenas se escuchan declaraciones públicas sobre el diálogo con Cataluña al margen de las que expone la vicepresidenta o su embajador Millo. Incluso García Albiol, líder del PP en Cataluña, empieza a estorbar Todo el mundo, tanto en el Ejecutivo como en Génova, es consciente de que ese es 'territorio Soraya' y procuran mantener un prudente silencio. 

Un plan secreto

Santamaría tiene un plan, ambicioso y, de momento, apenas atisbado públicamente. Hay quien piensa que las conversaciones, tanto con los demediados socialistas como con un sector del nacionalismo, vasco y catalán, están en marcha. Lo más ostensible son los acuerdos parlamentarios sobre el Salario Mínimo, el techo de gasto de las autonomías, la demolición de la Lomce... paso en el sendero de aprobar los presupuestos

¿Hay más? La reforma de la Constitución, asunto sobre el que la vicepresidenta recitó la versión oficial este jueves, empezará a abordarse una vez que el PSOE recupere la cabeza, es decir, en cuanto se haya despejado la duda sobre su liderazgo. ¿La declaración de Granada liderada por Rubalcaba puede ser un punto de partida, tal y como señalaba esta semana el ABC?. Una salida templada en la que se ponía negro sobre blanco la defensa de la unidad de España con algunos matices que destierran el ‘café para todos’, como aceptación de ‘hechos diferenciales’, especificidades políticas, sociales, culturales… “De ahí se puede llegar incluso a un acuerdo sobre la celebración de referéndum, no a las bravas, como pretende Puigdemont, sino con la sutileza que empieza a deslizar el lendakari Urkullu, excelente interlocutor de Moncloa y a quien Santamaría pareció poner como ejemplo para los catalanes”, comenta una experimentada  fuente del Partido Popular.

La ‘operación diálogo’, a la espera de que el presidente de la Generalitat se zafe del chantaje de la CUP, va a avanzar con celeridad antes del verano, dicen estas fuentes. La vicepresidenta está haciendo sus deberes y ha pisado a fondo el acelerador. De ahí que salten al ruedo algunos espontáneos, sean ministros de Justicia o no, le produce una enorme irritación. Catalá, que formaba parte del G-7, el grupo de minsitros opuesto al equipo de Santamaría, está poniendo el pie en un territorio que, de entrada, está absolutamente acotado, comentan estos días las mencionadas fuentes del PP. "Tiene buena voluntad, está bien preparado, pero es un hombre de Ana Pastor, no es de la 'vice' y empieza a crear problemas", añaden.

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