Quienes están dispuestos a seguir abrigando a
Susana Díaz en su carrera hacia la secretaría general temen que en el próximo
congreso extraordinario, todavía sin fecha, la presidenta andaluza tenga que competir con un ‘ticket’ electoral tan singular como el que formarían Pedro Sánchez y José Borrell. Ambos se profesan mutuo respeto hasta el punto de que al exministro de
Felipe González le entusiasmó que el exlíder de su partido le recuperara para la política cuando en
Abengoa ya se le había abierto la puerta de salida. Ocurrió un mes antes del 26J cuando en su obsesión por la búsqueda de estrellas, Sánchez anunció a los cuatro vientos el fichaje de Borrell como integrante de su ‘Gobierno del cambio’. Para este proyecto fallido también se comprometió a contar con el exministro de Zapatero,
Jordi Sevilla, hábil en el abandono del barco poco antes de su hundimiento, con
Ángel Gabilondo, Margarita Robles y Meritxell Batet.
Esta generosidad de Sánchez le sirvió a Borrell para emitir una señal de rehabilitación política después del calvario que vivió al frente del PSOE en 2003 y de su reciente paso por el juzgado para dar cuenta de sus responsabilidades en las indemnizaciones millonarias cobradas por algunos de los que empujaron a Abengoa al desastre, entre ellos su expresidente Felipe Benjumea. Borrell trabaja en esta compañía especializada en las energías renovables desde 2009, cuatro años antes de que su compañera, la exministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, cediera gustosamente su escaño del Congreso al propio Pedro Sánchez para irse a trabajar al Consejo de Seguridad Nuclear, organismo en el que continúa todavía como consejera.
Todos estos datos y más, los conocen a la perfección dentro del Partido Socialista quienes se preparan para hacer lo imposible para que Susana Díaz se desplace en volandas hasta el sillón de la calle
Ferraz en un congreso donde Borrell cree que su partido se juega la supervivencia. En la federación andaluza se sospecha que detrás del apoyo del
primer secretario del PSC, Miquel Iceta, a Sánchez, se esconde, precisamente, la intención de promover a Borrell como una figura redentora para el conjunto de la organización justo en mitad de la tormenta, en una coyuntura donde el debate de fondo que ya se anticipa es si Susana Díaz es o no la más indicada para pilotar, por ahora en la sombra, la etapa más dramática que ha vivido el PSOE desde su regreso del exilio. Hay federaciones, la catalana y la vasca entre ellas, que tienen clara su negativa.
Un avión sin tren de aterrizaje
La tempestad que castiga a los socialistas explica algunos de los análisis tan aparatosos que esboza Borrell sobre esta crisis. El domingo, seis horas después de abandonar el Comité Federal, no descartó, ante la periodista Ana Pastor, disputar el liderazgo del partido. El exministro considera que la gestora ha incurrido en un error al no consultar a la militancia y esquivar la convocatoria de un congreso extraordinario. Utilizó un símil que se comprende bien para describir el momento por el que atraviesa el PSOE: “si un avión muy grande, con mucha gente dentro, de repente intenta hacer una maniobra brusca de 180 grados, lo más probable es que pierda las alas y se caiga. Y si, además, la tripulación se subleva contra el piloto y lo echa por la ventana, entonces seguro que no podrá hacer ni un aterrizaje de emergencia y será una catástrofe. Eso nos está pasando a nosotros”.
Parlamentarios próximos a Sánchez valoran la valentía de Borrell al denunciar el papel de Rubalcaba en su caída
Diputados todavía muy próximos a Sánchez valoran que Borrell haya sido el único miembro del Comité Federal que haya levantado la voz para denunciar el papel desempeñado por Alfredo Pérez Rubalcaba y el grupo Prisa en su desahucio de Ferraz. Además, están convencidos de que aunque Sánchez ha quedado malherido, ya empieza a dar síntomas de reanimación en una convalecencia que sería mucho más rápida con una experiencia y una mente a su lado como la que a veces ha rentabilizado con éxito el exministro de González después de su paso por el Ayuntamiento de Majadahonda, el Gobierno madrileño, Hacienda, el Ministerio de Obras Públicas, el Parlamento europeo o el Instituto Universitario Europeo.