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'El cazador de recompensas': Walter Hill regresa al western con una película descafeinada

El director de 'Forajidos de leyenda' y productor de 'Alien' dirige a Christoph Waltz, Willem Dafoe y Rachel Brosnahan en su nueva cinta

Walter Hill, director de Forajidos de leyenda (1980), regresa al género con el que comenzó en el guion y que más tarde le dio la oportunidad de acariciar una Palma de Oro: el western. El realizador estadounidense, que en enero cumplió 81 años, se rodea de un elenco sobresaliente para su nueva aventura en el oeste americano, encabezado por el austriaco Christoph Waltz y los estadounidenses Willem Dafoe, Rachel Brosnahan y Hamish Linklater. Sin embargo, a pesar de tener a John Ford entre sus referentes estilísticos, en esta ocasión no logra la emoción que el director de La diligencia sí consiguió.

Hill lo tiene todo para triunfar en esta ocasión: un reparto dispuesto a brillar y a moverse en una narración clásica, una producción con momentos crepusculares y un género, el western, que por sí solo suma suficientes credenciales para llegar al aprobado e, incluso, al notable. Sin embargo, y a pesar de su indudable capacidad para desenvolverse en las escenas de acción, no acierta y, lo peor, aburre.

En esta película hay partidas de póker, duelos, látigos, pistolas, venganzas, recompensas, invitaciones a morder el polvo e incluso momentos en los que uno ha de ganarse el respeto a tragos de whisky barato, así como largos recorridos a caballo entre cañones y otros paisajes. No falta ni uno de los clichés del cine que popularizaron entre otros el mencionado Ford, William Tyler o Howard Hawks y, por momentos, se queda tan solo en eso, en una sucesión de momentos demasiado repetidos y reconocibles.

No falta ni uno de los clichés del cine que popularizaron entre otros el mencionado Ford, William Tyler o Howard Hawks y, por momentos, se queda tan solo en eso, en una sucesión de momentos demasiado repetidos y reconocibles

El director de otros clásicos como Los amos de la noche (1979) estrenó El cazador de recompensas en el festival de Venecia, donde participó en la sección oficial fuera de concurso, pero allí no tuvo el recibimiento que esperaba y a pesar de los retoques posteriores, no convenció a nadie. Ahora, llega a los cines españoles este viernes con pocas garantías aunque, al menos, puede decirse que cuenta con un aprobado ajustado.

El cazador de recompensas: ni emoción ni diversión

Para esta redactora de Vozpópuli, la emoción y también diversión que uno espera en un western se diluye por completo en esta película incluso en la primera parte, cuando la propuesta narrativa deja abiertas las posibilidades y todo puede ocurrir. La historia, sin embargo, es predecible y avanza a un ritmo tan lento que no queda otra opción que remarcar con dramatismo todo lo que ocurre, por lo hablar de los inexplicables fundidos a negro de los que abusa sin motivo aparente. Y, por supuesto, esto no funciona.

El elenco, brillante y lleno de recursos, como uno puede imaginar al observar el currículum de los actores, sobreactúa y pierde su mirada en ese lugar al que no queda claro si su director quiere dirigirse: un ligero humor o una indecisión. A pesar de todo, Christoph Waltz consigue salir indemne del caos dramático de una película que, a pesar de contar con momentos interesantes y atractivos, se pierde pronto en un constante ir y venir de errores.

El cazador de recompensas -que no hay que confundir con la película homónima de 1954 dirigida por André De Toth- puede considerarse, por ser un western, una película con cierta dignidad. Pero del mismo modo, por tratarse de un western, debería hacer justicia con el género. Da la sensación de que Walter Hill ha sido demasiado ambicioso o, más bien, ha querido abarcar más de lo que podía funcionar y el resultado es mediocre. Qué importantes son entonces las palabras de John Ford, quien, entre sus muchos consejos, siempre abogó por la sencillez en la planificación y por dedicar más tiempo a los actores y a los diálogos y menos a la cámara.

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