El mercado de la alta velocidad ferroviaria en España ha experimentado una auténtica revolución desde la liberalización del sector en 2020. Con la entrada de competidores como Iryo y Ouigo, se esperaba una democratización del acceso al tren de alta velocidad y un aumento considerable en el número de pasajeros. Y, en efecto, eso ha ocurrido.
Las cifras de viajeros han alcanzado niveles históricos, superando los 32 millones en 2023, un aumento del 36% respecto al año anterior. Sin embargo, el incremento de pasajeros no ha significado un aumento en la rentabilidad para las operadoras, quienes continúan registrando pérdidas millonarias.
Según datos recientes, las tres principales compañías -Renfe, Iryo y Ouigo- acumularon unas pérdidas totales de 187 millones de euros durante el último año, lo que supone un incremento del 65% con respecto al año previo. Este resultado ha sorprendido a muchos, aunque ya se veían venir dificultades ante una guerra de precios que ha llevado el coste de los billetes a niveles nunca antes vistos.
La paradoja del crecimiento sin rentabilidad
¿Cómo es posible que el número de pasajeros no deje de crecer y, al mismo tiempo, las tres compañías sigan reportando pérdidas? El problema radica en una serie de factores complejos, entre los que destacan la competencia feroz entre las operadoras, los costes operativos crecientes, y las presiones inflacionarias que han afectado a todo el sector del transporte en España.
La liberalización del sector ferroviario fue vista como una oportunidad para aumentar la competitividad y reducir los precios, lo cual ha resultado en un acceso más amplio al tren de alta velocidad. Sin embargo, este modelo no ha sido sostenible en términos financieros. Renfe, que durante muchos años tuvo el monopolio del servicio de alta velocidad, se ha visto obligada a reducir sus tarifas para competir con las nuevas firmas. La entrada de Ouigo e Iryo trajo consigo una bajada de precios sin precedentes, conocida como la "democratización de la alta velocidad". Si bien esto ha favorecido a los usuarios, el resultado para las empresas ha sido muy distinto: márgenes de ganancia reducidos o inexistentes y un impacto directo en sus resultados financieros.
Iryo y Ouigo: un arranque complicado
Las cifras son especialmente preocupantes para las operadoras extranjeras. Iryo, que inició operaciones en España en 2020, ha acumulado pérdidas de 109,2 millones de euros en este tiempo, y su primer año completo de operación en 2023 se saldó con un resultado negativo de 79,3 millones.
Por su parte, Ouigo, filial de la francesa SNCF, ha registrado pérdidas de 121,3 millones desde que comenzó a operar en España en 2019. En su tercer año consecutivo en números rojos, la compañía perdió 42,7 millones de euros.
El problema principal para estas compañías radica en los altos costes operativos y el elevado gasto inicial que supuso el despliegue de sus operaciones en España. La infraestructura necesaria para poner en marcha estos servicios ha requerido grandes inversiones, y aunque el número de pasajeros ha crecido de manera significativa, estos ingresos no han sido suficientes para cubrir los costes.
Además, ambas compañías se han enfrentado a un mercado ferroviario español que, a pesar de la liberalización, sigue estando muy influenciado por Renfe, la operadora histórica. Aunque Iryo y Ouigo han logrado quitarle pasajeros a Renfe, especialmente en rutas populares como la Madrid-Barcelona o Madrid-Valencia, la ventaja en términos de infraestructura y experiencia que tiene la compañía española sigue siendo un desafío.
Renfe también sufre
Aunque Renfe tiene la ventaja de contar con más del doble de servicios que sus competidores, tampoco ha escapado de la crisis de rentabilidad. La compañía cerró 2023 con 65 millones de euros en pérdidas, lo que supone un incremento considerable respecto a ejercicios anteriores. Esta situación refleja los problemas derivados de tener que competir en un mercado con precios cada vez más bajos.
Uno de los momentos más críticos para Renfe fue cuando decidió modificar su programa de puntualidad, un servicio que durante años fue una de sus principales cartas de presentación. La reducción en los estándares de este programa para acercarse a los niveles de competencia generó una ola de críticas y fue visto por muchos como una señal de que la compañía estaba sacrificando la calidad en favor de mantenerse competitiva en precios.
Además, el aumento de los costes operativos, especialmente en lo que respecta a salarios y mantenimiento, ha sido una carga significativa para Renfe, agravada por la imposibilidad de subir los precios en un contexto de competencia feroz. La inflación también ha jugado un papel crucial en esta ecuación, encareciendo los costes sin que los precios de los billetes hayan podido adaptarse al alza.
El futuro de la alta velocidad: ¿cómo salir de los números rojos?
La situación actual plantea una pregunta clave: ¿cómo pueden estas compañías revertir esta tendencia de pérdidas si el número de pasajeros sigue creciendo? Para muchos expertos, la respuesta está en la optimización de costes y en una reconfiguración del modelo de negocio actual.
En el caso de Renfe, una de las posibles soluciones sería enfocarse en la internacionalización de sus servicios. La compañía ha comenzado a expandir sus operaciones fuera de España, con proyectos en Francia e Italia, lo que podría ayudar a diversificar sus fuentes de ingresos. Sin embargo, este es un proceso largo y complicado que no garantiza resultados inmediatos.
Por su parte, tanto Iryo como Ouigo deberán ajustar sus modelos de negocio para hacer frente a los altos costes operativos y las dificultades del mercado español. La posibilidad de implementar servicios adicionales o mejorar la experiencia del cliente podría ser un factor diferenciador para atraer a más pasajeros dispuestos a pagar un poco más por una mayor calidad.
En cuanto a la estructura de precios, algunos analistas sugieren que las compañías podrían considerar ajustar sus tarifas para reflejar mejor los costes reales de operación. Aunque la idea de una alta velocidad accesible para todos es atractiva, mantener unos precios excesivamente bajos no parece ser una estrategia sostenible a largo plazo.
La incógnita del impacto a largo plazo
En definitiva, el sector de la alta velocidad en España se enfrenta a un futuro incierto. A pesar del éxito en términos de crecimiento de pasajeros, las pérdidas acumuladas siguen siendo un problema que no se puede ignorar. Si bien la guerra de precios ha democratizado el acceso al tren de alta velocidad, el reto ahora es encontrar un equilibrio entre la rentabilidad y la sostenibilidad del servicio.
Con las pérdidas actuales y la presión inflacionaria que sigue afectando al sector, queda por ver si estas compañías serán capaces de revertir la situación y conseguir que la alta velocidad española sea un negocio rentable a largo plazo. Lo que está claro es que el mercado ferroviario español se encuentra en un punto de inflexión, y los próximos años serán cruciales para determinar el futuro de la alta velocidad en el país.
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