Paolo Nespoli, más conocido como @astro_paolo, tiene aspecto y porte de superhombre, pero una vez que uno rompe el hielo resulta una persona extraordinariamente cercana. Su caso es un ejemplo para millones de aficionados que sueñan con ser astronautas. Aprendió inglés con más de 20 año y llegó muy tarde a los procesos de selección, pero alcanzó el sueño de viajar varias veces al espacio. Esta es la charla que hemos tenido en Next con el astronauta italiano de la ESA antes de su intervención en Ciencia en Redes.
En algunas zonas de España, cuando alguien echa de menos algo se dice que tiene "morriña". ¿Siente usted morriña del espacio?
Realmente a veces sí lo echo de menos, cuando vuelvo a ver las fotos o hablo de ello. Pero prefiero centrarme en lo positivo, que es que yo era un niño que quería ser astronauta y al final lo conseguí. Prefiero ver el vaso medio lleno.
Mientras estaba en el espacio no paraba de tuitear, ¿cuál es la razón de que lo haya dejado?
Antes de ir a la estación espacial veía a muchos compañeros enganchados todo el día al móvil y pensaba que era como una droga, como la marihuana o algo (risas). Era muy escéptico, pero después me gustó usarlo y comunicar con miles de personas en la Tierra, me ayudaba a superar la soledad del espacio. También sucedió que cuando volví del espacio echaba de menos tener cosas especiales que tuitear, y como mucho podía poner "cortándome el pelo" o "comprando leche", lo que me habría hecho sentir estúpido. Así que he dejado la cuenta congelada hasta que tenga sentido.
Cuando un marinero está mucho tiempo embarcado se marea al pisar tierra, ¿qué sintió usted después de seis meses en el espacio?
Es impactante, incluso para quienes regresan de una misión corta. Tu cuerpo se adapta a la microgravedad, es interesante lo rápido que cambia, al principio es un poco traumático y tienes algunos problemas…
¿Usted los sufrió?
Tengo mucha suerte porque no sufrí el llamado “mareo del espacio”, lo que no es normal, pero cuando volví a la Tierra pagué las cosas que no había sufrido multiplicadas por dos... Tuve un malestar terrible. Apenas puedes caminar, te sientes cansado, débil.... Los fluidos del cuerpo tienen problemas porque se tienen que reajustar, tu visión, tu sistema vestibular, el del equilibrio, se ha vuelto loco... Lo peor se pasó en una semana y NASA te dice que en tres semanas estás ya bien, pero a mí la sensación me duró otros seis meses.
Usted hizo pruebas en el laboratorio justo sobre esto, sobre los cambios que provoca la microgravedad en el cerebro, en el corazón…. Se diría que no estamos hechos para el espacio.
Bueno, si hay algo que he aprendido es que el cuerpo humano se puede adaptar a una variedad increíble de situaciones. Si uno piensa en los esquimales, que duermen desnudos sobre el hielo porque hace demasiado calor en el iglú... ¿Puedes hacer eso o nadar en agua helada? De la misma manera hay gente que vive en el desierto con 40 grados y con apenas agua. El cuerpo tiene una estructura increíble que se adapta y responde muy rápidamente al ambiente. Responde tan rápido que enseguida empiezas a convertirte en una persona extraterrestre, el cuerpo incluso siente que no hay más gravedad y no necesita el esqueleto, así que empieza a desmantelarlo...Pero vivir en el espacio será muy difícil porque nuestra adaptación a las condiciones de la Tierra ha llevado miles y miles de años.
Usted es un experto buceador, piloto, paracaidista... ¿Alguna de estas sensaciones recuerda remotamente a estar en microgravedad?
Bueno, yo suelo bromear cuando le cuento a la gente que la ausencia de gravedad es muy extraña. Cuando estás bajando las escaleras a veces te pasa que pierdes un paso y durante un segundo tienes esa sensación de vacío... ¡uhhh! de que no sabes dónde va a caer el pie. Pues estar en el espacio es esa misma sensación de ¡uhhh! ... pero durante seis meses. Pero te acostumbras a eso, porque se convierte en tu estado normal.
Su compatriota Luca Parrmitano casi se ahoga dentro del casco, ¿tuvo alguna vez la sensación de que se juegan el tipo?
No, nunca me he sentido en peligro. Entrenamos tanto que incluso eché de menos un poco más de acción. Los momentos que requerían más atención eran aquellos en que manejaba algún experimento o la nave carguero japonesa, un proyecto en el que habían trabajado 300 personas y en el que yo podía tener un momento de ¡ups! y arruinarlo todo. Más que miedo sentí momentos de gran responsabilidad.
¿Sintió más miedo cuando era militar y estuvo en la misión de la ONU en Líbano?
Sí, pero como todos los jóvenes me sentía invencible, siempre piensas que van a disparar a otro (risas). En Líbano había muchas incertidumbres porque puedes meterte en problemas muy rápido, pues depende de muchas variables. En el espacio sabemos todo el tiempo lo que está pasando.
