La expectación por el modelo de Podemos (rupturista vs. aperturista) que saldría de sus últimas primarias para afrontar el futuro inmediato era máxima no sólo a nivel interno sino también en los cuarteles generales de otras fuerzas políticas, muy pendientes del duelo entre los afines al líder morado, Pablo Iglesias, y los leales al número dos, Íñigo Errejón. Según fuentes parlamentarias consultadas por Vozpópuli, los tres partidos constitucionalistas (PP, PSOE y Ciudadanos) entendían que un triunfo de los errejonistas iba a facilitar la búsqueda de puntos de entendimiento para las primeras grandes reformas a abordar en la presente legislatura.
Sin embargo, las tesis que se han impuesto son las diametralmente opuestas, las de una oposición dura, agresiva, guerrillera, que no dará el más mínimo crédito a la interlocución con “los partidos del régimen” y que engarzará una postura contestataria en el Parlamento con una activación de la calle, esto es, con un aumento de la presión social.
Las mismas fuentes citadas apuntan que las cúpulas de PP, PSOE y Ciudadanos veían en las primarias de Podemos Comunidad de Madrid una oportunidad inmejorable para vislumbrar la actitud que tendrá la formación morada en el arranque de esta nueva etapa política, condenada a la exploración de consensos. El pacto entre PP y Ciudadanos fija los tres primeros meses tras la formación de gobierno como plazo máximo para emprender el trabajo legislativo de aquellas medidas trascendentales que exigen amplio respaldo.
Así, populares, socialistas y naranjas están convencidos de que la radicalización que defienden los pablistas y los anticapitalistas, ganadores de estas primarias no sólo en Madrid sino también en comunidades como Extremadura o Aragón, con el apoyo aquí del secretario de Organización estatal, Pablo Echenique, marcará claramente la conducta de Podemos en aquellas negociaciones claves para la recuperación económica y la regeneración democrática del país. “La negativa de Podemos a arrimar el hombre irá ya en cascada en las iniciativas de mayor transcendencia”, resumen dichas fuentes sondeadas.
La intención de PP y Ciudadanos es la de contar con Podemos y tratar de que se sume a un debate constructivo
Tales fuentes coinciden en que el triunfo de la política beligerante, del parlamentarismo de trinchera, con un esteticismo guerracivilista, alejará a Podemos de esa zona de diálogo donde se vayan forjando los pactos de Estado más urgentes. Y ello, pese a que la intención de PP y Ciudadanos, con programas más alejados de Podemos que el ideario del PSOE, es la de contar en todo momento con la formación morada y tratar de que se sume a un debate constructivo sobre esos acuerdos de gran calado. De hecho, en este contexto se enmarca la reunión de que mantuvieron el pasado jueves en Moncloa la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el portavoz del Grupo Parlamentario Confederal Unidos Podemos-En Comú-En Marea, Íñigo Errejón.
"Soluciones comunes"
Si mano tendida y mucho diálogo es lo que ofrece el PP y el Ejecutivo de Mariano Rajoy a los responsables de Podemos, otra tanto ocurre con el partido que dirige Albert Rivera. El presidente de Ciudadanos ha dado orden a sus portavoces parlamentarios de no aislar en absoluto a los representantes de Unidos Podemos en las respectivas comisiones donde se traten los temas más candentes y relevantes. Entre ellos, la revisión de la Ley Wert y la consecución de un Pacto Nacional de la Educación. La consigna reza que “hay que abrir el abanico y tender puentes con otras voces para encontrar soluciones comunes”.
Por ejemplo, en el partido centrista también están convencidos de que sin una acumulación de fuerzas con Podemos no podrán elevar la presión sobre PP y PSOE para que abandonen su inmovilismo, mantenido durante décadas, en la reforma de una ley electoral “injusta”. Desde Ciudadanos subrayan que los populares, a través del pacto anticorrupción suscrito en agosto, ya han dado un primer paso al comprometerse a tramitar una nueva ley electoral que incremente la proporcionalidad, establezca listas desbloqueadas y elimine el voto rogado.
De igual modo, fuentes de la dirección naranja tampoco entienden que se sienten las bases de una reforma constitucional y que la formación morada (con 71 diputados incluyendo a IU y las confluencias) no integre tal proceso desde el principio. Básicamente, sostienen, “porque sin la participación de Podemos, el nuevo redactado tendría menos consenso que la Constitución de 1978”, con lo que carecería de la legitimidad necesaria.