El primer secretario del Partido Socialista de Cataluña (PSC), Miquel Iceta, no llegó ayer a compromiso alguno con la gestora del PSOE para respetar la disciplina de voto en un grupo parlamentario formado por 84 diputados. Ambas partes decidieron ganar tiempo creando una comisión que explorará durante dos meses las posibilidades de evitar el divorcio, pero de momento no solo siguen vivas las discrepancias sino que no es descartable que los siete diputados del PSC que se sientan en el Congreso vuelvan a actuar por libre como hicieron en la reciente investidura de Mariano Rajoy.
Fernández e Iceta se dan dos meses para decidir si es posible evitar el divorcio entre el PSOE y el PSC
Iceta informó ayer al asturiano Javier Fernández que vienen curvas: Esquerra Republicana y la antigua Convergencia preparan varias iniciativas en el Congreso para que los partidos vuelvan a retratarse en polémicas tan sensibles como la del ‘derecho a decidir’. Con ello persiguen poner de máxima actualidad en Madrid la agenda que Carlos Puigdemont ha asumido como presidente de la Generalitat para que los catalanes resuelvan qué Cataluña quieren. Serán curvas en las que el PSC y el PSOE volverán a chocar, por mucho que el objetivo de la comisión que se encargará de analizar sus diferencias, anunciada ayer en Ferraz, sea limitar al máximo los daños para ambas organizaciones.
“Tendremos que resignarnos a dejar de contar con los siete compañeros del PSC en bastantes votaciones. Será muy difícil evitar la ruptura porque colisionamos en dos aspectos cruciales como son el modelo de Estado y el modelo de partido. Y en este momento no hay un liderazgo tan potente como el que en su día ejerció Felipe González para aunar voluntades”, comentaba ayer un miembro de la anterior ejecutiva saliente que siguió de cerca la gestión que hizo del problema catalán el exsecretario general Pedro Sánchez.
La 'declaración de Granada'
Lo que ayer evidenció Iceta en su encuentro de hora y media con Fernández es que a los socialistas catalanes la llamada ‘declaración de Granada’ ya les viene pequeña. Fue un parche puesto por Alfredo Pérez Rubalcaba en 2013 para evitar el choque que ahora se está produciendo y no va mucho más allá de una apuesta genérica por una España federal. Sin embargo, el proceso soberanista le ha originado un estrago electoral al PSC, hasta el punto de que la mayoría de sus dirigentes han concluido que ya no les compensa ser el “partido hermano” del PSOE porque no coinciden con esta formación ni en lo ideológico ni tampoco en lo identitario. El divorcio total tampoco está mal visto ahora por el grueso de la federación andaluza, de la castellano manchega o de la extremeña, cuyos principales dirigentes no paran de recordar que Pasqual Maragall primero y José Montilla, Pere Navarro o Miquel Iceta después, han llevado al socialismo catalán a ser una fuerza residual después de haber gobernado casi en toda Cataluña, sus ayuntamientos, diputaciones y haber colocado 25 diputados en Madrid.
Ha llegado la época de vacas flacas y en buena parte del PSOE ven al PSC como un dolor de cabeza que provoca permanentes pesadillas. “Susana [Díaz] echa espuma por la boca cuando habla de Iceta y viceversa. El acuerdo va a ser casi imposible”, comentaban ayer en Ferraz. Iceta no considera a la gestora que dirige provisionalmente el PSOE con la autoridad suficiente para sancionar a sus parlamentarios por haber votado ‘no’ a Rajoy y sospecha que lo que hay por medio es una operación en marcha encabezada por la presidenta andaluza, Susana Díaz, para impedir que los 18.000 militantes del PSC, mayoritariamente alineados con Pedro Sánchez, voten en las primarias donde se decidirá, previsiblemente la próxima primavera, quien será el nuevo secretario general.
El desencuentro entre Javier Fernández y Miquel Iceta fue ayer tan espeso que éste último ha congelado la integración de la exdiputada Teresa Cunillera en la gestora como miembro del PSC. Por si los problemas fueran pocos, el riojano Francisco Ocón, miembro de esta dirección provisional, se quejó públicamente a Fernández de no haber preparado de manera colegiada su encuentro con Iceta para abordar un asunto de tanta envergadura.
Un sector del partido, encabezado por Susana Díaz, pide mano dura con el PSC y otro paños calientes
Hace tres años, el PSOE y el PSC constituyeron otro grupo de trabajo para reconsiderar el protocolo que regula su relación desde hace 38 años. No se movió nada. Ahora, se ha decidido volver a intentarlo, pero en una situación mucho más precaria, con el presidente de una gestora controlada por la federación andaluza que aspira a arbitrar un enfrentamiento en el que un sector del partido pide sangre y el otro, pilotado por el vasco Patxi López, paños calientes. “Es muy difícil pelearse con Javier Fernández”, fue lo más amable que Iceta dijo de él al comparecer ante los periodistas.