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Dieta sin fructosa: los alimentos que puedes comer (y los que no) si tienes intolerancia

Aunque son muchos los casos sin diagnosticar, cerca de la mitad de la población podría tener intolerancia a la fructosa, algo que obliga a modificar la dieta evitando determinados alimentos

En los últimos años, son muchas las alergias e intolerancias alimentarias que se han multiplicado. Tanto, que los expertos estiman que el 25 por ciento de la población padece alguna. Así, mientras la intolerancia al gluten o la lactosa son dos de las más conocidas, los casos de personas con intolerancia a la fructosa aumentan significativamente.

Ante esta realidad, y aunque las causas que las originan no siempre son claras, la doctora Guadalupe Blay, responsable del Gripo de Trabajo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia apuntó en el XXVIII Congreso Nacional de 2022: “La tendencia actual de comer menos verduras, frutas y legumbres, y más alimentos procesados, ricos en grasas y azúcares refinados, ha modificado la flora bacteriana, alterando el sistema inmunitario y las defensas, lo que ha influido en la reacción del organismo ante los agentes alérgenos, debido al desequilibrio interno que sufre. No ayuda tampoco el uso frecuente de colorantes, antioxidantes, conservantes, potenciadores del sabor, emulgentes endulzantes, espesantes y agentes aromáticos”.

Dieta sin fructosa: los alimentos que puedes comer (y los que no) si tienes intolerancia
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Qué es la intolerancia a la fructosa

Aunque aseguran que está infradiagnosticada, la Asociación Andaluza de Patología Digestiva apunta que entre un 40 y un 60 por ciento de la población de nuestro país padece intolerancia a la fructosa.

La fructosa es un azúcar simple que se encuentra de manera natural en las frutas y verduras, pero también en algunos endulzantes y alimentos procesados a los que es importante prestar atención, leyendo bien las etiquetas de su composición.

Según apuntan desde Mapfre Salud, la intolerancia a la fructosa “se debe a un déficit enzimático que da lugar a síntomas asociados a la ingesta de fructosa y su mala absorción en el aparato digestivo. Las personas que los sufren tienen dificultar para absorber la fructosa por las células del intestino delgado, debido a que la proteína transportadora específica de la fructosa, o bien no está presente, o se ha vuelto inactiva”.

Cuando esto ocurre, la fructosa pasa al colón, donde es fermentada por las bacterias intestinales, lo que provoca tanto la liberación de gases como otro tipo de molestias como hinchazón abdominal, diarrea o dolor.

La intolerancia a la fructosa es una alteración ocasionada por la deficiencia en las células del intestino delgado que puede estar provocado por diferentes motivos como enfermedades o infecciones, y ser permanente o transitoria. Erróneamente se confunde con la fructosemia, un trastorno hereditario “por el cual la alteración de uno o varios genes produce un déficit de la enzima que sintetiza la fructosa y se impide así la correcta metabolización de los alimentos que la contienen”, tal y como señalan desde Quirónsalud.

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Los alimentos permitidos y prohibidos en la dieta sin fructosa

Tal y como apuntan los expertos, la intolerancia a la fructosa no tiene por qué ser de por vida. Con un tratamiento enfocado a restablecer el equilibro intestinal puede llegar a solucionarse o al menos controlarse. Para ello, es importante consultar con un especialista que programe un plan de alimentación específico reduciendo o eliminando la ingesta de alimentos con este azúcar de la dieta.

Como es de imaginar, las frutas son los principales objetivos a evitar en las dietas sin fructosa, sobre todo las más maduras. Así, aunque todas las frutas tienen, en mayor o menor medida, este azúcar, aunque las que mayor cantidad tienen son las manzanas, peras, ciruelas, dátiles, uvas, melocotón y chirimoyas. En el otro lado encontramos las que menos ofrecen, como el aguacate, el coco, el mango, la papaya, la naranja o el albaricoque.

Pero la fructosa no es exclusiva de la fruta, también la encontramos en verduras como la remolacha, la cebolla, los espárragos, las alcachofas o los champiñones. Las personas con intolerancia sí pueden consumir pepino, rábano, canónigos, acelgas o espinacas. Además, si las verduras se cuecen, pierden parte de su cantidad de fructosa.

Además, encontramos otros alimentos a los que conviene renunciar como las salsas comerciales, la miel, las bebidas edulcoradas y las carnes o pescados procesados.

Con las legumbres también hay que tener cuidado, ya que algunas como los guisantes, los garbanzos o las judías blancas tienen mala tolerancia por su alto contenido. Algo que también ocurre con frutos secos como almendras, pistachos, avellanas o anacardos.

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