Correos honra a Manuel Azaña dedicándole un sello el día en que el Rey cumple 56 años. La entidad estatal, ahora presidida por el exsecretario de Estado de Transportes y expresidente de Paradores Pedro Saura tras haber dejado Juan Manuel Serrano, su predecesor, un agujero estimado en cerca de 1.500 millones de euros, explica su homenaje al que fue presidente de la II República en que la suya es una personalidad singular, de las "más singulares" de España en el siglo XX.
Tan singular fue Azaña que es, por ejemplo, modelo político para alguien como el expresidente José María Aznar, nombró a Lluís Companys ministro de Marina en 1933, si bien años después se lamentó de la deslealtad del independentismo de los republicanos catalanes, y desarrolló una voluntariosa carrera como escritor plagada de títulos hoy del todo olvidados. Sobre esto último, ya avisó Miguel de Unamuno, en proverbial frase al menos atribuida al rector de Salamanca: "Cuidado con Manuel Azaña; es un escritor sin lectores, capaz de hacer la revolución para tenerlos".
El sello emitido ahora por Correos pertenece a la serie 'Personajes' y se puede adquirir en las oficinas de Correos. La tirada es de 115.000 unidades, con un valor postal de 1,70 euros cada una.
De Izquierda Republicana al Frente Popular
La nota de la entidad pone el énfasis en los aspectos más beligerantes del presidente de la II República durante la etapa previa a la Guerra Civil, después de haber liquidado los restos de su Izquierda Republicana para liderar un Frente Popular cuyo acceso al poder (en unos comicios, los de febrero de 1936, cuya limpieza ha sido cuestionada por alguna aportación historiográfica reciente) precipitó la guerra tras los asesinatos de José Calvo Sotelo y el teniente Castillo, y la propia sublevación de 18 de julio.
Así, por ejemplo, se destaca la adscripción del político alcalaíno al Comité Revolucionario que contribuyó a la instauración de la II República en 1931 tras la caída de la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
También incide en que en abril de 1934, ya en la oposición, consiguió la unidad de los partidos republicanos que desembocó en esa Izquierda Republicana, organización de la que fue elegido presidente. Y da cuenta igualmente de que, en octubre de ese mismo año, fue detenido por una implicación, que resultó falsa, en los sucesos revolucionarios de Asturias y Cataluña.
Azaña enfiló el camino del exilio para morir en Mountaban (Francia) en noviembre de 1940. Su testimonio sobre la guerra, 'La velada en Benicarló', escrito en la urgencia del éxodo republicano, es sin duda la gran aportación literaria de alguien que hubiera cambiado todos sus laureles políticos por un hatillo de esos lectores que nunca tuvo.
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