El sector de la biotecnología marcha viento en popa. Según el Informe Asebio 2016 de la Asociación Española de Bioempresas, en 2015 se contabilizaron 3.000 compañías dedicadas directa o indirectamente a actividades vinculadas con biotech, una cifra sólo alcanzada entre 2011 y 2012. Además, los gastos internos en innovación de dichas empresas también crecen vertiginosamente, con un máximo histórico de 578 millones de euros en ese año, un 8% más que en 2014. Esta vertiente está relacionada con la propiedad industrial, las patentes y las publicaciones científicas; y en las últimas tiene mucho que ver Biotechnology Institute (BTI).
La multinacional española fue, por segundo año consecutivo, la que más publicaciones divulgó en 2015, superando la treintena, un número difícil de alcanzar. Desde su creación en 1989, BTI invierte gran parte de sus esfuerzos y recursos en actividades de I+D. De hecho, los ingresos provenientes de estas investigaciones los reinvierten íntegramente en nuevos estudios clínicos para no dejar nunca de generar conocimiento. Y a pesar de tener filiales repartidas por todo el mundo y distribuir sus productos en más de treinta países, la sede central sigue en Vitoria, su ciudad natal.
No es de extrañar teniendo en cuenta que su presidente y director científico, Eduardo Anitua, es un gurú mundial en lo que a biomedicina se refiere. Aunque su área de negocio inicial fue la implantología y la rehabilitación oral, su gran logro es la Medicina Regenerativa con Plasma Rico en Factores de Crecimiento. Esta técnica le ha conducido al tratamiento de deportistas de élite y a la exploración de otras muchas patologías. Anitua es miembro activo de más de 20 sociedades científicas de prestigio, autor de diez libros y poseedor de numerosos galardones, entre los que se encuentran el Premio Nacional del Deporte o el Premio Nacional a las Artes y las Ciencias Aplicadas al Deporte.
En 1989 fundas BTI. ¿De dónde surge esa iniciativa?
Yo era profesor de universidad y en mi campus, el de la Cirugía Oral, se hacía muy poca investigación, o mejor dicho no se hacía. Entonces decidí crear un laboratorio y una empresa para tener una infraestructura que nos permitiera crecer científicamente. En aquellos años, en España la investigación biomédica no era algo que tuviera mucho reconocimiento ni mucha infraestructura.
Ahora es una de las multinacionales con más reconocimiento científico dentro del sector biotecnológico. ¿Cómo lo habéis hecho?
Como decía el otro, creo que lo hemos hecho bien (ríe), con un criterio un poco diferente a la mayor parte de las empresas. BTI no nace como una empresa mercantil, con la idea de generar beneficios económicos, sino con la idea de generar conocimiento científico y responder científicamente a muchas preguntas que teníamos. Eso quizás es lo que nos diferencia fundamentalmente de otros laboratorios.
Lo más importante es que conseguimos que tejidos que nunca se regenerarían, lo hagan
¿Por dónde comenzaste?
Yo fui de los pioneros en este país en el año de implantología oral, que era una nueva especialidad en la que estaba todo por descubrir, en la que teníamos muchísimas incógnitas y en la que el conocimiento científico no nos satisfacía. Creía que se podía hacer mucho mejor. Comencé a investigar y he desarrollado muchas patentes, muchas técnicas quirúrgicas.
Después, para poder tratar a los pacientes que habían perdido sus dientes y el hueso de soporte, pensé en una estrategia para regenerarlo in situ. Hasta entonces, lo que se hacía era sustituirlo. En aquella época no había ninguna técnica biotecnológica que se centrara en la regeneración ósea y hemos sido pioneros en el mundo en desarrollarla. Y en esa estrategia me puse a trabajar hace ya 25 años.
La medicina regenerativa con plasma enriquecido es vuestro gran logro. ¿En qué consiste?
Consiste en regenerar in situ y a través de nuestras propias proteínas un tejido que hemos perdido. Se basa en tres principios: aportar células, aportar matrices para que puedan crecer las células, y aportar proteínas. Por tanto, se trata de entender cuál es el proceso de regeneración del organismo, cuáles son sus capacidades, y aplicar los conocimientos localmente en el lugar que sea necesario.
Cuando comencé con la investigación, todo el mundo estaba focalizado en desarrollar unas proteínas que favorecieran la regeneración de los tejidos, buscando un gran negocio. Nuestro objetivo fue buscar la mejor técnica posible: a partir de nuestras propias proteínas, que las obteníamos de nuestra propia sangre. Esa ha sido nuestra estrategia, probablemente el mayor avance en la regeneración de tejidos de los últimos 20 años.
Ya trabajamos en el área de la ortopedia, por patologías degenerativas; o en piel, en el caso de úlceras diabéticas
Habéis disminuido muchísimo el tiempo de regeneración, ¿no?
