En los primeros meses del presente siglo la prensa económica española se hacía eco de un hecho insólito: existía un ciudadano del país que era más rico que Emilio Botín, mandamás del Banco Santander y dueño del sector financiero nacional tras la adquisición del Central Hispano. En realidad, la noticia era la salida a bolsa de Inditex, una compañía conocida por haber, poco a poco, inundado España entera de tiendas Zara. Pero la operación iba a permitir que la fortuna de su principal accionista, Amancio Ortega, aflorara y se pudiera calcular. Y los números confirmaron las estimaciones que se habían publicado anteriormente: sí, la fortuna personal de Ortega superaba el billón de las antiguas (pero entonces vigentes) pesetas, hecho sin precedentes en España. Y también, esa cantidad superaba a la atribuida (otra historia era la real) a Botín.
Decir el más rico de España ya era ir muy lejos; pensar en el más rico del mundo, directamente una entelequia. Pero 15 años después de aquella OPV de Inditex, la revista Forbes atestigua que Amancio Ortega es la persona más adinerada del planeta, con una fortuna calculada en unos 70.000 millones de euros. De manera que, actualmente, no es que el patrimonio del fundador de Inditex siga por encima del de los herederos de Botín; simplemente, su fortuna supera el valor bursátil del banco e, incluso, por más de una decena de miles de millones.
Bien podría decirse que ha sido una carrera meteórica: de los poco más de 5.400 millones de euros que amasaba el día de la OPV a los casi 70.000 de hoy. Pero, en realidad, es algo más que eso. Porque el punto de partida no es 5.400 millones sino cero. El primer contacto de Ortega con el mundo empresarial se remonta a finales de la década de los 40, en una España de posguerra, de hambre y cartillas de racionamiento. En ese entorno comenzó la vida laboral del dueño de Zara, con apenas 14 años, tras abandonar los estudios y comenzar en una pequeña sastrería… como chico de los recados.
En aquel lugar situado en La Coruña, donde emigró con su familia (de padre ferroviario y madre ama de casa) desde su natal provincia de León, comenzó todo. Con el tiempo, el aplicado Amancio Ortega dejó a un lado los recados para pasar a ser dependiente. Desde ahí vio más claro que el futuro podría ser otro. Teniendo en cuenta que una de sus hermanas se dedicaba a la costura, bien podría ser un punto de partida para no limitarse a trabajar al servicio de otros.
España se le queda pequeña
Cosa que hizo en 1963, con la apertura de su primer negocio: Goa Confecciones, el germen del imperio. Por entonces, ya contaba con la inestimable colaboración de Rosalía Mera, su primera esposa, a la que conoció en aquel su primer empleo. De ahí a la apertura de su primer Zara, en 1975 y en La Coruña, transcurren años de trabajo sordo, sin focos ni prensa. Pero con un fruto de incalculable valor. Tras Zara (cuyo nombre original iba a ser Zorba) llegaron Pull & Bear y Bershka. Después, Massimo Dutti y Stradivarius (éstas vía compra). Y por último, Uterque, ya tras el salto al parqué.
De repente, España se llenó de tiendas Zara y las calles, de bolsas oscuras con cuatro letras mágicas grabadas. O algo de mágico debían tener cuando las llevaba todo el mundo.
España no tardó en quedarse demasiado pequeña para aquel empresario del que, de repente, comenzó a hablar todo el mundo, entre otras cosas, porque muy pocos conocían su aspecto físico debido a sus reservas para que se publicaran fotografías de su persona. Europa, América, Oriente Medio… A su debut bursátil, Inditex llegó con algo más de 400 tiendas abiertas por casi todo el mundo.
Un tempranero día de mayo de 2001, el salón de actos de la Bolsa de Madrid se abarrotó de periodistas, analistas, veteranos del parqué y algún que otro curioso para comprobar in situ si Ortega daría por fin la cara en la presentación en sociedad de Inditex, poco antes de iniciar su road-show con vistas a su OPV. Pero se quedaron con las ganas. Tanto aquel día como el del estreno en el parqué fue José María Castellano, entonces consejero delegado del grupo, el encargado de hacer los honores. Medio en broma, medio en serio, se llegó a dudar de la existencia de Amancio Ortega. Pero aquello no podía haber salido de la nada.
Del absoluto anonimato a la cumbre
Inditex comenzó a multiplicar su capitalización bursátil inicial. Primero por dos, después por tres, por cinco… hasta por más de once, como sucede en la actualidad. Y, al mismo tiempo, su principal accionista iba escalando posiciones en la lista Forbes. Entre los 50 primeros, entre los 25 primeros… En 2007 llegó a situarse el octavo. Fue entonces cuando muchos pensaron que Ortega se movía en aquella relación de grandes fortunas por encima de sus posibilidades. Sobre todo después de que al año siguiente descendiera hasta la posición 22. Pero a partir de 2009, Inditex demostró su solidez superando con nota el test de estrés que supuso la crisis.
Esta circunstancia encaramó a Amancio Ortega al podio de los grandes patrimonios mundiales del que no se baja desde hace varios años. Entre otras cosas, porque su fortuna no sólo depende del comportamiento de las acciones de Inditex (cada céntimo de euro que el valor sube en bolsa, la caja de Ortega se eleva 18 millones). Desde hace algo más de 10 años diversifica sus inversiones con el sector inmobiliario, a donde va a parar casi todo el dividendo que recibe de Inditex (en los últimos años se aproxima a 1.000 millones por ejercicio).
Pontegadea Inmobiliaria cerró 2015 con un valor de activos superior a 6.000 millones de euros, lo que le convierte en la segunda compañía del país (será la tercera cuando culmine el proceso de fusión entre Merlin Properties y Metrovacesa). Es una de las pasiones de Ortega. De sus múltiples viajes por el mundo casi siempre llega con nombres garabateados en una libreta. Son calles de grandes capitales del orbe en las que ha contemplado edificios que le han llamado la atención, tanto para futuros emplazamientos de tiendas del grupo como para inversiones personales. Trabajo para el departamento de inversiones y, a veces, para el de traducciones, para descifrar los signos anotados en alfabetos diferentes del latino, en función del lugar visitado.
Sin estudios, sin idiomas… Ortega no tuvo tiempo para estas cosas, sólo pensó en trabajar. Tampoco tendrá tiempo para contemplar esa lista Forbes de la que hoy habla todo el mundo. No es su objetivo ni lo será nunca.
Bloomberg aún le mantiene en segundo puesto
La agencia Bloomberg elabora también hace años un ranking de grandes fortunas que actualiza a diario. A diferencia de lo que se refleja en la relación de Forbes, Amancio Ortega aparece en segundo lugar en la lista de Bloomberg y, además, a una distancia considerable de Bill Gates, superior a los 10.000 millones de euros.
La explicación reside en los diferentes criterios empleados para la elaboración de las listas. Mientras que la de Forbes se basa en gran medida en los activos bursátiles, la de la agencia de noticias considera también otro tipo de inversiones, como las inmobiliarias.