Hay jueces y jueces. Y policías y policías. El juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata, instructor del caso Pujol, y de otras muchas causas peliagudas que siempre acaban en el Juzgado Central Número 5 de dicho tribunal, demostró ayer que es un magistrado valiente. El run run que durante años ha existido en círculos judiciales, policiales y políticos de las dudosas prácticas empleadas por el que fuera número dos de la Policía Nacional, el ex Director Adjunto Operativo (DAO), Eugenio Pino, y su 'brigada política' quedó ayer reflejado en un auto donde De la Mata dijo, sin circunloquios, que a "los poderes públicos y a los agentes de la autoridad" les está prohibido "hacer trampas".
Se puede decir más alto pero no más claro. No todo vale para luchar contra la corrupción y si se buscan "atajos" al margen de la Ley deben asumirse las consecuencias. Que se lo digan a Eugenio Pino, quien puede enfrentarse a una imputación por delitos de prevaricación, falso testimonio y fraude procesal por tratar de intoxicar la investigación judicial al clan del ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol i Soley. Sus 'hombres' trataron de colar un 'pendrive' con datos sobre el primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, de dudosa procedencia.
De la Mata, que en todo momento ha estado ojo avizor con la actuación policial en este procedimiento –al igual que lo han hecho los fiscales Anticorrupción, Belén Suárez y Fernando Bermejo-, pidió explicaciones cuando averiguó que los datos remitidos en un informe por la UDEF al Juzgado eran de procedencia incierta. A partir de ahí, las respuestas dadas por la Policía fueron variopintas y ninguna convincente. Tanto fue así que el gaditano decidió abrir una pieza separada para investigar quién era el responsable de esa maniobra torticera e imputó a Pino y al comisario Marcelino Martín Blas.
Si el juez De la Mata y los fiscales Anticorrupción no hubieran estado tan avispados -considerando la posibilidad de que tenían al enemigo en casa- ese informe podría haber contaminado todo el caso Pujol
Por otra parte, no era la primera vez que el juez tenía un roce con la Policía, a la que en más de una ocasión en el curso de esta investigación ha llamado al orden por sus filtraciones interesadas que perjudicaban a la causa. Aunque nadie niega que el auto de ayer supone un antes y después.
Sin duda, la resolución del instructor de la Audiencia Nacional ha sido un jarro de agua fría para el -hasta hace muy pocos meses- todopoderoso Eugenio Pino. Aquel hombre que dirigía a agentes de policías que se dedicaban a "revisar" importantes casos judiciales sentenciados en firme. Leáse los atentados del 11 de Marzo en Madrid, el chivatazo a ETA en el bar Faisán o el asesinato de la joven sevillana Marta del Castillo.
"El DAO Eugenio Pino impartió órdenes operativas a unidades policiales bajo su mando (UDEF), indicando que los documentos entregados podían utilizarse en la investigación al clan Pujol, con pleno conocimiento de su incorrección", argumenta el juez, que recuerda que el proceder del número dos de la Policía ha puesto en "riesgo" toda la investigación a una familia acusada, entre otros delitos, de fraude fiscal, blanqueo de capitales y organización criminal. Si José de la Mata no hubiera estado tan avispado -considerando la posibilidad de que tenía al enemigo en casa- ese informe podría haber contaminado todo el caso Pujol, ya que nadie duda que sus letrados habrían argumentado a toda velocidad que se les aplicase la teoría del árbol envenenado. Por suerte, este escenario no se ha dado.
El juez -y los fiscales, que fueron quienes le pidieron a De la Mata que ordenara deducir testimonio contra Pino- ya han cumplido con su obligación. Falta que ahora haga lo propio el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, quien ha prometido una gran limpia en las cloacas policiales. La Audiencia informó ayer de lo sucedido a Interior "a los efectos disciplinarios, honoríficos u otros que correspondan" para Pino y el policía Bonifacio Díez Sevillano. Quizás ha llegado el momento de retirar condecoraciones policiales, señor ministro.