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Diez momentos clave del fenómeno Podemos: diferencias desde la cuna

Las posiciones encontradas de 'pablistas' y 'errejonistas' en la estrategia política, que hoy son públicas y objeto de fuego cruzado, ya anidaban en 2014, soterradas, en el corazón del proyecto. 

Los 27 meses transcurridos desde la Asamblea fundacional de Podemos, celebrada en octubre de 2014, han sido de infarto y han dejado episodios muy ilustrativos de los riesgos y las consecuencias de la construcción acelerada de un partido político desde el activismo de la Universidad, aunque luego se erigiera en heredero del 15-M.

Desde que se dotara de un armazón orgánico en Vistalegre II, Podemos ha transitado por la delgada línea de ser primera fuerza en España en voto directo, rozar el Gobierno con la punta de los dedos en una alianza de izquierdas, tras lograr cinco millones de votos, hasta caer en la desesperación y el enfrentamiento interno en medio de una crisis de identidad que apunta a una posible escisión. Todo en sólo 27 meses. Aquí los diez momentos claves del fenómeno Podemos desde su primer Congreso ‘Sí se puede’. Las diferencias estratégicas, que hoy son públicas y objeto de fuego cruzado,  ya anidaban entonces, encontradas y soterradas, en el corazón del proyecto.

Ganar el cielo por “asalto” 

El grupo promotor de Podemos, tras el nacimiento del partido y la sorpresa de las elecciones el primer semestre del año, llegó a Vistalegre I hecho una piña. Sólo los anticapitalistas de Miguel Urbán y Teresa Rodríguez, junto al outsider Pablo Echenique, ajeno al clan de la Complutense, plantaron cierta resistencia al equipo de Pablo Iglesias sobre el modelo organizativo del partido, exigiendo una mayor descentralización del poder y cuestionando los métodos de elección de los orgánicos de dirección, esto es, las famosas listas plancha.

En lo ideológico apenas hubo discusión: Podemos debía ser una máquina electoral para ganar el cielo por “asalto”, dijo Iglesias delante de 7.000 simpatizantes. También instó a los críticos a que si perdían, dieran un paso a un lado. Y, a regañadientes, lo dieron: Echenique ya no disputó a Iglesias la dirección. Un año después, tendría recompensa: fue nombrado por el líder morado nuevo secretario general en sustitución del ‘errejonista’ Sergio Pascual.

Choque en el escenario andaluz

Fue Monedero recientemente, en un acto en apoyo a la apuesta de Pablo Iglesias, quien desveló que dirigentes afines al número dos de Podemos, Íñigo Errejón, plantearon en la Ejecutiva la posibilidad de permitir la investidura de Susana Díaz en Andalucía tras las elecciones de marzo de 2015. “Fue la primera discusión fuerte que tuvimos”, reveló el cofundador del partido. Ya entonces se observaron diferencias tanto en la forma de la negociación con el PSOE (Teresa Rodríguez y los suyos cuestionaban las injerencias de Madrid) como en el fondo.

El planteamiento 'errejonista' de “mayoría popular” es el que ha dado a Podemos su mayor cuota de poder con los "ayuntamientos del cambio"

La diputada y secretaria de Coordinación Ejecutiva, Ángela Ballester, afirmó que no había líneas rojas para llegar a un acuerdo con los socialistas, sino sólo “propuestas de higiene democrática” como la dimisión de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, imputados por los ERE. Tras ello, la secretaria de Análisis Político, Carolina Bescansa, recalcó que Podemos había puesto sobre la mesa "condiciones" lo "suficientemente razonables como para que cualquiera las pueda aceptar".

Ciudadanos terminó llevándose el gato al agua con un pacto de gobernabilidad y aupó a Díaz con el argumento de que, de no haber facilitado dicho Ejecutivo, “o se repetían elecciones o dejábamos Andalucía en manos de Podemos”.

Cara y cruz del 24-M

Los 15 escaños cosechados en Andalucía (el CIS les daba 21-22 diputados) no fueron “un paso suficientemente largo”, según la dirección de Podemos, que achacó el resultado al escaso tiempo que había tenido el partido para implantarse en la comunidad y a ciertas “inercias izquierdistas” de la campaña de Teresa Rodríguez, dirigente de Anticapitalistas.

