Hace una década, cuando la decadencia de la prensa ya era indisimulable y los grandes popes del negocio hablaban de la necesidad de afrontar una revolución tecnológica para salvar los muebles, entre El País, El Mundo, Abc y La Razón difundían a diario 1.185.000 periódicos. Actualmente, apenas superan los 500.000. Los editores no han sido capaces de contener la sangría de la prensa escrita, ni de compensar las pérdidas que genera el papel con los réditos de sus actividades digitales. Tampoco de aprovechar los “brotes verdes” que han aparecido en la economía española para reflotar sus periódicos, puesto que, en el último año, el descenso de la difusión de los cuatro principales diarios generalistas ha sido de 60.700 ejemplares. Mayor que en 2014.
No sería acertado culpar por completo de esta situación a las empresas de medios de comunicación de este país, puesto que la crisis de la prensa es un fenómeno global y se explica en la expansión de internet, donde la audiencia potencial es mucho mayor y los costes de editar un periódico son -salvo excepciones- más bajos. Pero es cierto que los grandes grupos españoles no han sabido repeler una amenaza que se atisbaba desde lejos, tanto porque la crisis económica hizo que se cerrara el grifo de la financiación y eso restringió su margen de maniobra, como porque los proyectos que han concebido para salvar papel han deparado resultados muy mediocres. Desde los consistentes en transustanciar el diario en un documento en formato digital hasta los que pasaban por lanzar promociones inverosímiles que, más que lectores fieles, crearon amores pasajeros, más interesados en el producto suplementario que en el diario.
Los editores españoles han sido incapaces, hasta ahora, de frenar la caída en picado del papel
Los datos de difusión correspondientes a 2015 no ofrecen excesivos motivos para la esperanza, puesto que el ritmo de caída no sólo no ha descendido, sino que se ha acentuado. Desde enero y hasta noviembre, fecha en la que se publicaron los últimos resultados del OJD (recogidos por varios medios de comunicación), El País perdió 18.200 lectores diarios; El Mundo, casi 20.000; Abc, 15.000 y La Razón, 8.011.
El periódico del Grupo Prisa vendía en 2001 un total de 433.617 ejemplares, según recoge el Libro Blanco de la Prensa. Actualmente, lucha por no descender de la barrera psicológica de los 200.000 (213.000). Es el único que la sobrepasa, puesto que El Mundo colisionó contra ella en 2012 (206.000 periódicos) y, desde entonces, no ha vuelto a rebasarla. Es más, actualmente su lucha pasa por no descender de los 100.000 ejemplares diarios (117.018) y por no perder la segunda posición del ranking nacional.
La pérdida de influencia de la prensa escrita
Esta situación ha arrebatado a las cabeceras tradicionales una buena parte de la influencia de la que gozaban hace apenas dos décadas. Como decía Jaume Roures hace unos meses, las páginas de El País que Juan Luis Cebrián dedica a atacar a sus enemigos son actualmente menos afiladas que hace unos años. Cortan y asustan menos que nunca. Estos periódicos llegan a menos gente, tienen una menor capacidad para condicionar la agenda política y económica española y se enfrentan a una cada vez más potente competencia que ha encontrado en internet un perfecto caldo de cultivo.
Durante 2015, han sido varios los proyectos periodísticos que han germinado en la red. Una buena parte, abanderados por antiguos trabajadores y directores de los diarios de Prisa, Unidad Editorial o Godó. Y, la inmensa mayoría, sin edición en papel. Tal ha sido la expansión del negocio de la información en internet que ya lo define como una “burbuja”.
Vocento anunció en septiembre la puesta en marcha de un muro de pago para sus diarios regionales
Estos periódicos cuentan a su favor, entre otras cosas, con las múltiples posibilidades que ofrece internet para difundir la información y con el menor coste que supone iniciar y mantener este tipo de negocios, en comparación con la prensa escrita. Pero en su contra se encuentra la cada vez mayor competencia a la que se enfrentan y la lógica dificultad de fidelizar a los lectores en un mercado tan disperso.
Pero a esta coyuntura también se enfrentan los editores de prensa escrita, que han volcado en internet sus esperanzas sobre un futuro mejor y han puesto en marcha diferentes planes para ganar en la Red las posiciones que pierden en la prensa escrita. Prisa ha redoblado sus esfuerzos para expandirse en Hispanoamérica y ha trazado un plan para conseguir a finales del año que viene que 100 millones de personas visiten la web de El País cada mes. A la vez, ha anunciado a los trabajadores del rotativo que en 2016 los contenidos audiovisuales de producción propia adquirirán un mayor protagonismo en ElPaís.com.
Unidad Editorial, por su parte, ha cambiado por completo el diseño de sus principales webs, ha renovado recientemente la aplicación para teléfonos móviles de Elmundo.es y trabaja en una redistribución de los turnos de sus periodistas para adaptarlos a las exigencias de internet. Y Vocento ha apostado por un muro de pago para sus diarios regionales en el que ofrecerá contenidos 'premium' y sin publicidad a los lectores que abonen 4,95 euros al mes. Un modelo que recuerda al de la conocida plataforma musical Spotify.
Con estos proyectos, tratarán de hacer crecer sus ingresos digitales y evitar que sus negocios se ahoguen, algo que no parece nada improbable en casos como el de Unedisa y el de Prisa. A eso les obliga una crisis del papel que en este 2015 no se ha detenido y que todas las previsiones apuntan a que tampoco parará en 2016. En este contexto, la principal pregunta que sobrevuela sobre el sector de los medios de comunicación es: ¿se atreverá alguno de los grandes grupos de prensa a cerrar su periódico impreso y destinar todos sus recursos a internet?