Vox nos da lecciones diarias de cómo debemos reformar la Constitución de 1978, también de cómo se debe entender la libertad de prensa o de cómo ser un buen periodista. A uno le pueden gustar más unos informadores que otros, más un medio que otro, pero cuando representas a un partido político es tu deber respetar a los que te gustan, a los que no, sin vetos. Cualquier formación nace, se consolida, desarrolla su actividad, vive en el Congreso o en asambleas regionales gracias al dinero público.
No se puede dirigir un partido político como una empresa privada. No lo es. Que no te gusta que haya periodistas que consideras que son activistas, te aguantas, gestionas estratégicamente de la mejor manera las intervenciones, aprendes a responder con ingenio o no respondes, (Sánchez es un maestro), pospones las entrevistas, pero jamás niegas la entrada a una rueda de prensa o a un mitin a quién no te gusta. Los periodistas activistas no representan a la mayoría de la profesión, cada uno se retrata por cómo informa u opina, y los profesionales de la información se dedican a ejercer su cometido en base a la Constitución, al código deontológico, las leyes bajo el firme convencimiento, la responsabilidad y el respeto para con su conciencia y su actividad profesional, para transmitir al ciudadano de la forma más veraz posible todo aquello que está pasando.
De ahí a aprovechar cualquier intervención para proceder dialécticamente contra determinados periodistas que han incurrido en comentarios en mesas de debate que no te gustan, va un trecho
Un partido político no es un local público en la que se reserva el derecho de admisión. Cuando compareces en un acto en representación de un partido, has de respetar las reglas del juego democrático. Vox nació gracias a que los medios de comunicación, respetando la Constitución, le dieron cabida, tanto los que son afines como los que no. Y así debe ser. Por eso, la formación de Abascal ha de aprender que a distinguir entre la opinión y la información, que parece que no lo sabe. Ver a los periodistas como mera correa de transmisión de los partidos es la mejor manera para crecer políticamente, mantenerse. Lidiar con aquellos que a nuestro parecer no nos tratan bien, también. De ahí a aprovechar cualquier intervención para proceder dialécticamente contra determinados periodistas que han incurrido en comentarios en mesas de debate que no te gustan, va un trecho, es decir, lo que te diferencia de ser un demócrata a no serlo.
Vox y Podemos coinciden en apuntar siempre a los medios como culpables de sus males. Bien, lo suelen hacer todos los partidos en algún momento
Un dictador es aquel que no respeta la pluralidad de opinión, quela persigue, que la anula. De alguna manera, hay comportamientos de algunos dirigentes de Vox que poco tienen que ver con la tolerancia, porque no han aprendido que cómo han de ser las relaciones con los medios. Cualquier crítica a puerta cerrada, en casa. Vox y Podemos coinciden en apuntar siempre a los medios como culpables de sus males. Bien, lo suelen hacer todos los partidos en algún momento.
En su discurso de despedida, Iván Espinosa de los Monteros aludió a la mala relación con los periodistas, y cuando, el miércoles pasado, en La Hora de TVE entraba en directo el ex diputado de esa misma formación, Víctor Sánchez del Real, para profundizar sobre la crisis en su partido, cuál fue la sorpresa de los presentes en la mesa en la que me encontraba, cuando el compareciente nos quiso dar lecciones sobre cómo se debe opinar, de la falta de conocimiento que teníamos. Atónita escuchaba sus palabras contra los periodistas allí presentes. Desaprovechó una oportunidad única para hacer llegar a los ciudadanos la visión de Vox sobre los asuntos que le interesen. Cuando dos puntales de un partido se van es que hay crisis, lo mire uno por donde lo mire. El problema lo tiene el partido, no los periodistas. Aprender a comunicar y entender que, aunque uno comunique adecuadamente siempre habrá comentarios, opiniones, informaciones que no nos gusten, forma parte de una democracia sana.
Los medios, como nuestro sistema político, son plurales, o deberían serlo. No todos cumplen, lamentablemente, con este principio sagrado de su propia función
No podemos evitar las opiniones que no nos gustan, podemos pedir corrección en las informaciones sesgadas o erróneas, lo que no podemos hacer dar lecciones de lo que se puede o no decir, vetar a los medios en función de si son afines o no, porque ningún partido tiene a todos los medios a su favor. Los medios, como nuestro sistema político, son plurales, o deberían serlo. No todos cumplen, lamentablemente, con este principio sagrado de su propia función.
Tres millones de votos
Los periodistas no enterramos a los partidos políticos, se entierran ellos solos como hizo Ciudadanos al no presentarse a las elecciones del 23J. Ya sabemos que criticar al mensajero siempre es más fácil que reconocer los propios errores. La libertad de prensa, de expresión recogida en el Artículo 20 de nuestra Constitución, es uno de los pilares del edificio del Estado de Derecho. Vox existe gracias a que unos ciudadanos libres, nada menos que tres millones de personas, le dieron su confianza. En buena parte, porque gracias a los medios entran en sus casas. El veto a la prensa, y los ataques contra ella (desde el Gobierno escuchamos también con frecuencia ofensas nada encomiables) no tiene cabida en democracia, porque España no es una discoteca donde se reserve el derecho de admisión. Aprender a lidiar con los medios es un oficio que dominan los profesionales del sector y no siempre los. Dejen trabajar a la prensa tanto esté en las trincheras o en los despachos de los partidos políticos.
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