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El 'plan psicológico' de Interior para desradicalizar a 228 presos yihadistas

Instituciones Penitenciarias pone en marcha en las cárceles un programa para propiciar "el desenganche de aquellos internos con una asunción arraigada de una ideología extremista". El mismo va dirigido a 115 reclusos condenados por terrorismo, 33 'adoctrinadores' y 80 reos comunes que han sido captados.

Plan de choque 'psicológico' para desradicalizar presos yihadista. El Ministerio del Interior acaba de poner en marcha un "programa marco de intervención" en las cárceles españolas con el que pretende alejar de la violencia islamista a 228 reclusos musulmanes. El documento que lo detalla, de 21 folios de extensión y al que ha tenido acceso Vozpópuli, recoge las diferentes actuaciones a seguir con estos dos centenares de internos en función de su inclusión en uno de los tres grupos diseñados por el departamento de Juan Ignacio Zoido según el nivel de extremismo que manifiesten. El objetivo, según recoge, el programa es "la prevención, el desenganche y desradicalización de aquellos internos con una asunción arraigada de una ideología extremista". Para ello, plantea hasta tres fases que suman 19 pasos para conseguir la reinserción de los mismos. Es el 'Plan Nanclares' para yihadistas. De hecho, como el aplicado a etarras que sólo atrajo a una veintena de éstos, incluye la obligación de los que se acojan a él de pedir "perdón expreso a las víctimas, reparación del año causado y colaboración con las autoridades para disminuir los efectos del delito cometido"

Interior pretende aplicar este 'Plan Nanclares' para yihadistas a 115 presos terroristas, 33 'captadores' y 80 reos comunes que han dado muestras de radicalización

El programa fue distribuido el pasado 25 de octubre a los directores de la cárcel por el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste. Junto al mismo, considerado secreto, se adjunto una 'instrucción' previa de siete folios y tres anexos con otros tantos modelos de fichas que los funcionarios de prisiones que van a participar en el seguimiento de estos reos deben rellenar de cada uno de los reclusos acogidos al plan. La idea es que sólo se aplique dicho programa a aquellos presos que accedan de manera "voluntaria", aunque también apuesta por "incentivar la participación" en el mismo. "Es relevante que el programa sea percibido [por los presos] como un instrumento de apoyo y nunca como una imposición de la Administración penitenciaria", destaca.

La idea de Interior es que dicho 'plan psicológico' se realice "de forma íntegra en español", aunque admite que haya que hacer "ajustes [...] para permitir una integración de los internos participantes y una correcta comprensión del mismo". Además, se requerirá que cada uno de los presos que decida formar parte del mismo firme "un contrato conductual". En este sentido, el documento recuerda que "aunque la participación sea en todo caso voluntario, se habrán de respetar unas reglas mínimas que permitan un desarrollo adecuado y normalizado del programa".

Grupos A, B y C

El documento mantiene la división de los presos en tres tipos como ya se había hecho en otro programa de prevención de la radicalización en las cárceles puesto en marcha en 2014. Así, en primer lugar cita el denominado "Grupo FIES (A)", formado por "procesados o condenados por su vinculación con el terrorismo islámico". El documento detalla que a octubre de 2016 eran exactamente "115 internos", la mayoría encarcelados en módulos de aislamiento. En este colectivo, Interior ya avisa de que "los niveles de resistencia" de sus integrantes a incorporarse al programa "se esperan elevados". Además, considera que su tratamiento ha de ser "de carácter individual" ya que estima que "no parece sensato ni prudente su integración inicial en grupos amplios y heterogéneos" con otros presos musulmanes que decidan acogerse al programa.

El programa de 'desradicalización' requiere que los presos se apunten de manera "voluntaria" y firmen "un contrato conductual" que les obliga a respetar "una reglas mínimas"

El segundo grupo al que va dirigido el programa es el que se ha denominado "Grupo FIES (B)", formado por 33 reclusos cuando se redactó. Se trata de internos que, si bien no entraron en prisión por delitos relacionados con el yihadismo, ahora "llevan a cabo una misión de adoctrinamiento y difusión de ideas radicalizadas sobre el resto de internos". Finalmente, el tercer colectivo ha sido bautizado como "Grupos FIES (C)", cuyo número a finales de octubre pasado se cifraba en 80 sujetos. En este caso, se incluye "internos con un mayor o menor nivel de riesgo y vulnerabilidad hacia el proceso de fundamentalización y radicalización, asumiendo un papel más pasivo". En este grupo también se han incluido a reos "musulmanes jóvenes de segundas y terceras generaciones que presenten factores de riesgo".

El plan de Interior recoge dos caminos de actuación con estos 228 recos según sean incluidos en uno y otro de estos tres grupos. Así, en el caso de los catalogados en el "FIES (A)" serán sometidos a dos fases con un total de trece pasos. La primera, de "autoconocimiento personal". La segunda, de "modificación y cambio personal". Para el primero se han previsto seis pasos, empezando por "ayudar al interno a hacer un análisis profundo de su historia personal". Una vez superada la misma, el programa propone seguir con "un relato de la vivencia religiosa" en el que Instituciones Penitenciarias quiere que el preso se plantee "abiertamente su fe, su vivencia y su historia de afiliación al Islam, procurando una desmitificación". Como tercer paso de la primera fase se buscara que el reo tenga "conciencia emocional propia y ajena" para que sea consciente de algunas de sus emociones, como "agravio, injusticia, rencor u odio", pero también de las de "otras personas".

