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Cultura

Los Boy Scouts, en el ojo del huracán

El Cuerpo de Cadetes que combatió en Mafeking, origen de los Boy Scouts

Los Boy Scouts cumplen 120 años de historia con la rama norteamericana declarada en quiebra, y 1.000 millones de dólares reservados para las indemnizaciones. Una situación extrema que recuerda su tormentoso nacimiento, durante el asedio a una población donde llegó a haber casos de canibalismo.

El siglo XX comenzó con una guerra brutal, anuncio de las hecatombes bélicas que lo caracterizan. Fue la Guerra de los Boers en Sudáfrica, que no fue una guerra colonial más, sino un combate de blancos contra blancos. Los Boers (campesinos, en neerlandés) eran colonos de origen holandés que habían llegado a El Cabo en el siglo XVII, dominaron a los pueblos indígenas y se dedicaron a la agricultura y la ganadería. Pero luego llegaron los ingleses y pretendieron dominarlos a ellos y hacer de Sudáfrica parte de su imperio.

Tras varios conflictos, el enfrentamiento definitivo estalló a finales de 1899 y duró hasta 1902. Inglaterra fue repetidamente humillada en el campo de batalla por un pueblo que no tenía ejército, simples bandas de campesinos que sabían montar a caballo y disparar como nadie. Londres necesitó movilizar el mayor ejército de su historia, casi medio millón de hombres, e inventó algo diabólico: los campos de concentración para la población civil. Al final ganaron, pero no del todo, tuvieron que reconocer la autonomía de los Boers, que terminaría en la constitución de la República Sudafricana.

Entre tanta vergüenza militar, Inglaterra necesitaba urgentemente héroes, y los encontró en Mafeking, una comunidad en la que vivían 1.500 británicos y 7.000 negros, dos poblaciones perfectamente segregadas, como era normal en aquellos tiempos. Los Boers fueron a ocupar Mafeking, pero la casualidad hizo que se encontrara allí el que se convertiría en héroe nacional inglés: Robert Baden-Powell.

El papel clásico de la caballería era reconocer el terreno, lo que en inglés se dice scout; retengan la palabra porque será protagonista de nuestra historia

Baden-Powell era a la vez un producto típico del espíritu que forjó el Imperio Británico y un ejemplar único. Empezó su carrera como oficial de húsares en 1876, en plena edad de oro victoriana, cuando Inglaterra podía proclamarse dueña del mundo. El papel clásico de la caballería era reconocer el terreno, lo que en inglés se dice scout; retengan la palabra porque será protagonista de nuestra historia. En las campañas militares que hizo en la India o África, Baden-Powell, con su capacidad de observación, adaptación al medio y supervivencia sobre el terreno, se convirtió en el mejor scout del ejército. Libre de convencionalismos aprendía de todos. En la Guerra de los Matabeles, en la actual Zimbabwe, conoció a un explorador americano llamado Burnham, de quien adoptó el sombrero de vaquero y el pañuelo anudado al cuello, que luego serían el uniforme universal de los Boy Scouts.

Sus capacidades le llevarían también al mundo del espionaje. Durante tres años, bajo la tapadera de edecán de un tío destinado en Malta, fue el mejor agente secreto británico del Mediterráneo

Sus capacidades le llevarían también al mundo del espionaje. Durante tres años, bajo la tapadera de edecán de un tío destinado en Malta, fue el mejor agente secreto británico del Mediterráneo, que recorrió disfrazado de cazador de mariposas. Dentro de las alas de mariposa que dibujaba en su cuaderno trazaba los planos de los lugares que espiaba.

Ése era el hombre que se encontró la fuerza de 8.000 Boers que intentó tomar Mafeking. Baden-Powell podría haber salido fácilmente de la trampa, pero prefirió aceptar el reto, le tentó ser comandante supremo de una ciudad asediada, y se tomó la función tan en serio que incluso emitió moneda, los billetes Baden-Powell, para mantener activo el comercio durante el asedio, y sellos de correos con su efigie y con la de un boy scout (aunque todavía no se llamaban así).

El gran farolero

No había ejército para defender Mafeking, pero Baden-Powell lo improvisó con el millar de hombres blancos disponibles. Y para no perder a ningún adulto como fuerza de combate, decidió utilizar a los niños como tropa auxiliar, el Mafeking Cadet Corps (Cuerpo de Cadetes de Mafeking). Los chavales, usando sus bicicletas, hacían de enlaces y mensajeros y llevaban municiones a las trincheras, o montaban guardia como centinelas. Incluso vigilaron prisioneros.

Baden-Powell sólo tenía cuatro cañones del siglo XVIII, en los que estaban grabadas las iniciales del fabricante que, por una broma del destino, eran “B-P”. Esa abreviatura se convertiría en el nombre por el que todos llamarían a Baden-Powell cuando se hizo famoso. Con tan pocos medios, B-P le plantó cara a los sitiadores con una guerra tan fuera de las normas como la que desarrollaban los propios Boers, que tantas victorias les dio sobre el ejército británico. Ponía maniquíes en las trincheras, simulaba fortificaciones de cartón, o fabricaba granadas con botes de conserva que lanzaban a 100 metros usando ¡cañas de pescar!

B-P ponía maniquíes en las trincheras, simulaba fortificaciones de cartón, o fabricaba granadas con botes de conserva que lanzaban a 100 metros usando ¡cañas de pescar!

Una especialidad de B-P fue el megáfono con el que en medio de la noche comenzaba a dar órdenes, como si fuese a lanzar un ataque. Los Boers tenían que estar sobre las armas toda la noche, no dormían y al día siguiente estaban cansados. Y no se podían confiar porque, efectivamente, B-P era capaz de salir y morderles. Cuando comprobó que los sitiadores habían instalado su campamento junto a las vías del ferrocarril, blindó una locomotora que había en la estación de Mafeking, la cargó de tiradores y la mandó a todo vapor al centro del campamento enemigo, realizando una matanza.

El asedio duró 217 días y hubo más de 800 bajas entre los sitiados y unas 2.000 entre los sitiadores, y los periódicos ingleses lo convirtieron en la gran gesta de la Guerra de los Boers. Se publicitaron todas las anécdotas del asedio, incluida la utilización de los niños, y B-P comenzó a darle vueltas a la idea de convertir aquel recurso desesperado en una doctrina juvenil. Había comprobado que darle responsabilidades a un niño le hace más responsable, y lo reflejó en los libros que publicó, con gran éxito de ventas.

Baden-Powell fue ascendido a general, pero en el ejército sabían que no tenía capacidad para mandar grandes unidades. Era un scout, un guerrillero, un gran farolero, pero no un estratega. Parece ser que el propio rey Eduardo VII le animó a que en vez de seguir la carrera militar se dedicara al movimiento juvenil, y el 1 de agosto de 1907 se inició el primer campamento en Inglaterra. Habían nacido los Boy Scouts.

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