La década de los 80 fue prodigiosa. No cabe la menor duda. Fueron aquellos maravillosos años que ahora se recuerdan con una memoria sentimental e inocente. Los 80 animaron a pensar que otro mundo era posible. Los cambios sociales y políticos, la revolución sexual, los primeros videojuegos, los libros superventas de la época, los cardados, las hombreras, los pantalones de campana, los primeros y enormes teléfonos móviles y la nueva televisión fueron los protagonistas de unos años en los que España se hacía mayor. De aquella época dorada quedan en el imaginario y recuerdo colectivo muchas series y títulos clásicos.
Los años 90, en cambio, fueron mucho menos rompedores en casi todo, pero en lo que a producción televisiva se refiere, España dio un gran salto. El más importante tras la llegada del color a la imagen y del fin de la censura: la aparición de las televisiones privadas, Antena 3 y Telecinco. Estas cadenas hicieron de la ficción española un negocio a explotar y crearon series históricas como Farmacia de Guardia y Médico de familia. Y de esas dos grandes producciones salieron sus herederas. Periodistas fue una de ellas, no sólo porque ocupó su sitio en la pantalla, sino porque tal y como declaró Mikel Lejarza, subdirector general de Contenidos de Tele 5, Periodistas "es el más arriesgado de todos los proyectos en los que se ha embarcado la cadena".
La serie contó con un reparto brillante de actores y actrices que dieron lo mejor de sí. Y entre ellos estaba un jovencísimo Paco Marín, que llegó a esta producción para interpretar a Chusky. Periodistas fue la primera serie en la que el público reconoció su trabajo y por la que se le otorgó el Premio de la Unión de Actores en 1998. La carrera de Marín no había hecho más que empezar. Y con el impulso de Periodistas, pasó por series como Siete vidas, Aquí no hay quién viva, Hospital Central, Aída, Frágiles, Cuéntame Cómo Pasó, Águila Roja, El Príncipe, El Ministerio del Tiempo o La verdad.
Ahora Paco Marín ya es un veterano y hace unos meses se incorporó a las filas de Servir y proteger, una serie policíaca de TVE ambientada en una comisaría de barrio. Su personaje, Miguel Osorio, es especialista en la lucha contra delitos sexuales. Es maniático, perfeccionista y asocial, por lo que no suele caer bien a nadie a pesar de ser un gran profesional.
Has pasado por series que han marcado un antes y un después en la historia de la televisión, ¿con cuál te quedas?
Con todas. Pero a Periodistas le debo mucho. Fue la primera producción en la participé y yo era un chiquillo cuando llegué. Además en esa época no había muchas series y en audiencia pegaban fuerte una o dos. Periodistas fue la primera serie en poner en práctica el formato de producción a la americana en España. Y a mi me empujó y respaldó para iniciar mi carrera.
Y de los personajes qué has interpretado, ¿a quién te llevas en el recuerdo?
Yo creo que todos me han enseñado algo. Cuando haces un personaje siempre tienes que defender su carácter. Tienes que buscar qué parte de ti se parece a él, aunque sea un asesino en serie. Lo importante es entender por qué actúa de una manera o de otra. Yo me quedo con todos los que he interpretado, pero hay uno al que le tengo mucho cariño. Es Carlos, un personaje de El sueño de Ibiza, una película que hice con mi amigo Igor Fioravanti.
¿Por qué elegiste dedicarte al mundo de la interpretación?
Por absoluta vocación. Cuando era niño siempre estaba cantando, estudiando música... Mi inquietud siempre fue artística y lo tuve claro desde muy pequeño. Entré en la Escuela de Arte Dramático muy joven y desde ahí fui escalando en mi carrera. Aunque suene a tópico, creo que desde que nací supe que quería dedicarme a esto.
En el caso de la última serie en la que has participado, Servir y proteger, ¿fue difícil interpretar a tu personaje, el Comisario Osorio?
Osorio es una persona bastante particular. El proceso de búsqueda de un personaje, de entender todos los matices que tiene su carácter, buscar referencias psicológicas que ayuden al actor a interpretar es lo más divertido y complejo a la vez cada vez que te enfrentas a un guión. En el caso de Osorio fuimos encontrando y proponiendo ideas que aceptaron en Dirección y Producción Ejecutiva.
¿Te inspiraste en algún personaje en concreto?
Sí, en varios. House fue una referencia clara o Jack Nicholson en Mejor imposible. Ya nadie inventa nada.
Como espectador, ¿cómo valorarías Servir y proteger?
Con absoluta veneración por todos los actores, productores y guionistas que hacen series diarias porque me parece lo más complicado del mundo hacer un capítulo diario y de una serie de género policía. Ahí la vida se reduce a estudiar, madrugar, no dormir, no comer. Es complicado. Y creo que hay que rendir pleitesía cuando ves que eso está puesto en pie y que ademas la calidad no es mala. ¡Es magia potagia!
¿Qué ha sido lo mejor de los meses de grabación?
Aunque parezca un tópico, lo mejor ha sido el equipo. Cuando vas a rodar una serie diaria siempre sientes que vas a fracasar porque el texto, aunque esté aprendido nunca está bien fijado. Por eso me quedo con el equipo. Luisa Martín cuida de todos como una madre, Juajo Artero, Roberto Álvarez... todos son compañeros estupendos. Y además transmiten una complicidad y un apoyo básico para saber que todos estamos sacando adelante algo muy complicado.
El cine es un espejismo. Nunca termina de ser una industria en España
¿Te quedas con el cine o con la televisión?
No tenemos un país en el que puedas elegir nada. Ni cine ni televisión. Yo me quedo con las dos cosas. La televisión me parece una plataforma cada vez más seria en la que se pueden ver trabajos muy potentes. El cine, en cambio, es un espejismo. Nunca termina de ser una industria en España. Pero también me gusta. Hay que entender que los ritmos son distintos, pero el personaje tienes que defenderlo igualmente. Inevitablemente, tengo que quedarme con los dos.
Con respecto a las series, ¿cómo ves el panorama en España?
No se sabe muy bien qué va a pasar. Ahora se está apostando por otras series de calidad para un público no tan mayoritario. Y eso me gusta, porque se pueden contar otras cosas. Pero es muy difícil saber qué va a suceder, si se va a monopolizar la producción, si se va a complicar la vida a otros pequeños productores. Todavía es pronto para saberlo.