"Esquemas mentales"

Como cuarto paso, Interior aspira a que el preso yihadista acepte que su radicalismo tiene su raíz "en el uso de ciertos esquemas mentales más o menos rígidos, inflexibles e impermeables" para que, de este modo, "sea consciente de la relación existente entre pensamiento, emoción y conducta". Más adelante intentará reforzar su "identidad y autoestima en base a grupos de pertenencia alejados de cualquier postura extremista". Finalmente y como sexto paso, en esta primera fase se invitará "a los participantes a pensar acerca de sus valores [...] a la vez que se discutirá en qué medida dichos valores influyen de forma directa en los pensamientos y emociones, con especial alusión al valor de la religión en sus vidas y a aquellos considerados 'sagrados".

Interior aspira a que los presos del "Grupo FIES (A)", los más radicales, adquieran "valores prosociales", entre ellos el "respeto a la figura de la mujer"

La segunda fase con este grupo de reclusos, los más radicalizados, cuenta con otros siete pasos. Así, buscará en primer lugar la "empatía hacia las víctimas reales y potenciales" del terrorismo, algo que Interior considera "fundamental y nuclear". En segundo lugar, que acepten el "pluralismo cultural y religioso" para provocar "el necesario desenganche del etnocentrismo". Como tercer paso, se buscará una "reestructuración cognitiva" para que sean capaces de distinguir "entre pensamientos racionales e irracionales". A continuación se buscara un "autocontrol" de su "conducta violenta", para lo cual se les presentará "el terrorismo como un acto violento que atenta contra los derechos esenciales del ser humano".

El quinto paso de esta segunda fase para los internos del "Grupo FIES (A)" se recoge una "educación en valores prosociales" en el que se pretende dar "relevancia" al "respeto a la figura de la mujer, fomentando la idea de igualdad efectiva entre hombres y mujeres". A continuación, se quiere dirigir a estos reclusos hacia "una nueva experiencia de vida" en el que se incidirá en "el perjuicio personal e interpersonal que supone una lectura extremista de la propia religión, poniendo de manifiesto las consecuencias y la perspectiva de vida que supone la adscripción a causas violentas y excluyentes". Finalmente, se busca que el yihadista adopte un "compromiso de cambio personal" que se traduzca en un "nuevo estilo de vida". Para ello, Interior pretende crear en ellos "expectativas realistas, metas a corto plazo y un refuerzo de cuantos avances y signos positivos se hayan producido" durante el programa.

"Fomento del autoconocimiento"

En el caso de los otros dos grupos de presos, los denominados "FIES (B)" y "FIES (C)", el programa plantea un programa diferente, con "tres partes diferencias pero relacionadas entre sí" y un total de 19 pasos  con el fin de dotar a cada uno de los reos que participen en el mismo "de recursos personales y poder cambiar su visión sobre la religión extremista". Así, la primera fase, denominada de "fomento del autoconocimiento", contempla seis pasos muy parecidos, aunque no iguales, a los de la primera del "Grupo FIES (A)", con referencias al "análisis de la historia personal", la "identidad personal", "las emociones propias y ajenas" y "la conducta y los actos violentos". Una vez superados ésta, Interior plantea una "propuesta de cambio personal" con el que se pretende compensar "déficits que se han demostrado contribuyentes a la radicalización". Son otros siete pasos en los que aparecen de nuevo términos ya aparecidos en el tratamiento a los más radicales como "autocontrol de la conducta violenta", "reestructuración cognitiva", "empatía hacia víctimas reales y potenciales" y "aumento de la autoestima".

Autocontrol de la conducta violenta", "reestructuración cognitiva", "empatía hacia víctimas reales y potenciales" y "autoestima" son conceptos que pueblan el 'plan psicológico' de Interior

Finalmente, se incluye una tercera fase de siete pasos denominada "mundo, cultura y religión", que no se aplica a los internos del "Grupo FIES (A)". Con ella se buscar intervenir en "cuestiones culturales y religiosas que influyen significativamente" en estos presos. Así, se les concienciará sobre la existencia de un "pluralismo cultural y religioso" para que muestren "una actitud respetuosa y tolerante" hacia otros credos. También se intentará conocer "la relevancia que conceden a la fe y a la práctica religiosa como elemento de identidad personal" para conseguir de ellos "una apertura hacia distintas formas de realización personal". A continuación Instituciones Penitenciarias buscara "desmontar las estrategias de persuasión y presión" utilizadas para radicalizarlos. En este caso, con un doble objetivo. Por un lado, para que los llamados 'adiestradores' dejen de empleadas. Por otro, para que "los captados las identifiquen y no se dejen convencer".

En esta misma línea, Interior buscará como siguiente paso que los reos tomen "conciencia" para desautorizar a aquellos internos que ejercen "poder y liderazgo" sobre ellos. Con este fin, se les pondrá "de relieve su tendencia narcisista y necesidad de dominio sobre otros" con un "análisis del engaño y la mentira en el discurso" que utilizan para atraerlos a postulados yihadistas. A continuación se les propondrá "una nueva experiencia de vida", para lo que les les dejará "claras" los efectos personales del radicalismo: "marginalidad, ingreso en prisión, pérdida de relaciones sociales, no apoyo social, frustración, no realización personal, no capacidad de progreso personal o familia, pérdida de libertad, etc". Finalmente, se les "establecerán metas personales" para reforzar "lo que cada interno haya logrado tras el programa". 

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