Usted fue uno de los primeros en trabajar con Robonaut en la estación espacial, ¿cree que los robots serán esenciales en la exploración espacial?
Creo que sería estúpido que los humanos hicieran algo que los robots pueden hacer. Nosotros tenemos que dormir y descansar, y los robots pueden ser muy efectivos, pero aún no son capaces de hacer lo que hacemos nosotros, ni siquiera se acercan. No sé lo que pasará en el futuro, pero por ahora tenemos que trabajar juntos. Me habría encantado que alguien arreglara el váter cuando se rompía o limpiara la estación, que es muy tedioso y te lleva tres o cuatro horas. Si un robot puede hacerlo, debería hacerlo.
¿Sintió los rayos cósmicos golpear en su retina?
Es un fenómeno interesante, porque realmente sientes esos rayos dentro del ojo, con los ojos abiertos o cerrados, sea de día o de noche. Creo que sucedía una o dos veces al día. Es como un flashazo, pero sientes de qué lugar viene.
¿Qué tal llevaba lo de dormir en el espacio?
Tengo suerte porque puedo dormir donde sea. Si me tumbo ahí me quedo frito en 15 segundos. Pero hay gente que se siente incómoda, porque no te puedes apoyar, estás boca abajo...
Cuando estaba mirando desde la cúpula, dice usted que se sentía como un científico con un microscopio...
Es muy divertido, porque miras a esa canica y estamos acostumbrados a mirar y ver los detalles de las cosas. Pero allí, a medida que iba poniendo mayores objetivos iba viendo más y más detalles y acercándome más y más, y me daba cuenta de que alcanzas como mucho cosas que tienen 100 metros. Puedes ver casas, a veces ves estructuras, cosas en el desierto, humos de incendios, barcos en mitad del océano, islas con un volcán en medio, enormes minas a cielo abierto...
En una de las foto que tuiteó, confundió usted París con Londres…
Es que es muy difícil saber dónde estás, las cosas van tan rápido y estás acostumbrado a mirar el mapa y a que el norte siempre esté arriba, pero desde el espacio puedes estar en muchísimas posiciones. La que se reconoce muy bien es Italia.
¿Fue esa parte la más divertida?
Hubo muchas cosas, lo mejor es cuando te conviertes en un extraterrestre, tienes un sentido diferente de las cosas. Eso sucede después, porque al principio las cosas no funcionan, estás todavía como en la Tierra y un día te das cuenta de que estás pensando de manera diferente. Y ese cambio, ese clic de pasar a ser un extraterrestre, fue para mí lo mejor.
¿El espacio le convirtió en otra persona?
Bueno, tuve experiencias que me hicieron pensar mucho, pero creo que todavía soy yo (risas)
Usted fue uno el primer astronauta en perder a un ser querido mientras estaba en el espacio. Debió de ser terrible.
Fue muy difícil. Mi hermana llamó al principio para decirme que tenía algo que decirme, y yo podía ver en la videoconferencia que ella estaba distinta... Así que estuve tiempo sin saber nada y tiempo después mi madre murió. Es duro, pero pensé sobre ello en el espacio, pero habría sido duro en cualquier situación o lugar, porque lo difícil es asumir el ciclo de la vida y la muerte es muy difícil de aceptar y entender. Y tuve muchísimo apoyo de mis compañeros, del centro de control, de mucha gente. Tuve cientos de mensajes de apoyo.
¿Qué le diría a un niño italiano o español que quiera ser astronauta?
La gente me lo pregunta mucho y yo les digo que se cuestionen la motivación, porque ser astronauta profesional significa dedicarle la vida. Algunas personas creen que es glamuroso, llegas allí, ves el espacio y vuelves como si fueras el rey del mundo. Pero hay que plantearse si es lo que uno quieres, estudiar mucho, y te tiene que gustar. Si haces algo con pasión, que te lleva por encima del nivel general, entonces tienes una oportunidad.
¿Siente usted que se ha perdido el interés por el espacio?
Bueno, en los sesenta todo era nuevo, se estaba creando la tecnología, había una guerra fría... Todas esas cosas ya no están ahí. Necesitamos ponernos retos como ir a Marte, capturar un asteroide o volver a la Luna y la atención volverá.
De esas tres, ¿con cuál se queda?
Creo que deberíamos hacer las tres cosas, quizá el mayor desafío es el de Marte, pero sobre todo deseo que lo hagamos como raza humana, que haya una entidad supranacional que empuje la capacidad de todos hasta donde podamos llegar.
¿Es esta la primera entrevista en la que no le preguntan por la película Gravity?
Bueno, creo que es una buena película. Me alucinó la manera en que consiguieron hacer que la gente se sintiera en el espacio. Ahora bien, ese guión retorcido... Cogería al guionista y le abofetearía la cara, porque con un tercio de las cosas que pasan habría bastado (risas).