Cuando el pasado octubre el presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, José María Marín Quemada, compareció en el Congreso de los Diputados para hacer un balance de su gestión, reconoció la existencia de tensiones en el regulador, pero no quiso añadir más leña al fuego: “Vamos a esperar a que todo vaya encontrando su espacio y a darle tiempo” a un órgano “joven”, afirmó. El problema es que este conflicto interno ha ido in crescendo durante los últimos meses, hasta el punto de que tres reuniones de la Sala de Competencia han tenido que suspenderse debido a que dos de sus miembros se han declarado en rebeldía.
Estos dos consejeros son Fernando Torremocha y Benigno Valdés, quienes desde el pasado marzo han abandonado las reuniones del Pleno y de su sala cada vez que ha intervenido el director del Departamento de Promoción, Antonio Maudes. Alegan que han perdido la confianza en este directivo por determinadas decisiones que ha tomado en el ejercicio de su cargo que, en su opinión, prueban su falta de lealtad hacia el Consejo, según han detallado a Vozpópuli fuentes internas.
El problema es que, en tres ocasiones, su ausencia ha coincidido con la de María Ortiz o la de Josep María Guinart, dos miembros de la Sala de Competencia que tienen asignadas determinadas funciones de representación. Eso ha provocado que no existiera el cuórum necesario para tratar los asuntos del orden del día, según han precisado estos informantes.
La decisión que impulsó a Torremocha y a Valdés a iniciar este boicot contra Maudes se tomó hace nueve meses, cuando el Departamento de promoción publicó las conclusiones preliminares sobre un estudio relacionado con la economía colaborativa (Uber, Airbnb) sin informar al Consejo. Seis de los consejeros exigieron, entonces, que la continuidad de este directivo se sometiera a votación en el Pleno, algo que Marín Quemada rechazó, al alegar que la competencia de nombrar y destituir a los directores de la CNMC es suya.
Desde entonces, siempre que Maudes aparece en la sala, los dos consejeros rebeldes se marchan. Cuando eso ocurre, Marín Quemada los informa de que están incumpliendo la función que tienen asignada, por ley. “El Consejo actúa en pleno o en sala. La asistencia de los miembros del Consejo a las reuniones del Consejo es obligatoria, salvo casos debidamente justificados”, detalla la Ley 3/2013 en su artículo 16.1.
Pero el presidente de la CNMC no puede ir más allá, puesto que no tiene potestad para emprender medidas disciplinarias contra sus consejeros, pese a que su actitud haya dificultado -o imposibilitado en tres ocasiones- el correcto funcionamiento del organismo, según detallan otras fuentes del organismo.
Sueldos de más de 100.000 euros
Benigno Valdés, economista y profesor de la Universidad de Comillas-ICADE, percibe anualmente un sueldo de 108.000 euros, mientras que Fernando Torremocha, abogado, de 106.800 euros. Accedieron al súper-regulador en septiembre de 2012 y, pocos meses después, comenzaron a apostillar con votos particulares diversas decisiones tomadas por el organismo. Esto se interpretó en el Consejo como una forma de mostrar su rebeldía hacia Marín Quemada y su modus operandi.
El presidente de la CNMC no quiso dar excesivas explicaciones en su última comparecencia parlamentaria sobre el conflicto que mantiene con seis consejeros, entre ellos, Torremocha y Valdés. Ahora bien, en algunos actos públicos ha trasladado su deseo de que el regulador cuente con consejeros “capaces y del máximo nivel” para garantizar que este organismo sea transparente y riguroso, algo que ha generado malestar entre varios de sus miembros, que le han recriminado el estilo personalista y autoritario con el que dirige la institución. También su tendencia a sembrar las dudas sobre la profesionalidad y la ética de algunos componentes del Consejo.
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