Asistimos ayer al final de la escapada del personaje más emblemático del célebre prusés, Pujoles al margen, ese gigantesco quilombo que ha dejado partida en dos mitades irreconciliables a la sociedad catalana e hipotecado su futuro económico, entre otras cosas. La cara más notoria del nacionalismo de derechas, esa potente mandíbula capaz de dibujar la sonrisa más cargada de suficiencia del supremacismo burgués, se despidió ayer de su distinguido público en un nuevo ejercicio de mendaz arrogancia, uno más de los muchos que han jalonado la carrera política de este Moisés que un 11 de septiembre de 2012 se cayó del caballo del catalanismo responsable, como se decía entonces, para convertirse en profeta de un separatismo que iba a convertir Cataluña en la Dinamarca del Mediterráneo esquina a Siria, tras asomarse a la ventana de aquella gigantesca Diada y quedar entre asustado y perplejo, petrificado, abducido por el espectáculo.
Toda una senda de éxitos ininterrumpidos que le llevaron a perder elección tras elección y a hacer añicos el partido que había heredado del padre padrone Pujol, aquella Convergencia (CDC) que tan buenos réditos, durante tantos años, cosechó en Madrid de los Gobiernos centrales, y a enfeudar el nacionalismo de derechas en las sentinas de un movimiento revolucionario como las CUP, un partido comunista y antisistema irrecuperable para la causa de cualquier sociedad abierta y liberal que se precie en cualquier rincón del mundo. Señalado por las CUP como el señorito corrupto con quien las chicas del flequillo en modo hacha no estaban dispuestas a ir ni a la vuelta de la esquina, el astuto por antonomasia se vio obligado, ayer hacía precisamente dos años, 9 de enero de 2016, a dar “un paso más al lado” como entonces hiciera nombrando como sucesor al frente del partido y candidato a la presidencia de la Generalitat a otro famoso lince que hoy cuida su desvelos por los parques helados de Bruselas.
Su amigo Daniel Osácar, ex tesorero de CDC, cantó todo lo que sabía, cantando la corrupción de CDC
El mismo día, dos años después, el artero dice adiós con otro supremo ejercicio de cinismo personal y político. Se va por dos razones. Una, porque los resultados del 21 de diciembre han sido un éxito político inenarrable, vino a decir, un éxito de tal dimensión que Junts per Catalunya (JxCat), PDeCAT o como quiera que ahora se llame la dichosa Convergencia de siempre, tiene por delante un sendero tan plagado de rosas hacia el panteón donde reposan los inmortales que él no puede ser un obstáculo para esos nuevos y fulgurantes liderazgos que la cosa de JxCat, PDeCAT o como se llame, necesita de forma urgente, de modo que se ve obligado a dar ese nuevo “paso más al lado” similar al que diera, todo desprendimiento, en enero de 2016, he ahí un santo varón dispuesto de nuevo al sacrificio por la patria, en este momento de éxito, repito, repite, que le permite salir con la cabeza alta y fría y distante de estatua de sal petrificada por el horror.
Una, el éxito del 21-D, y otra, el panorama judicial que se le viene encima a este ladino lince ibérico arruinado y con pie y medio en la cárcel, a quien el embargo judicial de su casa ha dejado muy tocado, pero que sin embargo saca pecho o lo intenta, todo sea por la patria, y esa mueca de sonrisa, tan franca antaño, tan rácana hoy, de vendedor de crecepelo en el mercado de la ilusión del país de nunca jamás donde nosotros, y solo nosotros, íbamos a nombrar y promocionar y pagar la nómina de los jueces encargados de juzgarnos. Y cita las causas del 9N, y el Tribunal de Cuentas, y ahora los chuzos de punta que llegan tras el 1 de octubre, pero se calla, se cierra en banda, ni una sola mención al asunto que de verdad le fuerza a marcharse, la sentencia del Caso Palau que está al caer, que se le viene encima, ni una palabra para la corrupción de Convergencia, la suya propia, que ya su amigo Daniel Osàcar, ex tesorero de CDC, dijo lo que sabía, que todo lo sabía, naturalmente que sí, el jefesito Mas, como un 24 de febrero de 2005 se lo dijera Maragall: “Vostès tenen un problema, i aquest problema es diu 3%”, el origen de todo, y Arturo, porque entonces se llamaba Arturo, se revolvió cual cobra: “Vostè ha perdut completament els papers”, y no Arturo, que ya te los habían encontrado, ya hacía tiempo que te habían tomado la matrícula de corrupto mirando al mar.
Desbandada en las filas del separatismo
El corrupto se ha callado su corrupción en su despedida. Un tufo a fin de fiesta, un olor a bomba fétida acompaña lo que a todas luces parece una desbandada en las filas del separatismo. Se despide Mas, el primer responsable, bueno, digamos que el segundo, del crimen que el nacionalismo ha cometido contra Cataluña y los catalanes. Hace mutis por el foro mintiendo como el cobarde que siempre ha sido. Ayer fue también Mundó, Carles, exconsejero de Justicia, quien renunció a su acta de diputado. La gran esperanza blanca de ERC, teórico nominado a suceder al propio Junqueras, dijo hasta aquí hemos llegado, ahí os quedáis con el muerto. Su retirada de la política deja muy tocada a una ERC con la cabeza presa en Estremera. Por la cárcel ha pasado Mundó y parece que esa es escuela donde se evaporan los sueños locos de los vendedores de patrias. Por Bruselas vaga también un tal Antoni Comín, uno de los fugados con Puchimón, y me cuentan que el hombre va desesperado, literalmente, que le han dejado colgado de la brocha, que no tiene ingresos, que qué va a hacer con su vida, y que cómo pueden pedirle que renuncie a su acta de diputado, que de qué coño va a vivir a partir de ahora…
Sin respaldo internacional de ningún tipo, el balance del separatismo no puede ser más desolador
Este es el paisaje de ruina que deja el nacionalismo travestido en separatismo tras 5 devastadores años soplando inclemente sobre una Cataluña abandonada por la incuria de los Gobiernos centrales. El auto del viernes del Tribunal Supremo (Sala de Apelaciones), rechazando el recurso de Oriol Junqueras contra la decisión del juez Pablo Llarena de mantenerle encarcelado, ha “destruido anímicamente” al Movimiento independentista, porque en él se dibuja un “plan de reparto de papeles” concebido para declarar a toda costa la independencia de Cataluña que directamente conduce a un horizonte de muchos años de cárcel para las estrellas del celuloide de la República Independiente de Catatonia capital Tirana. Sin respaldo internacional de ningún tipo, desacreditado interior y exteriormente, el balance del separatismo no puede ser más desolador. Su único asidero sigue residiendo en la proverbial incompetencia del Gobierno Rajoy. Como buen cobarde, Artur Mas se despide envuelto en la bandera del patriotismo. Sin amago de autocrítica. Sin atisbo de arrepentimiento. Como el perfecto canalla que siempre ha sido.