La iglesia española perdió ayer una nueva oportunidad de apoyar radicalmente al Papa Francisco y apostó por renovar al moderado Ricardo Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal.
Los obispos han preferido viajar cómodamente a rebufo y seguir la corriente de Roma en vez de comprometerse y empujar las reformas del Papa, cada vez más atacado por los conservadores.
El cardenal Cañizares, muy criticado en los últimos tiempos por su postura ante los refugiados y los gays, fue el segundo en las votaciones. Logró 20 votos frente a los 52 de Blázquez y sacó de la vicepresidencia a Carlos Osoro.
En tercer lugar (4 votos) quedó Carlos Osoro, cardenal arzobispo de Madrid, que representa la cara más cercana al Papa y para muchos encarna un reformismo muy parecido al que Tarancón forzó en los tiempos de la Transición.
El tándem Blázquez presidente y Cañizares vicepresidente ya funcionó hace doce años, pero el cardenal arzobispo de Valladolid no cree que sea volver a tiempos pasados.
La iglesia española no quiere aventuras y apuestan por mantener a un Ricardo Blázquez que va a tener trabajo en los próximos meses. Se parece en muchas cosas a Rajoy. No le gusta el ruido y prefiere ir despacio.
La reelección le llega cuando prácticamente le tocaba, dentro de algunas semanas, la jubilación, por lo que la presidencia le asegura tres años más como cardenal de Valladolid.
Los problemas
Blázquez tiecieron los datos de la audiencia de la Misa del pasado domingo y hubo sorpresa. La campaña con mensajes de teléfono de los fieles católicos y del PP para que los ciudadanos encendieran la tele el domingo ha triplicado la audiencia. Más de 1,2 millones de personas y un 21% de cuota de pantalla.
La elección de Cañizares es para muchos un paso atrás. Sus palabras sobre los peligros que se cernían sobre Europa por la llegada de refugiados no fueron un ejemplo frente a las del Papa Francisco
La segunda batalla más importante que deberá afrontar el reelegido Blázquez es el ataque a los conciertos educativos que ha iniciado Podemos y que sin duda apoyará el PSOE cuando se abra el melón constitucional porque ya lo está haciendo en Andalucía.
La elección de Cañizares como número dos es para muchos un paso atrás. Sus palabras sobre los peligros que se cernían sobre Europa por la llegada de refugiados no fueron un ejemplo frente a las palabras del Papa Francisco. El Papa llegó a calificar de “escándalo” la actitud de Europa frente a las muertes de cientos de personas en el Mediterráneo.
Ayer, algunos medios de izquierdas titulaban: “El homófobo Cañizares, número dos de la Iglesia española”. Sus palabras sobre los gays o sus declaraciones de que “adoctrinar a los niños en ideología de género es una maldad” no cuadran mucho con un Papa que no hace distinciones sobre la condición sexual de los hombres.
Por si fuera poco la victoria de los moderados, Jesús Sanz, obispo de Oviedo, se ha colado en el comité ejecutivo de la Iglesia importante en el día a día.
Sanz es hombre de Rouco, que desde su retiro dorado mantiene gran influencia entre los más conservadores de una Iglesia a la que les hace poca gracia las reformas del Papa Francisco. Algunos lo ven, incluso, como una alternativa si la batalla de la Educación exige que se radicalicen las posturas.
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