Inexplicablemente, la uva garnacha fue durante decenios una más entre las variedades tintas que se cultivaban en España. Las bodegas solían utilizarla para completar el coupage de algunos vinos con el fin de darles estructura y solía considerarse demasiado basta como para hacer con ella un monovarietal- entonces había aún muy pocos- o ser protagonista en algún ensamblaje de uvas.
Vigorosa, recia y con un carácter único, la uva que ahora es denominada “la gran dama” del viñedo tinto en España, subsistía gracias a su fortaleza. Sin embargo, sobre finales de los 90 comenzó a brillar por sí misma y se empezó a cuidar desde la viña. Aunque nunca había necesitado demasiados miramientos ya que es una cepa dura con una adaptación muy buena a las climatologías extremas, se empezaron a valorar otras cualidades intrínsecas: entre muchas otras, que su acidez es perfecta para otorgar a los vinos un alto potencial de longevidad.
Líderes mundiales
Hoy en día supone prácticamente el 4% del viñedo plantado en el mundo y, en España, es la tercera uva en plantación después de la tempranillo y la airén. Además, somos líderes en cuanto a cantidad de vinos de garnacha se elaboran. La garnacha se considera una uva autóctona de España y otro de sus nombres, “aragonés”, denota que proviene de la zona de Aragón. Actualmente en nuestro país, esta uva está ya muy extendida y raras son las regiones donde no se cultiva.
Actualmente con garnacha se hacen algunos de los mejores vinos de España, desde L’Ermita (la obra maestra de Álvaro Palacios en Priorato, con uvas procedentes de viñas de 100 años) o Sierra Cantabria Mágico (D.O. Ca. Rioja). En el gran vino galo Châteauneuf- du- Pape (Ródano Sur), la grenache tiene un indiscutible protagonismo.
Hemos catado tres etiquetas de muy diferentes procedencias, cada una con su propia personalidad y rasgos distintivos. Una selección de vinos realizada siempre desde el criterio de la calidad ante todo.
1) Pegaso 'Zeta' 2019
Bodegas Viñas Viejas de Pegaso/ D.O. P. Cebreros
PVP recomendado: 15,50 euros
Cebreros (Ávila) fue hace decenios una zona vitivinícola pujante y en alza. De hecho, tal y como me aseguraba el experto en vinos Juanjo Delgado, en sus tierras la garnacha (y también el albillo) eran muy abundantes y se fueron perdiendo. El bodeguero Telmo Rodríguez ha recuperado esta antigua tradición trabajando durante más de 20 años las viejas cepas de garnacha que aún quedaban y que cultivan en ecológico. Una labor casi colosal de la que han salido también otras etiquetas.
Es el vino más básico de la compañía de Rodríguez, aunque rebosa colorido (organoléptico) y personalidad. Pasa 6 meses en barricas francesas de 500 litros y otros 6 en acero inoxidable. Un tinto que en nariz derrocha fruta y mineralidad, de taninos suaves que inundan la boca, redondo y con una profundidad y amplitud sorprendentes. Se han elaborado 17.021 botellas.
2) Viña Monty Garnacha Reserva 2015
Bodegas Montecillo/ D.O. Ca. Rioja
PVP recomendado: 35 euros; pack de tres botellas, 110 euros
Elaborado con garnachas procedentes de dos viñedos diferentes, uno en Arenzana (Rioja Alta) y otro en Rioja Oriental. El primero con altitud (542 m.) y viñas viejas, el segundo con mayor exposición solar que dan a la uva más taninos y alcohol. Un coupage de dos terruños que se entienden perfectamente en la misma copa aportando cada uno sus virtudes: reciedumbre y la calidez de un vino tipo mediterráneo.
Los dos terruños se elaboran independientemente y poseen 26 meses en barricas de roble mixto (americano y tapas de roble francés) y francés 100% nuevas. Después reposan durante un mínimo de 20 meses en botella. Con puntuaciones muy altas entre la crítica internacional- no es para menos- posee un llamativo color rojo. Es goloso, con notas a madera y un final de boca opulento y largo. Curiosamente, a pesar de ser un reserva, predomina la fruta, lo que es una gran virtud y denota una magnífica elaboración. Se puede adquirir online.
3) Castell del Remei Garnatxa 2020
Bodegas Castell del Remei/ D.O. Costers del Segre
PVP recomendado: 14 euros
Es el primer vino monovarietal de la bodega. Un tinto de garnacha plantada en altitud y parcialmente fermentada con raspón. Castell del Remei, la bodega más antigua de Cataluña en vinos de crianza, ha decidido profundizar en un solo viñedo de montaña a 717 metros de altitud, trabajado de manera ecológica.
Un tinto que se trabaja en dos elaboraciones diferentes, en tino de 4.500 litros- la mitad de la uva con raspón y el resto despalillado- y el resto en acero inoxidable. Posteriormente, un tercio del vino reposaría en tino de roble francés durante 50 días. Un vino complejo, con nervio, intenso y sabroso. Es una edición limitada a 6.000 botellas. El bodeguero Tomás Cuisiné es conocido como uno de los mejores ensambladores de España.
Nota: Ninguno de los vinos mencionados se han seleccionado por motivos comerciales, su elección es una decisión únicamente de calidad y periodística. Los precios son meramente orientativos.