Sí, es importante que reportemos los tiempos de recuperación de un tejido, pero lo más importante es que conseguimos que tejidos que nunca se regenerarían lo hagan. Y lo mismo que te hablo del hueso en la boca de un paciente que ha perdido un diente, te puedo hablar de un paciente con artrosis de rodilla; con patologías degenerativas como la hernia discal; o con el ojo seco, con una patología degenerativa en la córnea. En este último caso, conseguimos hacer un colirio personalizado con una mínima extracción de sangre para que regenere su córnea.
Entonces, es trascendente que disminuyamos el tiempo de regeneración de los tejidos, por ejemplo, en el caso de los deportistas, que se recuperan en la mitad de tiempo; pero quizás es mucho más importante que ese deportista no se vuelva a lesionar en ese tejido. Y luego, lo más trascendente no es que un deportista se recupere, sino que una persona de setenta años pueda recuperar su función con una patología articular.
En el mundo deportivo, ¿ha habido algún caso especialmente anecdótico?
Anécdotas hay muchísimas y casos mediáticos también. Esta técnica la están utilizando todos los equipos de primera división y olímpicos del mundo cuando un deportista tiene una lesión en un ligamento, en un tendón o en un músculo. Pero es mucho más anecdótico y trascendente el hecho de haber mejorado la calidad de vida de todo el mundo, no solo de deportistas, desarrollando terapias biológicas en diferentes tejidos y áreas de la medicina. Lo mismo que en el caso de la cirugía oral, por pérdida de piezas o enfermedades periodontales; ya trabajamos en el área de la ortopedia, por patologías degenerativas; o en piel, en el caso de úlceras diabéticas que en muchos casos iban a terminar en amputación.
No hay barreras ni límites, los científicos competimos contra los científicos del resto del mundo
Después de tantos años, BTI sigue siendo una empresa dedicada a la investigación. Todo lo que ganáis lo volvéis a invertir en I+D.
BTI aporta al mundo científico su conocimiento, y para ello hay que hacer inversiones muy importantes en investigación y equipamiento. Hace 25 años éramos cinco investigadores, luego fuimos 10, ahora somos 50 y si tuviéramos más medios seríamos 100; pero la investigación biomédica es un trabajo de muchos años. Conseguir una técnica que se está aplicando actualmente en más de 40 países es un esfuerzo enorme, pero seguimos invirtiendo todos los beneficios que conseguimos porque tenemos muchos retos por delante e incógnitas que queremos resolver.
Este año habéis superado las 30 publicaciones científicas.
Sí, llevamos cinco años siendo una de las empresas con más publicaciones científicas, pero lo importante no es la cantidad. En estos momentos, en el área de la cirugía oral, uno de nuestros trabajos en los últimos 18 años es el trabajo más citado en el mundo. Por tanto, no es sólo que publiquemos mucho sino que nuestros trabajos son la referencia en el mundo. Y ahí competimos con el 'mundo mundial', no hay barreras ni límites, los científicos competimos contra los científicos del resto del mundo.
Vitoria es una ciudad conocida internacionalmente a la que todos los años vienen miles de médicos
Estáis presentes en diferentes países pero vuestra sede sigue en una ciudad mediana como Vitoria, ¿por qué?
Lo que es evidente es que en Vitoria no es más fácil hacer las cosas, es más difícil encontrar y traer investigadores de diferentes puntos del mundo o España a vivir aquí. Pero yo soy de Vitoria y he considerado que no porque tengamos éxito científico me tengo que expatriar, podemos llevar ese éxito a nuestras ciudades. Vitoria es una ciudad conocida internacionalmente a la que todos los años vienen miles de médicos de 30/40 países a aprender con nosotros, a nuestro centro de formación permanente.
Es lo mismo que preguntarse por qué estar en España. Pues creo que es bueno que el conocimiento que hay aquí no se vaya fuera, y te garantizo que ha habido muchas multinacionales que nos han querido comprar o ayudar a trasladarnos a otro lugar del mundo y nuestra idea siempre ha sido permanecer aquí.
La imagen de marca de España está muy deteriorada, y eso es un hándicap importante
¿Alguna vez te has planteado vender la empresa?
La tentación de monetizar la investigación siempre puede estar ahí, pero en nuestro caso hemos antepuesto el hacer el bien al vivir bien. Es bueno para el país que Eduardo Anitua haya querido seguir investigando y no monetizar. Todo esto exige un esfuerzo personal y familiar enorme, yo estoy de vacaciones y todos los días le dedico unas cuantas horas al trabajo.
¿Cuál es el reto de la biomedicina en España?
Creo que crear empresas de biomedicina no es fácil pero es algo bastante accesible, lo verdaderamente difícil es consolidarlas y conseguir que tengan un producto competitivo que se pueda exportar al mundo. La imagen de marca de España está muy deteriorada, y eso es un hándicap importante.
Yo siempre digo lo mismo: si uno se va a poner un marcapasos y te dan la opción de que éste sea alemán o esté hecho en Turquía, por lo generar la gente prefiere el primero. Pues yo me he empeñado en que la gente, cuando se va a poner un implante dental o se tiene que hacer una técnica de regeneración, valore que los laboratorios españoles tienen una imagen de marca, y que vaya siendo reconocido en el mundo.
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