Pero, pronto llegaron las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo y la formación morada se quitó la presión conquistando destacadas alcaldías como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Santiago de Compostela, A Coruña o Ferrol, gracias a la fórmula de las candidaturas ciudadanas de unidad popular, una fórmula cuya ingeniería es atribuida a Íñigo Errejón. “Ahora las ideas reúnen a personas que vienen de votar cosas muy diferentes”, dijo entonces el secretario Político. Este planteamiento de “mayoría popular”, el mismo que defiende ahora en la pugna con Iglesias, es el que ha dado a Podemos su mayor cuota de poder.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

No hubo, en cambio, tanto éxito a nivel autonómico y el partido morado, sin ningún gobierno en su mano, optó por ser palanca del PSOE en varias comunidades (Aragón, Extremadura, Castilla-La Mancha, Baleares y Comunidad Valencia).

Sin embargo, tales pactos, unos suscritos y otros tácitos, no impidieron que algunos gobierno se vieran obligados a prorrogar sus presupuestos ante el malestar de Podemos por los incumplimientos de medidas consensuadas. Además, estas alianzas también se vieron después mermadas por la abstención del PSOE que permitió la investidura de Mariano Rajoy. Sólo en la Comunidad Valenciana, donde Podemos no fue segunda fuerza, sino tercera, por detrás de Compromís y quedó fuera del Gobierno, el Pacte del Botànic, a tres bandas, navegó con viento más favorable.

Caída, retiro y remontada

Inmerso en los preparativos de las listas para las generales de octubre de 2015 y apostando de nuevo por la confluencias y las mareas, el vértigo empezó a hacer mella en Podemos, que inició una tendencia a la baja. El momento coincidió con una polémica entrevista de Pablo Iglesias en la que cargó contra IU justo días antes de que se reuniera con el diputado Alberto Garzón para sondear una candidatura conjunta (en las europeas de 2014 no hubo entendimiento).

Pero las palabras de Iglesias dinamitaron aquel encuentro. “Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas, pero no te acerques” o “Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar”, fueron algunas de las afirmaciones que dirigió el líder de Podemos contra “el izquierdista tristón” y “los dirigentes políticos de IU”. Podemos e IU concurrieron en solitario. Sin embargo, esto cambió para los comicios del 26-J de 2016, pues, entre tanto, Garzón había tomado el timón de IU y había jubilado a la vieja guardia.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón.

Aquellas declaraciones enrarecieron el ambiente de Podemos y su relación con la calle, perdiendo apoyo progresivamente en las encuestas, hasta caer a la cuarta posición. Incluso en la Universidad de Verano del partido, se habló de cierto agotamiento de Iglesias y se lanzó la pregunta ‘¿Qué pasa cuando el líder caduca?’.

El líder de Podemos se retiró al campo a descansar y volvió con el ánimo renovado. Tanto que el partido recuperó vuelo aparcando la moderación, volviendo a la renta básica, la banca pública, la nacionalización de las eléctricas… Iglesias dejó su escaño en de eurodiputado allá por octubre para centrarse en los comicios del 20-D. La organización recuperó el discurso rupturista contra las élites y la Jefatura del Estado, vendió logros de los "ayuntamientos del cambio" y fichó para sus listas a reconocidos independientes como el exJemad Julio Rodríguez o los jueces Victoria Rosell y Juan Pedro Yllanes. Las urnas certificaron la remontada y Podemos se estrenó en las generales quedando muy cerca del sorpasso al PSOE.

La rueda de prensa del 22-E

Del 21 de diciembre de 2015 al 22 de enero de 2016, fue quizá el espacio de tiempo que Podemos estuvo más cerca de La Moncloa o de un Gobierno de coalición. Pero hubo un movimiento, gestado por Iglesias y su círculo, que dio al traste con esta posibilidad: la rueda de prensa en el Congreso en que el líder de Podemos, tras entrevistarse con el Rey, pedía a Pedro Sánchez, segundo en las urnas, la vicepresidencia y las carteras más relevantes del Gobierno, más el CNI y RTVE. El candidato socialista se enteró de la oferta de Iglesias camino de Zarzuela para cumplir con la consulta regia. Desde ahí, Sánchez ya nunca se fió del líder de Podemos, por mucho que luego atribuyera el fracaso de las negociaciones con la formación morada a la intervención de poderes fácticos. Con el tiempo, Errejón terminaría revelando el por qué de su gesto torcido aquel día: “Seguramente nosotros no fuimos todo lo flexibles que había que haber sido”.

