Diversas asociaciones sociales y grupúsculos radicales, con la ANC a la cabeza, exhortan a los catalanes a acudir a la manifestación de este sábado portando banderas independentistas, en una muestra de reivindicación nacionalista, a tan sólo un mes del referéndum por la independencia. El Ayuntamiento barcelonés espera la presencia de decenas de miles de personas en el acto convocado tanto por el municipio como por la Generalitat.
Severas medidas de seguridad rodearán el desarrollo de la marcha, que arranca a las seis de la tarde en los Jardines de Gracia y culminará un par de horas después en la Plaza de Cataluña, uno de los extremos de las Ramblas. El Rey y las autoridades llegadas desde todo el país tienen reservado un espacio de segunda fila. La cabecera de la concentración estará integrada por representantes de estamentos y entidades sociales, miembros de los cuerpos de seguridad, sanitarios, comerciantes, grupos de tolerancia, inmigrantes, que tomaron parte o vivieron de alguna forma los tremendos episodios del 17-E.
Nadie descarta situaciones incómodas y hasta complicadas. El grupo anarquista de la Cup ha 'calentado' el acontecimiento desde hace unos días, con ataques infamantes contra el Monarca y el presidente del Ejecutivo. Asesores de Moncloa dan por descontados los insultos, los pitidos, los gritos... y esperan que poco más. Se ha transmitido a los militantes o cargos del PP que tienen previsto arcarse al Paseo de Gracia, que hagan caso omiso de las provocaciones y que marchen siempre unidos. "Oídos sordos, mirada al frente y sangre fría", se les ha sugerido. Pesa aún el recuerdo de los malos momentos que vivieron Rodrigo Rato y Josep Piqué en la manifestación tras el atentado del 11M, cuando, tras ser increpados y amenazados por unos grupúsculos airados, tuvieron que refugiarse en el párking de la plaza de Cataluña. El exminsitro Piqué osó responder a los acosadores y estuvo a punto de resultar agredido.
Las acusaciones de Puigdemont
En estas horas se trabaja intensamente para que en esta ocasión no se reproduzcan situaciones de tanta tensión, pese a que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, no ha evitado acusar a Rajoy de "hacer política" con la seguridad de los catalanes, en plenas vísperas de la concentración. El presidente del Gobierno, por contra, se esforzó en invocar insistentemente a la unidad y en compartir esta muestra de rechazo al terrorismo en su intervención del viernes tras el Consejo de Ministros.
El jefe del Ejecutivo, decidido a que se advierta la presencia del Estado en Cataluña, en esta jornada de dolor y luto, ha dispuesto un Airbus para trasladar a Barcelona a miembros de su Gobierno, de las Cortes, de las Comunidades Autónomas, de su partido y algunos dirigentes socialistas. Los líderes del PSOE, Podemos y Ciudadanos han declinado la invitación y se trasladan por su cuenta. Pedro Sánchez y Albert Rivera se encuentran ya en Cataluña en tanto que Pablo Iglesias viaja desde la Rioja, por razones privadas.
Ochenta mil flores rojas, amarillas y blancas, colores de la bandera de Barcelona, se distribuirán entre los manifestantes, que desembocarán en la Plaza de Cataluña donde, como final del acto, la actriz Rosa María Sardá, simpatizante con los independentistas, leerá un comunicado elaborado por las distintas asociaciones que han participado en la preparación del homenaje a las víctimas.