Aseguran algunos de los dirigentes socialistas que han tratado con Susana Díaz en las últimas semanas que la presidenta andaluza tiene la mosca detrás de la oreja y continúa desconfiando, sobre todo, de Alfredo Pérez Rubalcaba. Le cree capaz de hacerla una emboscada promoviendo en la sombra a otro candidato en la carrera abierta hacia las primarias – se ha llegado a hablar de Elena Valenciano, Patxi López y Ramón Jáuregui como posibles tapados – y considera que rescatando del olvido a José Luis Rodríguez Zapatero, estrecha el margen de ‘Ali el Químico’, así se refieren con ironía a Rubalcaba algunos de sus enemigos en el PSOE, para lanzar esta liebre.
La presidenta andaluza cree que con el apoyo de Zapatero le será más difícil a Rubalcaba maniobrar a favor de otro candidato
Zapatero ha reaparecido este viernes junto a Susana Díaz en Jaén como un homenaje a lo mucho que hizo su Gobierno por la ley de Dependencia, de la que acaban de cumplirse diez años. El idilio, más aparente que real, parece mutuo, pues desde hace dos años el expresidente no ha perdido ocasión de elogiarla con sentencias como estas: “Susana es la mejor a gran distancia” o “será capaz de gobernar todo lo que tenga por delante”. La gestora que dirige provisionalmente el PSOE y controla la federación andaluza le rendirá también culto a Zapatero en el Congreso el próximo lunes con el mismo pretexto.
Fuentes de esta federación informan que Díaz necesita con urgencia un blindaje en su carrera hacia la secretaría general, pues no está dispuesta a perder esta batalla sabiendo que si cae en las primarias frente a Pedro Sánchez u otro candidato laminaría también de golpe su poderío en el feudo andaluz.
ZP busca lavar su imagen
Las mismas fuentes explican que Zapatero se ha prestado gustoso a servir de escudero de Díaz porque necesita que alguien le ayude a recobrar el prestigio que tuvo dentro del partido en su primera legislatura y que fue malgastando a raudales ante su incapacidad para reconocer y gestionar la grave crisis económica que empezó a sacudir a España a partir de 2008. Este trabajo tan incómodo de reivindicar a ZP no lo hicieron después ni la mayoría de los que formaron parte de sus gobiernos, ni Rubalcaba como sucesor en la secretaría general, ni mucho menos Pedro Sánchez, enfrentado a él desde que se colocó al frente de Ferraz en julio de 2014.
Susana Díaz es plenamente consciente de que nunca ha sido la preferida de Rubalcaba, ni ahora parece que lo sea tampoco de Felipe González. Todavía colea en la federación andaluza la distancia con la que el expresidente del Gobierno la obsequió en un reciente almuerzo organizado por el grupo Joly que convocó a empresarios y dirigentes socialistas de esta comunidad. González se excusó en que su apoyo a Díaz la fastidiaría y sería para ella “una desgracia” que se lo diera. En Ferraz se constata que el expresidente y Rubalcaba siguen cabalgando en esta batalla en el mismo caballo y comparten el pesimismo sobre las dificultades que seguirá encontrando el PSOE para reconstruirse y dar con un liderazgo sólido con el que pueda recuperar algún día el Gobierno.
La lideresa del sur tiene en Mario Jiménez a su principal antena protectora en la gestora que preside Javier Fernández y le ha aportado hasta ahora la información suficiente como para concluir que está impedida para controlar las maniobras de Rubalcaba y la cobertura que pueden acabar teniendo, como ocurrió durante la operación de acoso y derribo contra Pedro Sánchez, gracias al grupo Prisa.
Elena Valenciano, Patxi López y Ramón Jáuregui se barajan como los posibles tapados de Rubalcaba para las primarias
Estas intrigas en la penumbra socialista del exvicepresidente y exministro del Interior, han dejado abundantes huellas en el pasado y fueron las que obligaron, por ejemplo, hace dos años y medio, a tirar la toalla en la carrera por el liderazgo del PSOE a la exministra Carmen Chacón, pese a estar apoyada por gran parte de la federación andaluza. En aquel episodio, Chacón acusó a públicamente a Rubalcaba de ser el culpable del declive de su partido después del desastroso resultado obtenido en las últimas europeas en las que Elena Valenciano fue el cartel electoral.