En menos de una semana, el Golfo de Cádiz ha registrado dos terremotos de magnitud 3,7, generando inquietud en la región. El último ha ocurrido en el Golfo de Cádiz y a 17 kilómetros de profundidad. Este sismo se detectó en las coordenadas 36.5710 latitud y -7.6952 longitud, a las 17:39 horas de la tarde del martes, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Se trata del segundo temblor en pocos días con características similares.
El anterior terremoto sucedió el 6 de noviembre, con una magnitud también de 3,7 grados, aunque su epicentro se encontraba a mayor profundidad, unos 34 kilómetros, y en unas coordenadas ligeramente distintas: 36.4587 latitud y -7.7346 longitud. Ambos eventos llaman la atención por su proximidad en el espacio y el tiempo y por el temor a tsunamis que puedan afectar al litoral de Huelva y Cádiz.
Sin embargo, desde el IGN llaman a la calma. “No hay que dar mayor trascendencia, son fenómenos que ocurren con regularidad en esta región”, explica a Voz Pópuli Vicente Cantavella, director de la Red Sísmica Nacional del IGN. No obstante, desde la entidad científica recuerdan la importancia de ser conscientes de que el riesgo cero no existe.
A estos dos terremotos en el Golfo de Cádiz se suman otros sismos más importantes. Uno de ellos, esta misma mañana en la región de las Azores y el Cabo de San Vicente, con una magnitud de 4 y a 18 kilómetros de profundidad. Además, el 24 de octubre hubo otros dos episodios en las Azores-Cabo de San Vicente, ambos rondando una magnitud de cuatro.
El episodio más importante sucedió en el Atlántico, al sur de Lisboa, el pasado verano, el 26 de agosto. En ese caso, alcanzó una magnitud de 5,5, que hizo que sí fuera perceptible en varias localidades de Huelva y hasta en puntos de Marruecos. Con un epicentro a 28 kilómetros de profundidad, su intensidad despertó a varios vecinos del litoral onubense, como Nuevo Portil, donde los testimonios de veraneantes hablaban incluso de camas en movimiento.
Sin suficiente intensidad para generar tsunamis
A pesar de la reiteración de estos episodios, siempre que los sismos estén descargando una magnitud de energía de este calibre, con 5,5 como máximo, no hay riesgo de tsunamis. Para que un sismo derive en la creación de oleaje importante es necesario que el sismo rebase la magnitud 6.
Cantavella recuerda que estas zonas son testimonio de grandes sismos históricos que pueden volver a producirse. Hay una línea de eventos sísmicos que nos lleva desde las Azores al Golfo de Cádiz, norte de Marruecos, Mar de Alborán, “es ahí donde se concentra la mayor parte de la actividad sísmica, en la fricción de las placas euroasática y africana”.
Las placas están compuestas por masas rocosas rígidas que, a una profundidad de 30 kilómetros, ejercen presión y liberan energía. Esa energía se transmite a la superficie en forma de terremoto. El hecho de que se estén produciendo de manera reiterada sismos de baja intensidad en el mar, sin riesgo de generar tsunamis, en principio es positivo, “ya que cabe pensar que sí alivia la liberación de esa energía acumulada en el interior”, explica Cantavella. Sin embargo, el director de la red Sísmica advierte de que no esto no implica que se diluya el riesgo: “el problema es que no podemos saber la magnitud de la energía que se está acumulando, no existen estimaciones en este sentido”.
El paso de escalafón en las medidas de magnitud es exponencial. Es decir, un sismo de magnitud 7 libera la misma energía que acumularían 30 sismos de magnitud, sin saber la fuerza que hay en el interior, “no podemos llegar a decir que los pequeños terremotos nos traigan tranquilidad”.
Es decir, los terremotos recurrentes que se han registrado en las últimas semanas son comunes y están contemplados por los sistemas de alerta. Además, hasta el momento no tienen efectos, de hecho, apenas podemos considerarlos perceptibles por la población.
La intensidad grado 3, tal como describe el Instituto, implica que el temblor es perceptible dentro de los edificios, especialmente por personas en reposo, que pueden llegar a sentir un leve balanceo. No obstante, la naturaleza de los hechos sísmicos no puede llamar a bajar la guardia, “después de todo, los terremotos son impredecibles”, confiesa Cantavella.
En el Golfo de Cádiz y la costa atlántica, la actividad sísmica no es inédita, de hecho, con el marco histórico del maremoto de Lisboa de 1755, la amenaza de un tsunami en estas costas andaluzas tiene algo extraño entre lo familiar y lo mitológico. No obstante, existe una creciente inquietud desatada por la reciente frecuencia y magnitud de los últimos temblores recientes.