Rodríguez, Domènech, Montero, Iglesias, Rosell, Errejón y Bescansa.

Pascual y la Caja de Pandora

La destitución fulminante del entonces secretario de Organización, Sergio Pascual, en marzo de  2016, a decisión de Iglesias, abrió la Caja de Pandora en Podemos. Lo que era una discrepancia estratégica interna afloró, se recrudeció y empezaron a ser más visibles dos bandos bien diferencias. Empezó a hablarse de pablistas y errejonistas y el propio Errejón, amigo íntimo de Pascual, estuvo desaparecido durante una semana para digerir la afrenta. Volvió a la primera línea y su tono ya nunca fue el de antes. La versión oficial de los motivos por los que Iglesias perdió la confianza en Pascual fue la de no haber frenado las dimisiones de nueve errejonistas de la dirección de Podemos Comunidad de Madrid. También hay una versión alimentada por los pablistas, la llamada Operación Jaque Pastor, según la cual un ordenador encendido en la sede de Princesa y unos mensajes en Telegram revelaron que los errejonistas querían ir más allá de estas dimisiones, es decir, pretendían así ir tomando el control del partido, con movimientos cortos y precisos como la jugada de ajedrez Jaque Pastor.

Sin embargo, la intrahistoria que recogió Vozpópuli, accediendo a fuentes internas, responde a otro escenario. Tal y como publicó este diario, Iglesias encargó a Pascual un plan para “restar poder a los barones”, pero hubo un imprevisto. El exnúmero tres fue descubierto con el operativo, lo que precipitó un ajuste de cuentas interno que aupó a Pablo Echenique, líder de Podemos en Aragón, a la secretaría de Organización.

El último intento, ‘a la valenciana’

Tras la investidura fallida de Sánchez, el pacto PSOE-Ciudadanos quedó deslegitimado y Compromís encabezó una iniciativa conseguir un acuerdo de Gobierno con los socialistas en el tiempo de descuento. Justo antes de que el Rey disolviera las Cortes en mayo por primera vez en democracia. Pero la propuesta del Acuerdo del Prado no prosperó, ya que la contraoferta de Sánchez tuvo el rechazo de Podemos. La dirección morada sostuvo en todo momento que cada una de las fuerzas firmantes (PSOE, Podemos, IU, Compromís y las confluencias) debían tener representación en el eventual Gobierno. Algo que no ocurre en el Ejecutivo valenciano, donde sólo socialistas y nacionalistas ocupan las carteras. Los pablistas, desde hacía días ya en modo precampaña, deslizaron que Errejón había estado detrás de esta maniobra, pues había almorzado horas antes con la vicepresidenta valenciana y artífice de esta operación, Mónica Oltra (Compromís).

El miedo, IU y el Brexit

Podemos concurrió al 26J de la mano de IU en una alianza que había sido cuestionada por los errejonistas. El resultado les dio la razón: perdieron un millón de votos con respecto al 20-D. "Los resultados no son satisfactorios, teníamos unas expectativas diferentes", dijo Iglesias en aquella noche electoral. Dos semanas después, la Ejecutiva, en base a dos informes redactados por Echenique y Bescansa, lo achacó a una "campaña del miedo, miedo a que Podemos pudiera gobernar", alimentada por PP y PSOE durante la campaña. No obstante, sendos análisis también apuntaron que falló la actitud del partido en las negociaciones con el PSOE. En cuanto a la incidencia del Brexit, cuyo triunfo se produjo apenas unos días antes de la jornada electoral, hubo sociólogos que coincidieron en que tal fenómeno, aplaudido por líderes populistas del continente, pasó factura a Podemos el 26J. Echenique también admitió después que si bien Podemos es "profundamente europeísta, puede haber habido un cierto voto de orden".

