Javier Fernández, presidente de la gestora que dirigirá el PSOE hasta el próximo congreso, no quiere terceras elecciones, pero no va a resultarle sencillo evitarlas. Ayer recibió la llamada de felicitación de Mariano Rajoy, una comunicación que desde los dos principales partidos se considera protocolaria, y mantuvo su primera reunión con la cúpula provisional de su partido, que no adoptó decisión alguna sobre qué hacer en caso de que el candidato del PP se someta a otra investidura. Los socialistas quieren dejar enfriar la guerra campal que emitieron en directo el sábado y han asumido como una certeza que si apoyan finalmente la investidura, tendrán que tragarse también el proyecto de ley de Presupuestos para 2017 que el futuro Gobierno presente en las Cortes.
En el PSOE se admite que ir a terceras elecciones sería suicida, más que facilitar la investidura de Rajoy
Fuentes socialistas ven obligatorio que los diez miembros que componen la gestora trabajen en dos planos complementarios. En el primero, tienen que evitar nuevos espectáculos como el del último comité federal rebajando la tensión y cocinando con las 17 federaciones una decisión colegiada sobre el desbloqueo político que garantice también que el grupo parlamentario, compuesto por 85 diputados, respetará sin fisuras lo que se acuerde. Javier Fernández fue claro ayer: no se plantea que haya libertad de voto en la investidura.
El segundo esquema en el que la gestora tiene que volcar su esfuerzo de aquí a dos semanas debe asegurar que si, finalmente, se le concede a Rajoy el privilegio de continuar la XII legislatura como presidente del Gobierno, tendrá que comprometerse a no disolver por sorpresa el Parlamento aprovechando cualquier pretexto una vez que el PSOE se haya retratado facilitando su investidura y, además, apoyando los Presupuestos.
Un miembro de la anterior ejecutiva resume la situación con estas palabras: “tenemos que elegir la forma de suicidarnos. Si precipitamos terceras elecciones nos tiraremos desde un sexto piso y solo quedará recoger nuestro cadáver. En cambio, si posibilitamos la investidura de Rajoy, nos habremos cortado las venas, pero quizás tengamos tiempo para que alguien venga a socorrernos y nos lleve al hospital”.
"Todas las salidas son malas"
Sobrevivir a este callejón oscuro en el que se ha adentrado el propio PSOE es, pues, la prioridad, partiendo de que, como también dijo ayer Javier Fernández, “todas las salidas son malas” para su partido. Ahora se trata de ganar tiempo, reunir al consejo territorial en el que tienen asiento todos los barones y condimentar un acuerdo sindicado que impida otra bronca en el comité federal que deberá decidir si se apoya a Rajoy, con el aval a los Presupuestos metido en el mismo paquete, o se afrontan otras elecciones.
La situación está todavía muy enconada dentro del PSOE, pero en los contactos con el Gobierno no parte de cero pues hace tiempo que se han puesto en marcha. El propio Javier Fernández tiene en el equipo económico buena entrada y se lleva bien con varios ministros.
El diputado Pedro Saura y el exasesor de Sánchez Jordi Sevilla, mantuvieron antes de la caída de la cúpula socialista una reunión con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la que abordaron la reforma de la ley de Estabilidad Presupuestaria, la herramienta de la que dispondrán las comunidades autónomas para aprobar sus techos de gasto y sus presupuestos, aun con las cuentas estatales prorrogadas. En el PSOE se considera que la negociación de estas últimas, en caso de producirse, podría servirle a Javier Fernández para justificar la abstención en la investidura a cambio de unas condiciones tan exigentes como las que los socialistas incluyeron en su pacto de febrero con Ciudadanos.
Pedro Saura ha negociado con Montoro la reforma de la ley de Estabilidad Presupuestaria
El bloqueo político y las circunstancias que le rodean tienen densidad. Tanta que en el PP surgen voces que defienden que quien tiene que poner en realidad condiciones es el propio Rajoy, pues es el PSOE el partido que corre más riesgos en caso de nuevas elecciones. Antes de saltar por los aires la ejecutiva de Sánchez, el presidente en funciones apostó de manera insistente por un Gobierno de gran coalición que ahora se antoja imposible, pero que muy bien podría derivar hacia un conjunto de acuerdos de Estado en los que se incluiría no solo los Presupuestos sino también el desafío soberanista en Cataluña.
