Benito Ocasio Cortez ha sido, durante tres años consecutivos, el artista más escuchado del planeta, así que resulta natural que haya curiosidad -incluso morbo- por sus inversiones financieras. Su triunfo no es estrictamente individual, ya que Noah Assad (su pujante mánager) recibió el pasado febrero el Grammy que le reconocía como Mejor Ejecutivo Musical del 2022. Con solo 32 años ha conseguido llevar a Bad Bunny hasta el primer número uno de las listas de Estados Unidos para un álbum de habla no inglesa, Un verano sin ti, además de gestionar una impresionante gira de 81 conciertos que facturaron la cifra récord de 434,9 millones de dólares.
Una pausa para la polémica: el pasado 24 de abril, la revista Billboard publicó el primer reportaje en español sobre las desavenencias Assad y Rafael Ricard Jiménez Dan, que fue viceministro de Chávez e inversor clave de Rimas, la empresa del astro puertorriqueño. Jiménez Dan fue alumno de la academia militar de Venezuela, de allí saltó a los negocios de la alimentación y el empaquetado para finalmente dejarse tentar por la industria pop.
En sus años vinculado al Partido Socialista Unido de Venezuela, “trabajó para modernizar los sistemas de información del país y se le encargó ayudar a supervisar el desarrollo de una identificación nacional que Chávez quería para profundizar su control sobre la población”, explica Billboard. En resumidas cuentas: un empresario del circulo de máxima confianza del comandante.
Assad y Jiménez trabajaron codo con codo durante una década en la construcción de Rimas, aunque el segundo no tenía contacto personal con Bad Bunny ni con el resto de artistas de sello. La relación se fue deteriorando y recientemente Noah decidió comprarle su parte, para evitar los desacuerdos de índole comercial que los fueron separando.
Bad Bunny, Midas del perreo
Se prevé que la solución, donde todos ganan, llegue de la mano de un acuerdo inminente que dé entrada a Sony Music. El gigante corporativo “aportaría capital para comprar la participación de Jiménez y, a través de una reestructuración de la propiedad, asignaría una participación minoritaria significativa a su subsidiaria de distribución independiente The Orchard. Bad Bunny, que actualmente no tiene una participación en Rimas, podría obtener algo de acciones y Assad podría obtener una participación mayor en la compañía, que se estima podría estar valorada en más de 300 millones de dólares”, informa la revista. “Una rama editorial separada de Rimas, que también se cree que es propiedad en un 60% de Jiménez y en un 40% de Assad, y que se estima en un valor de unos 70 millones de dólares, probablemente se venderá en un acuerdo aparte”, añaden.
Aunque la mayoría de los negocios de Bad Bunny tienen que ver con la industria musical, la sensatez le ha hecho diversificar. Realmente no hay acuerdo sobre cuánto dinero tiene el Conejito Malo, pero podemos confiar en que la cifra oscila entre 18 millones de dólares que le atribuye la página Money Made y los 40 de de Celebrity Net Worth (esto último es dinero en el banco tras impuestos). Forbes calcula que solo en 2022 facturó 88 millones, casi todo proveniente de su música y de sus contratos de patrocinio con Corona, Cheetos y Adidas.
Las cifras son todo un récord para una persona que en la primera mitad de la década de los 2010 se ganaba la vida como reponedor y cajero de supermercado. Desde hace pocos años, Bad Bunny ha querido asomar la cabeza al mundo de la actuación, con un cameo en Narcos, la exitosa serie de Netflix, y el año pasado con una alabada participación en Bullet Train, thriller protagonizadon¡ por Brad Pitt, por el que Ocasio Cortez cobró 150.000 dólares.
Ejecutivo del deporte de élite
Bad Bunny posee una modesta cartera inmobiliaria con propiedades en Los Ángeles, Miami y Puerto Rico, que ha puesto en alquiler. En agosto de 2002 adquirió porcentaje desconocido de un restaurante de lujo en Miami, llamado Gekko, especializado en carnes cocinadas al estilo japonés. Su socio es David Grutman, de la empresa Groot Hospitaliy, uno de los empresarios clave de la restauración de lujo en Miami. Una de las inversiones más llamativas de Ocasio Cortez es un Bugati Chiron 100 ANS, de edición limitada de solo 110 unidades, valorado en tres millones de dólares. Sabemos que es una inversión porque no está del todo a gusto conduciéndolo y casi siempre se le ve al volante de un modesto Toyota Corolla.
Realmente nadie sabe hasta dónde puede llegar el potencial de una empresa como Rimas, que se alimenta del talento de un artista que todavía parece lejos de tocar techo. El pasado 10 de abril, siguiendo el ejemplo del rapero multimillonario Jay-Z, Rimas abrió una rama de representación deportiva, de momento centrada en el mundo del beisbol. La imagen y embajador de la firma será Iván Rodríguez, miembro del Salón de la Fama de este deporte, que sigue siendo el favorito de los puertorriqueños. Rimas informó que ofrecerá sus clientes “servicios como gestión de agentes, relaciones y marketing de marca, relaciones públicas, entrenamiento de habilidades y rendimiento, asesoramiento financiero, conserje y logística”. Aparte de esta empresa, el reguetonero invirtió cinco millones de dólares en el equipo de Baloncesto de Puerto Rico Los Cangrejeros de Santurce.
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