¿Cómo detectar la radicalización de un preso musulmán? El 'Plan Nanclares' para presos yihadistas puesto en marcha por el Ministerio del Interior enumera hasta 14 indicadores "personales" y "colectivos" para detectar entre la población reclusa que profesa el Islam a aquellos internos que han dado los primeros pasos hacia la violencia terrorista. El 'Programa marco de intervención en radicalización violenta con internos islamistas', adelantado este martes en exclusiva por Vozpópuli, destaca que "resulta fundamental la identificación de elementos que pudieran indicar un proceso" en este sentido y detalla, por ello, qué cambios de apariencia o de actitud de dichos internos deben tener en cuenta los funcionarios de las cárceles para dar la voz de alarma. Eso sí, también resalta que dichos indicadores no deben tenerse en cuenta "de manera aislada [...] con el objetivo de evitar conclusiones arbitrarias y/o erróneas".
Entre los "indicadores individuales", el informe de Prisiones destaca la "apariencia física" con mención al uso de barba, prendas blancas, pelo corto y afeitado del cuerpo
El documento, distribuido el pasado 25 de octubre de manera confidencial a los directores de los centros penitenciarios españoles por su máximo responsable, Ángel Yuste, recuerda que "los procesos de radicalización no se producen de forma inmediata", sino "a través de la progresiva exposición a ciertas variables en una situación de especial vulnerabilidad" en la que se encuentran numerosos de los reclusos musulmanes encarcelados por delitos comunes. De hecho, considera que fundamental adelantarse a los "procesos de persuasión coercitiva" que se puede dar entre rejas dada la "frecuente llamada a la afiliación y a la militancia" que practica el radicalismo islámico "en el contexto penitenciario". "En procesos de captación y radicalización, el fortalecimiento de la identidad colectiva sirve para crear un sentido de pertenencia indudable, hasta que el sujeto acaba adoptando la conciencia del grupo como conciencia propia", alerta el 'plan psicológico' de Interior. A finales de octubre, ya se había detectado 80 de estos casos de radicalización.
Por ello, para detectar estas situaciones en sus primeros estadios, el nuevo documento detalla 14 "indicadores individuales y colectivos" que deben disparar las alarmas. Entre los primeros, señala los cambios en la "apariencia física" y especifica la presencia de "barba, pelo corto, uñas, afeitado del cuerpo, prendas blancas, no presencia de tatuajes, callosidad en la frente [por la práctica habitual de los rezos islámicos], pérdida de peso, afeitado ocasional de otras partes del cuerpo, etc". En segundo lugar sitúa las variaciones en el comportamiento individual, con un "cambio en la práctica religiosa, rezos en solitario, meticulosidad, rigidez en la alimentación, tendencia al ascetismo, disposición ordenada del material religioso".
Cambios en el lenguaje
Como tercer "indicador individual", los expertos de Interior sitúa el "cambio de carácter". Bajo este concepto enumeran la "agresividad, austeridad, retraimiento y polarización social, cambios de actitud hacia los demás empleados vocablos del tipo 'hermano', 'infiel, 'impío', etc". El cuarto detalle a tener en cuenta para detectar esta supuesta radicalización de presos son los "cambios en sus temas de interés". Así, el 'programa' alerta sobre la "retórica religiosa" y "política" y la "selección de medios de comunicación afines a su ideología" y el "interés por todo lo relacionado con la época de los comienzos del Islam". Como quinto y último elemento "personal" a tener en cuenta, Instituciones Penitenciarias introduce "factores psicológicos", que van desde "sentimientos de rabia y agravio personal" hasta "el consumo de tóxicos". No obstante, este último detalle lo considera "posible", pero "no frecuente".
Interior alerta de que el uso por parte de los presos musulmanes de vocablos como "hermano", "infiel" o "impío" puede ser un indicador más de su radicalización
A continuación, el informe detalla nueve "indicadores colectivos" a tener en cuenta. En primer lugar, la "formación de grupos reducidos" integrados por "musulmanes en su práctica totalidad". En segundo, la "existencia de un líder que asume el rol de inspirador y conductor de la práctica religiosa". También considera un elemento a tener en cuenta las "actividades limitadas y en torno a grupos reducidos", así como la "no relación frecuente con funcionarios" o la "no relación fluida o normalizada con mujeres profesionales del centro [penitenciario]". Como quinto elemento sospechoso, sitúa la "práctica de la oración colectiva".
A ello se une la admisión en dichos grupos de "nuevos delincuentes" y, más en concreto, de "delincuentes vulnerables de radicalización de origen musulmán, jóvenes con ascendencia musulmana o joven conversos al Islam", incluidos los de "nacionalidad española". El séptimo "indicador colectivo" a valorar por los funcionarios es la "posible relación con otros internos condenados por pertenencia a otras organizaciones criminales o terroristas". A ello se suma las "prácticas de purificación tras el contacto con los infieles" y, en último lugar, la "rebeldía o rechazo a algunas normas penitenciarias". En este último punto, el informe señala que entre estos hechos "no se descartan historias de intentos de fuga".
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación