El 'think tank' EuropeG, liderado por el catedrático de Economía y exconsejero de la Generalitat de Cataluña Antoni Castells, lo tiene claro: la economía española no está para “alegrías” como subir las pensiones y los sueldos de los funcionarios en estos momentos. Así lo ha dicho el profesor Josep Oliver, uno de sus profesores y fundadores, durante la presentación del último documento titulado 'Recuperación y persistencia de fragilidades: deuda interna y sector exterior en España 2013-2016'.
Para Oliver, el principal problema de la economía española es que está saliendo de la recesión económica volviendo a impulsar un modelo de crecimiento basado en la demanda interna. Y eso es un error. En los primeros años de la crisis fue el sector exterior el que evitó una caída del PIB que podría haber llegado incluso al 6%. Y ahora que las cosas mejoran, se está permitiendo que se desinfle el sector exterior y que España vuelva a lo de siempre.
En este gráfico se puede ver con más claridad la preocupación del 'think tank'. La demanda externa apoyó el crecimiento durante los años más duros del ajuste. En el año de los famosos 'brotes verdes' la situación volvió a invertirse momentáneamente, pero en la segunda recesión el sector exterior volvió a salvar la partida. Ahora, vuelve a ser la demanda interna la que tira del PIB, mientras el sector exterior resta un poco de crecimiento.
“Es preocupante”, ha señalado Oliver, puesto que la demanda interna no ayudará a reducir el importante volumen de deuda externa que tiene la economía española. Por eso, hay que replantearse por completo la política económica para situar al sector exterior en el eje de todas las medidas. Si esto no se hace, España seguirá en el “ojo del huracán” y puede sufrir una nueva recesión cuando desaparezcan los vientos de cola que están aguantando la situación. De hecho, cualquier “chispa” puede hacer que España tenga de nuevo serios problemas.
Por eso, no se deberían subir los salarios públicos ni las pensiones, o al menos no subirlos mucho. A su parecer, medidas de este tipo no hacen otra cosa que añadir presión a la demanda interna. Pueden ayudar a impulsar el PIB, pero de una forma que no es la correcta y que acaba generando más déficit exterior. Por eso, hay que centrarse en mejorar la productividad de la economía y consolidar la mejora de las exportaciones españolas.
Una de las principales razones del miedo de Oliver es el gran peso de la política del Banco Central Europeo (BCE) en la situación actual de la economía. A su parecer, sin esta política de estabilización, los ajustes y las reformas estructurales no hubiera sido posible dar la vuelta a la situación tras la crisis de deuda. Según Oliver, la política del BCE no solo ha permitido una buena financiación de la deuda, sino que ha evitado que España fuera golpeada por turbulencias exteriores.
España debería aprovechar las buenas condiciones de financiación para hacer los deberes
De hecho, el ‘think tank’ cree que España debería aprovechar estas condiciones de financiación tan favorables para realizar los cambios que realmente necesita la economía española y dar una vuelta a la forma de crecer del país. Aunque los tipos de interés bajos durarán tres o cuatro años por la delicada situación de la economía actual, no hay tiempo que perder porque el crecimiento del PIB y la creación de empleo son solo signos de aparente solidez, pero esconden debilidades relevantes.
Según EuropeG, el principal reto de la economía es la reconducción de su abultada deuda neta exterior (90% del PIB frente al 35% que exige la ComisiónEuropea) y los pasivos exteriores exigibles (1,7 billones de euros), que precisan una continuada refinanciación en un rango que oscila entre los 200 y los 300 millones de euros cada año.
En el ámbito interno, las necesidades de desapalancamiento de los sectores privados no financieros pueden estimarse en el rango del 20% y el 30%, mientras que la deuda pública cada vez se aleja más del objetivo del 60% que marca la Ley de Estabilidad. De hecho, según el último dato del Banco de España, la deuda bajó en casi 6.000 millones, pero se mantuvo en máximos y en el entorno del 100% del PIB. Y estos son los grandes desafíos que hay que resolver.