Hace 50 años, la forma de vender, comprar, y el funcionamiento del comercio tradicional daba un giro de 180 grados. Los inventores del código de barras -Joseph Woodland, Jordin Johanson y Bernard Silver- nunca se habrían imaginado la repercusión que tendría este pequeño encriptado, que permite identificar y reconocer un producto concreto dentro de la cadena logística.
A pesar de que el servicio y la utilidad del código de barras ha sido más que evidente -y continúa siéndolo- las tecnologías siguen avanzando y un nuevo método amenaza con hacerlo desaparecer. Esta nueva metodología aumenta las funcionalidades del código de barras y permite un doble objetivo: conectar a las empresas con el consumidor -facilitando la comunicación sobre sus productos y/o servicios- y ser escaneado en el punto de venta.
La tecnología que puede sustituir al código de barras
El proyecto en el que trabajan los profesionales aún está en desarrollo, pero lo cierto es que los usuarios y compradores ya lo han visto en multitud de ocasiones: se trata del código QR. El módulo, capaz de almacenar una gran cantidad de información, ya está presente desde hace años en bares, restaurantes y tiendas de toda España.
Leer el código es sencillo, y está al alcance todo poseedor de un smartphone o teléfono móvil inteligente. La aplicación de cámara suele contener un lector dedicado específicamente a este propósito, y en el caso de no tener esta opción, son muchas las aplicaciones gratuitas que permiten hacerlo.
La primera lectura del código de barras
A pesar de que la primera patente del código de barras fue creada en 1952, la primera lectura y uso de la tecnología ocurría en 1974: justo hoy, 26 de junio, se cumplen 50 años. Así, la cajera Sharon Buchanan era la encargada de hacer los honores y escanear el primer objeto, un paquete de chicles de la marca Wrigley que costaba 67 céntimos.
Tras este pequeño gesto, el uso de la nueva tecnología no paró de crecer hasta llegar al día de hoy, en el que se lee 6.000 millones de veces al día en todo el mundo. La codificación ha permitido automatizar y normalizar el proceso, dar una mayor fiabilidad a procesos como el paso por caja del consumidor o la gestión del stock en el almacén.
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