Madrid, la primera batalla

Las primarias de Podemos en la Comunidad Madrid el pasado otoño supusieron la primera medición de fuerzas en público entre pablistas y errejonistas. Y es que para esta cita ambas corrientes ya se habían conformado su espacio autónomo dentro del partido, con una organización y unos recursos propios. Desde entonces estos 'dos Podemos' actúan por separado en lo fundamental. La crisis en la delegación madrileña se arrastraba desde primavera, con la dimisión de nueve consejeros errejonistas y el cese de Pascual a manos de Iglesias, y las distintas posiciones estratégicas sobre el Podemos del futuro ya estaban bien marcadas.

Pese a ello, los afines a Iglesias y los anticapitalistas llegaron a una alianza para concurrir juntos y competir con la candidatura de Rita Maestre y Tania Sánchez. Dicen fuentes internas que la “debilidad” de la figura de Ramón Espinar, el aspirante oficialista, posibilitaba a los anticapitalistas de Miguel Urbán arañar más contraprestaciones al aparato, como así se vio luego en el reparto de carteras de la nueva Ejecutiva. Y ello, incluso antes de que estallara el escándalo del piso de protección pública con que el que Espinar ganó 20.000 euros vía reventa. Los errejonistas lograron vencer en cuestiones organizativas como “una persona, dos cargos”, pero pablistas y trotskistas ganaron en la composición del Consejo Ciudadano regional. La victoria de Espinar disparó la tensión por su acumulación de cargos (nuevo secretario autonómico, diputado en la Asamblea y senador) y por el dictamen favorable que hizo la Comisión de Garantías. Luego, la purga de José Manuel López como portavoz en la Asamblea y la falta de integración de errejonistas en la Ejecutiva terminaron por encrespar los ánimos.

Espinar (i) y López, exportavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid.

Errejón da el paso  

La fijación de las reglas de juego de Vistalegre II ya enfrentó a unos y otros. Incluso la forma de consultar aquí a las bases sobre elementos técnicos del cónclave ha sido afeada a Iglesias por parte de Errejón y Bescansa, en tanto, a juicio de ambos, acabó sumergiendo al partido en una “lógica plebiscitaria del todo o nada”. Los detalles de la votación fueron pactados en un acuerdo de mínimos por Iglesias y el secretario Político en el despacho del primero en la sede de Princesa. Dos horas encerrados a solas, mientras cuatro plantas más arriba estaba seguía reunido el Consejo Ciudadano, máximo órgano entre asambleas. Ambos consensuaron quiénes formarían parte del equipo técnico que organizaría Vistalegre II y dejaron abierto el censo para esta cita, como proponía Errejón, salvo que ganara la propuesta de Iglesias de cerrarlo un mes antes de la Asamblea. Y así ocurrió, el aparato volvió a ganar, pero los defensores de un Podemos transversal y moderado se quedaron a sólo 2.000 de votos de dar la sorpresa con su propuesta de una futura dirección más proporcional y descentralizada.

Iglesias, rodeado de exasesores de IU y proclive a reforzar los lazos con la formación de Garzón, ha apostado por una mayor movilización social

Después de aquello, vendría la bronca en Twitter el día de Nochebuena y el cerco a Errejón, con la posterior disculpa de Iglesias a la militancia. El mes de enero certificó que la posibilidad de hubiera aquí  una candidatura unitaria a Vistalegre era mínima y sólo hubo una importante reunión oficial, a iniciativa de Iglesias, para alcanzar acuerdos. Los pablistas quisieron en todo momento que a la Asamblea de este fin de semana fuera un solo texto consensuado sobre la hoja de ruta del partido. Pero hacía tiempo que los errejonistas habían decidido que el debate estratégico no podía ser burlado a las bases. Abanderado de un Podemos más transversal y aperturista, que mantenga un equilibrio entre instituciones y calle y que no priorice la protesta, Errejón dio el paso definitivo con el propósito de definir el rumbo del partido para los próximos años. Por su parte, Iglesias, rodeado ahora de exasesores de IU y proclive a reforzar los lazos con la formación de Alberto Garzón, ha apostado por una mayor movilización social.  En las últimas semanas, ambos han mostrado su distanciamiento en un juego de reproches velados e intoxicaciones. Hasta una discusión en el escaño, cara a cara, evidenció su ruptura política. Las espadas llegan en todo lo alto a Vistalegre.

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