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El documental de premio sobre Unzué y la ELA

Te pide el cuerpo escribir sobre este artefacto de Benidorm Fest que emitió con éxito (por fin) TVE. O te pide volver a analizar la presencia de corruptos en televisión

Te pide el cuerpo escribir sobre este artefacto de Benidorm Fest que emitió con éxito (por fin) TVE. O te pide volver a analizar la presencia de corruptos en televisión porque Maite Zaldívar ha salido en Telecinco como su ex marido. Pero es imposible hacerlo porque te gobierna y te obsesiona otra cosa que has visto en la tele. Una de esas cosas que no olvidarás en mucho tiempo.

No podrás olvidarla porque, aparte de los méritos televisivos que tiene técnicamente hablando, que no son escasos ni mucho menos, te tocó el corazón como pocas veces te ha afectado algo que hayas visto en la pantalla desde el sofá.

Te tocó y aún te toca el corazón porque su protagonista da una lección de vida, de superación, de humor y de alegría que te golpea, te remueve y te sorprende en cada fotograma. Porque su ejemplo de vitalidad frente al momento adverso por el que está pasando te conmueve casi tanto como cualquiera de tus vivencias difíciles o tus recuerdos oscuros.

Te obliga a ahuyentar las tonterías y a pensar en lo verdaderamente importante. Te dibuja una realidad cruel, la de la ELA, pero con una mirada hermosa que no es impostada

Porque por un momento te opaca el cinismo propio del oficio y te devuelve la fe en la especie. Porque te obliga a ahuyentar las tonterías y a pensar en lo verdaderamente importante. Porque te dibuja una realidad cruel, la de la ELA, pero con una mirada hermosa que no es impostada. Porque te empuja a gritar que viva la vida.

Te quieres convencer de que tal vez exageres. Pero cuando reparas en sus virtudes, como la originalidad en el enfoque, la precisión en cada plano, la cuidada producción o la abrumadora bondad que transmite, te das cuenta de que te quedabas corto en tu juicio, puesto que esta obra, por todas esas razones y por otras, merecerá uno o varios premios en el futuro.

Te resistes a escribir de ello porque temes que te tilden de blandengue, sensiblero, buenista o empalagoso. Porque te invade un sentimiento de pudor o vergüenza que tal vez provenga de que emocionarse así se juzgará como una ñoñería en Twitter o de que lanzar demasiadas alabanzas está mal visto cuando escribes una crítica o de que lo sentimental parece proscrito en los medios.

Te rindes, finalmente, porque el documental de Informe+ en Movistar sobre Juan Carlos Unzúe, Vivir valELA pena, es una maravilla inolvidable. Y, tras volver a verlo, escribes lo que buenamente puedes mientras calmas tus lágrimas felices.

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