Los últimos años del artista: Afterimage es el homenaje de un reconocido artista polaco a otro. Del maestro del cine Andrzej Wajda (Suwalki, 1926-Varsovia, 2016) al aclamado pintor Wladyslaw Strzemiński (Minsk, 1893–Lodz, 1952). El director de El hombre de hierro (1981) y de Katyn (2007) nacía cuando el creador de la 'sala Neoplástica' superaba la treintena, en los compases del Golpe de Estado de Mayo que encumbró como jefe de Gobierno al mariscal Pilsudski durante la Segunda República polaca.
La obra artística de ambos ha estado marcada por unos tiempos convulsos con la Segunda Guerra Mundial como máxima expresión. Si para Wajda, cuyo padre murió asesinado en la masacre del bosque de Katyn a manos del ejército soviético de Stalin, la contienda ha sido el eje de su filmografía antibelicista, para Strzemiński no había otro camino a seguir que el del arte abstracto y transgresor. La pintura temática y el postimpresionismo ya lo habían dicho todo y encontró en el arte moderno la fuerza para oponerse a las autoridades comunistas.
Arte moderno
"Quería filmar la historia de un artista, un pintor de hace mucho. Decidí llevar a Strzeminski a la pantalla porque es uno de los más grandes artistas de Polonia. Al tiempo, también quería mostrar su conflicto con el estado socialista. Entendió el sendero hacia el arte moderno", explicaba Wajda meses antes de fallecer sobre su último largometraje, que será estrenado en España el próximo 30 de junio.
El artista merecía un biopic. Y Afterimage -título que hace referencia a las imágenes remanentes, a las ilusiones ópticas que continúan apareciendo bajo los párpados tras haber mirado un objeto que refleja la luz- lo es. Pero concentrado en sus últimos cuatro años de vida, de 1949 a 1952, cuando Stalin puso sus manos en Polonia y la sovietización fue más radical: el realismo socialista se convirtió en la forma obligatoria de expresión artística. Una imposición que Strzeminski trató de combatir a pinceladas.
A finales de los 40, el artista, que aprendió a pintar después de que le fuera amputada una pierna y un brazo, se encontraba trabajando como profesor en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lodz, la capital polaca de la cultura. Ya era una figura célebre antes de la Segunda Guerra Mundial, pues junto a Katarzyna Kobro, con quien tenía una hija, había creado la teoría del Unismo. Por aquel entonces sus alumnos aún le consideran el "mesías de la pintura moderna", una visión que chocaba con la de las autoridades de la universidad y el Ministerio de Cultura.
Realismo social
Mientras que otros artistas sucumbieron a las doctrinas y tareas del partido liderado por Stalin, el protagonista de la historia jamás comprometió su arte. Aunque pagó por ello. Reacio a obedecer a los dictados comunistas, fue expulsado de la universidad y del sindicato de los artistas.
La retirada del carnet de esta última asociación sería aprovechada incluso por los tenderos de la ciudad para negarse a venderle óleos o alimentos. Así que se vio obligado a tragar con algunos trabajos que no contemplaba. Mutilado, llegó a montar escaparates, una ardua tarea que aceptó por no querer formar parte de la propaganda. "¿De qué lado estás?", insistían en preguntarle una y otra vez los altos cargos. "Del mío", sentenciaba él muleta en mano.
Tiranía intelectual
Pese a que las autoridades persisten en arruinarle, sus fieles estudiantes continúan persiguiéndole para para recibir clases privadas. Escuchan sus análisis y toman nota al dictado sobre su Teoría de la Visión hasta que su salud comienza a empeorar. Está al borde de la inanición, circunstancia que no le hace doblegarse. Creó hasta morir convirtiéndose en una víctima creativa más que pagó un alto precio por luchar contra la tiranía intelectual.
Con su obra póstuma, Wajda vuelve a poner a Stalin en el punto de mira. En los últimos meses de su vida, el cineasta polaco decidió despedirse con una historia que ensalza la integridad de alguien que pasó de ser el artista polaco más reconocido internacionalmente en el periodo de entreguerras -en 1934 fundó el segundo Museo de Arte Moderno del mundo en Lodz- a tener que lamer la última gota de sopa que quedaba en el plato. Por otro lado, con Afterimage Wajda dice adiós definitivamente a los totalitarismos y, personalmente, al creado por quien asesinó a su padre.