Las lagartijas ibéricas toleran mejor de lo que se pensaba la variabilidad de las altas temperaturas, según un estudio que ha analizado 299 ejemplares de 15 especies repartidas en 58 regiones de la Península Ibérica y que contradice los estudios globales que señalan que la tolerancia al frío tiende a ser más variable que la tolerancia al calor.
Los estudios sobre adaptación de los animales a los cambios de temperatura apuntan que donde hace más frío los animales toleran mejor el frio, pero donde hace más calor los animales no necesariamente toleran mejor las altas temperaturas.
Pero ahora, el trabajo que lidera un grupo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales y que se publica en Functional Ecology describe justo lo contrario en las 15 especies estudiadas. El investigador Miguel B. Araújo ha explicado que con este trabajo quisieron contrastar lo que se ha propuesto a nivel global para lo que ha recogido una de las mayores bases de datos de tolerancia termal medidas para un grupo de animales en una región geográfica.
El equipo determinó la temperatura máxima y mínima que soportan los ejemplares de lagartijas ibéricas en lugares tan distintos como el Parque Natural de Doñana, la Sierra de Gredos o Los Pirineos, es decir que abarca una enorme diversidad climática que reúnen España y Portugal. El investigador del MNCN David Vieites ha añadido que el estudio indica que algunos reptiles podrían ajustar su tolerancia al calentamiento global "mejor de lo que pensado, siempre y cuando las temperaturas no alcancen valores letales, lo cual ya está ocurriendo en muchas partes del planeta".
Mientras, el investigador de la Universidad de Adelaida (Australia), que realizó este trabajo mientras realizaba una estancia de cuatro años en el MNCN Salvador Herrando, ha destacado que si se computa la información que aporta una sola población, los resultados pueden estar sesgados porque la fisiología de estos animales varía en diferentes hábitats y climas, y "este aspecto es crítico para evaluar los efectos del calentamiento global".
"Nuestros resultados son de gran importancia para futuras investigaciones porque pone el acento en la necesidad de estudiar los efectos del cambio climático en toda el área de distribución de las especies", concluye. El trabajo pudo completarse gracias a la participación de un equipo multidisciplinar de biogeógrafos, ecólogos y herpetólogos con financiación de fondos estructurales de la Unión Europea, del Ministerio de Economía y Competitividad y la Sociedad Británica de Ecología.
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