Brad Parscale es un gigantón de barba rubia que destaca poderosamente en la peculiar caravana electoral de Donald Trump. Parscale se define como un "campesino de Kansas al que Trump dio una oportunidad. Cuando tuve éxito, él continuó recompensándome porque trabajé duro y mi éxito producía réditos a sus empresas”.
Este informático afincado en San Antonio se define como “un republicano de toda la vida” y luce orgulloso una foto en la Convención Nacional Republicana de 1996 con Bob Dole. Precisamente Dole, en una rocambolesca coincidencia, acompañó a su abuela, natural del pueblo de Russell, al baile de graduación de la escuela secundaria.
Su padre, no obstante, era un demócrata convencido que llegó a ocupar un cargo en la división de derechos civiles en 1974, presentándose incluso a candidato al Congreso por los demócratas. Se graduó en la facultad de Derecho y años después se hizo cargo de un restaurante en la localidad de Topeka, donde pasó su infancia Brad. Después su padre fue nombrado CEO de NewTek, una compañía de productos informáticos que se trasladó a San Antonio a finales de 1990.
Parscale comenzó fundando una pequeña empresa tecnológica en 2004 con una inversión de 500 dólares. Después de completar un nutrido porfolio de clientes locales, conquistó importantes contratos con empresas de mayor dimensión entrando en contacto con Trump Organization, que le encargó crear las páginas web de Trump Winery y la Fundación Eric Trump. Cuando Donald se planteó presentar su candidatura, telefoneó a Parscale para ofrecerle la dirección digital de su campaña, a la que el tejano accedió.
Trump planteó a Brad realizar campaña basada en una publicidad digital muy definida. Trump sabía que el votante de izquierdas era más afin a la televisión, pero ese medio lo tenía ampliamente cubierto. Hasta el punto que no invirtió excesivo dinero en publicidad televisiva por la enorme cuota de visibilidad que le daban los medios de comunicación.
Propuso unos objetivos demográficos, realizó encuestas y diseñó un plan publicitario digital para llevar su mensaje de Trump a los canales utilizados por los votantes que le interesaban
Parscale propuso alcanzar unos objetivos demográficos, llevando a cabo encuestas para determinar el nivel de apoyo a Trump en los diferentes puntos del país. Y a partir de ahí creó un plan publicitario digital para llevar el mensaje del candidato republicano a los canales más utilizados por el grupo demográfico elegido para ganar su voto. Para poner en marcha todo eso la empresa Parscale-Giles Inc., con sede en San Antonio, recibió 8,4 millones de dólares destinados a sufragar la campaña de Trump.
Mientras todo esto ocurría, Trump cambiaba de jefes de campaña, quitándose de encima al polémico Corey Lewandowski, para entregar el mando a Paul Manafort. Pero Brad se mantenía al margen de esas luchas de poder y protagonismo, moviéndose con inteligencia en las redes y en el mercado digital y dejándose ver en contadas ocasiones Washington o Nueva York.
Parscale defiende que “el señor Trump entiende el valor de las operaciones digitales y ha apoyado enormemente esta iniciativa que no es precisamente una apuesta tradicional pese a ir encaminada a una masa de votantes que sí lo es”. Lo que no ha conseguido Parscale es que Trump incluyese la agenda tecnológica en su programa electoral. De hecho, en un primer momento rechazó la herramienta digital y los Big Data para desentrañar el comportamiento y las costumbres de votos de los electores. Pero Brad le convenció y hoy el tejano es señalado como uno de los artífices del triunfo de Trump.
Una contienda dura en la que Brad se ha tenido que batir con el descomunal equipo tecnológico armado en Brooklyn por Hillary contratando algunos de los mejores talentos de Google, Twitter y Facebook. Preguntado por la clave de su éxito, Parscale sostiene que “ser un tipo no tradicional ha sido bueno para llevar adelante una campaña no tradicional”.
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