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Francisco Doblas, experto en cambio climático de la ONU: “Los políticos no han estado a la altura”

Las medidas inmediatas son necesarias para convivir con fenómenos extremos, aunque la Dana no pueda aún ser atribuida al cambio climático

El análisis científico se impone ante la aplastante realidad: Viviremos con más inundaciones, con más fenómenos meteorológicos extremos y con olas de calor y sequías prolongadas. Francisco Doblas lleva años divulgando esta evidencia desde el panel de expertos en cambio climático de la ONU valiéndose de la tecnología más potente en el Barcelona Supercomputing Center. 

Conversamos con él en Sevilla mientras el barro sigue cubriendo Valencia y el conteo de víctimas no cesa. No puede evitar un tono áspero, “los servicios meteorológicos ya habían advertido de lo que iba a pasar hace días”. Doblas destaca la extremada exactitud proporcionada por los servicios de predicción, “esta Dana ya era evidente”.  

Pero el tono se ensombrece al hablar de las medidas adoptadas ante las evidencias meteorológicas, “desgraciadamente, los políticos no han estado a la altura y no saben gestionar”, dice en un evento programado desde hace semanas sobre las causas e impactos del cambio climático antropogénico, en la Universidad de Sevilla.  

Doblas confirma que “tormentas como las vividas irán a más, y esa información ya la tienen desde hace tiempo y con una exactitud extrema los sectores económicos y poderes políticos”, explica en alusión a los 6 informes de la ONU; Doblas es considerado uno de los científicos más influyentes de España. Ha participado en los dos últimos informes del IPCC de la ONU, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que reúne a 721 científicos de todo el planeta, 17 de ellos españoles.  

Además, Doblas lidera investigaciones con ‘MareNostrum’, uno de los supercomputadores más potentes de Europa con el que realizan simulaciones a partir de los efectos de gases de efecto invernadero en superficie terrestre y marina. Ahora, analizarán lo sucedido con esta DANA, midiendo cómo habría sido esta tormenta a principios del siglo XX en comparación a las condiciones atmosféricas actuales, “nos permite pensar en cómo pueden expresarse estos fenómenos extremos en un futuro próximo”. 

Las investigaciones de los patrones de conducta meteorológicos de Doblas son “a posteriori, a modo de autopsia”. Se apresura a recalcar que la DANAS no puede ser atribuida aún al cambio climático, “quien lo afirme miente”. Para atribuir este hecho al cambio climático hace falta establecer análisis y procesos científicos, porque la ciencia es “el mejor respaldo” para tomar decisiones

Una de las conclusiones que sí es fehaciente a estas alturas es “la culpabilidad humana” en la evolución del cambio climático en los últimos 2.000 años y, especialmente, en los últimos 70 años. Ante ello, “necesitamos medidas reductoras –de emisiones- rápidas e inmediatas", porque la realidad es que la temperatura media en el mediterráneo occidental ya subió 2º, cuando el ascenso global es de 1.2º. 

Las riadas vistas desde Sentinel el día 30

La cruda realidad del arco mediterráneo  

A menudo solemos pensar en el cambio climático como algo que afectara a las islas de la Polinesia o a los casquetes polares. Pero vivimos en el arco mediterráneo, zona de especial exposición. El Mediterráneo tro punto de interés en los análisis del IPCC por estar en una latitud al norte del subtrópico que se está calentando, pero en donde las precipitaciones están disminuyendo, algo poco común en el planeta. 

Las sociedades mediterráneas estamos protagonizando un incremento de la temperatura “por encima de la media global, el incremento es de casi el doble y además, tenemos un descenso de las precipitaciones y un aumento de los fenómenos de precipitaciones intensas”, es decir. Sequías prolongados y terribles DANAS: debemos acostumbrarnos. 

Pero Doblas, acostumbrado a navegar entre corrientes turbulentas como son la administración política y las resoluciones científicas en la ONU destaca “la falta de colaboración” que hay en el mediterráneo entre países europeos y, sobre todo, con el litoral sur magrebí, ahí está el drama de la tormenta Daniel en Libia, “allí la señal de expresión del cambio climático es mucho más fuerte”. 

Convivir con el cambio climático  

El discurso de los investigadores puede resultar distante del drama que padecemos a estas alturas, pero debe ser atendido para adoptar medidas de convivencia. Si las inundaciones serán más frecuentes, no podemos seguir ignorando esa realidad en el urbanismo, porque “los cambios son generalizados, rápidos y cada vez más intensos, y eso es algo sin precedentes en miles de años”, valora Doblas. Ignorar el cambio climático -y mucho menos negarlo- no es una opción. 

Es preciso adaptar la ordenación territorial, solo en 2021, según los Planes de gestión del riesgo de inundación, había casi mil centros escolares, 45 hospitales y hasta 2.7 millones de españoles residiendo en zonas inundables.  

Prácticas como construir en zonas inundables, en las márgenes de ríos, quitar la vegetación de riberas que frena escorrentías, ocupar los frentes dunares en el litoral... son prácticas normalizadas en todo el mediterráneo español que multiplican los riesgos.  

Si el cambio climático provocará más DANAS -más allá de que este caso sea atribuible al cambio climático- sí podemos señalar qué nuestros cambios en el territorio agravan los fenómenos meteorológicos.  

Doblas recuerda que los fenómenos preocupantes son inevitables, “los sucesos extremos serán más frecuentes” y eso implica en nuestra región mediterránea más sequías o más olas de calor, “en una ciudad como Sevilla, los 41º que hoy predominan en olas de calor llegarán a mitad de siglo a los 50º”. También el litoral, según los cálculos del IPCC se verán afectados. El nivel del mar aumentará 40 centímetros en un siglo y, recalca Doblas, nuestro litoral no está listo para esta realidad. 

Ante esta realidad, Doblas propone soluciones sencillas que vienen validad por su aplicación en otras regiones del mundo, “me cuesta entender porque en ciudades andaluzas no hay más tejados con placas solares, está demostrado el efecto positivo del autoconsumo en la adaptación”.  

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