"He tenido casos de tener enfrente mío a un fiscal que no sabía de qué iba el tema", quizá sea esta la cita que mejor define la situación actual de la legislación con respecto a las sectas en España. La cita es de Juantxo Domínguez, presidente de RedUne, una organización sin ánimo de lucro que se creó hace más de diez años para luchar por la dignidad de las personas secuestradas por grupos sectarios, que actualmente también adquieren el calificativo de grupos coercitivos. Con esta idea coincide Carlos Villagrasa Alcaide, profesor titular de Derecho Civil Universidad de Barcelona y miembro de la Asociación para la Investigación del Abuso Psicológico: "A día de hoy existe una importante falta de formación de los operadores jurídicos en este campo (…) Las investigaciones se ven impregnadas de prejuicios ideológicos y los temores, lo que favorece la impunidad y el desarrollo de las sectas".
Todos nos imaginamos a un hombre con túnica blanca hasta los tobillos y esperando la llegada de un platillo volante con todos sus seguidores detrás a las instrucciones del líder. Nada más lejos de la realidad, las sectas han variado tanto que hasta una simple clase de yoga puede esconder detrás comportamientos sectarios. "Hay que evitar el estereotipo de secta igual a hombre con túnica blanca (…) El modus operandi y el funcionamiento de las sectas destructivas en España a día de hoy ha cambiado sustancialmente", cuenta en conversación con Vozpópuli Miguel Perlado, Psicólogo clínico, psicoterapeuta de formación y coordinador del grupo de trabajo derives-sectaries. En representación del Consejo General de Psicología de España, Perlado afirma que las sectas son "camaleónicas", ya que "se adaptan a los tiempos en los que viven".
En España predominan las sectas relacionadas con la salud y las de corte isotérico, se contabilizan alrededor de 250
Los temas que penetran en la sociedad varían. "Los grupos que eran de índole religiosa, aunque continúan existiendo, hoy en día se basan en sanaciones, curaciones o terapias", cuenta. En España predominan las sectas relacionadas con la salud y las de corte isotérico. "Antes había un afectado entre cien, ahora son muchísimos porque se han ramificado en muchos tipos de secta", añade Domínguez. Perlado informa de que en España se contabilizan alrededor de 250 y la aceptación poblacional ronda el 0,8%, una cifra "muy importante" que se acerca a las estimaciones de otros países europeos. "Se siguen manteniendo grupos sectarios como los Testigos de Jehová o algunos grupos evangélicos", señala Domínguez.
"Se han ido abriendo muchos centros de todo tipo de terapias, de coaching, de psicología… pero que no están científicamente probados", señala el presidente de RedUne. "Igual que de una droga, la gente se queda colgada", añade. Son centros, afirman, que "copian" al método sectario. Perlado comparte una experiencia de este tipo: "A una señora le recomiendan hacer yoga por un problema de espalda. Va a un centro y después de un tiempo no lo está haciendo, está limpiando los suelos de la directora del centro". "Cuando se le pregunta que por qué limpia suelos asegura que no está fregando, sino que está purificando su alma y trabajando su desapego", narra. "¡Se llega a justificar la explotación personal!", alarma.
Aparecen con una ayuda aparentemente desinteresada, pero luego estaban al servicio de reclutar a gente para los grupos"
Muchos plantean que el hecho de que una secta controle la voluntad de una persona va ligado a una baja autoestima. "Hace años aparecía una organización de estas y la gente pensaba que el afectado era tonto, pero eso pasa muchas veces, también con temas como las preferentes, y todos somos tontos", cuenta Domínguez. "Esto viene derivado de una mala situación personal, ya sea por una enfermedad, por las malas relaciones afectivas o por una situación de desempleo", añade. "Hay grupos que se acercan a personas en momentos de vulnerabilidad individual, familiar o social. Cuando ha habido tsunamis o en el atentado de las Torres Gemelas se incrementó", señala Perlado. "Aparecen con una ayuda aparentemente desinteresada, pero luego estaban al servicio de reclutar a gente para los grupos", concluye.
El último caso conocido es el de Patricia Aguilar, una joven que en el momento de cumplir la mayoría de edad decide fugarse de casa e irse a Perú, junto a Félix Steven Manrique, que estaría relacionado con la secta Gnosis que alerta del fin del mundo, sin embargo, ella afirma no estar coaccionada por ningún grupo. Cuando se trata de personas mayores de edad, a la actuación de la jurisprudencia se suman más hándicaps. ¿Se puede demostrar que una persona mayor de edad no se ha ido por voluntad propia? En este punto hay distintos aspectos a estudiar.
Se va empujando a la persona diciendo: 'no te entenderán'… y cuando llega a los 18 años se les dice: ‘ya lo puedes comunicar"
Julia Clavero, licenciada en Derecho y abogada de Derecho Familiar y Derecho Penal en ABA Abogadas, cuenta que cuando el afectado es menor de edad es más sencillo porque los progenitores tienen la patria potestad. Sin embargo, para mayores de edad "hay que interponer una denuncia para que se practique prueba de que existe coacción o retención ilícita al doblegarse su voluntad". Clavero añade que es posible pedir que se incapacite a la persona civilmente para que no pueda disponer de sus bienes e incluso se puede limitar la capacidad de movimiento para evitar el contacto con los grupos coercitivos. "Tengo varios casos en los que he conseguido una orden de alejamiento entre un menor y una secta", cuenta. Sobre este aspecto, Perlado señala que suele haber "un preparativo previo". "Se va empujando a la persona diciendo: 'no comentes nada', 'no te entenderán'… y cuando llega a los 18 años se les dice: ‘ya lo puedes comunicar", añade.
La situación actual de las víctimas es lo que mantiene en vilo a las familias, ya que no hay nada claro. El presidente de RedUne afirma que para las víctimas "la cosa está muy mal". "No se crea jurisprudencia porque nadie ha cogido al toro por los cuernos". "Con otros problemas que había en España no se ha tenido en consideración a este tipo de víctimas", añade. También como perito judicial, Domínguez cuenta que entre sus tareas está "capacitar a profesionales". "El riesgo de personas que salen de estos grupos es volver a traumatizarse porque estos profesionales no les entienden porque aquí no hay formación en este aspecto", concluye.
Todos conocemos la historia de alguien, pero aparentemente el problema no existe"
Sobre la recuperación de las víctimas, aunque regresen a casa necesitan un periodo de reintegración. "Se recuperan con apoyo de las familias, apoyo psicológico/psiquiátrico y debería decir apoyo de las instituciones, pero este es más bien escaso", cuenta Clavero. Desde el punto de vista de la acción sobre estos grupos suele haber un efecto rebote, señala Perlado. "Se defienden diciendo que es un ataque a la libertad religiosa y a la libertad de expresión". En muchas ocasiones las víctimas no lo denuncian por el miedo a las presiones de los grupos, por la falta de respaldo jurídico, por la ineptitud de un perito o un profesional, explica.
Para Perlado es importante una visibilización de la situación, "que las personas afectadas visibilicen y cuenten lo vivido". "Todos conocemos la historia de alguien, pero aparentemente el problema no existe, porque se banaliza. Y Hace falta educación, sensabilización y voluntad política", concluye.