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Punk contra los abusos sexuales: la insobornable integridad de Johnny Rotten y Courtney Love

Dos iconos punk tuvieron las agallas para decir verdades incómodas sobre Jimmy Savile y Harvey Wenstein cuando el resto callaban

Cuando uno menciona las expresiones "punk" y "abusos sexuales" en una misma oración puede que haya quien se tema lo peor, y tienda a creer que un fenómeno cultural y artístico antisistema y destructor de la convención como es el punk esté relacionado en los peores términos con los abusos mencionados. Sin embargo, ocurre justo lo contrario: al menos en dos grandes casos de abusos de este tipo, dos célebres referentes punk han sido los únicos en señalar a los culpables abiertamente, cuando nadie más se atrevía. En tales dos ocasiones fueron sendos punkis quienes no se dejaron llevar por la hipocresía dominante; ni cuando todos guardaban silencio, ni cuando todos se hacían las víctimas o se sumaban a las turbas acusadoras por moda, o para cobrar relevancia mediática. Los dos escándalos referidos atienen a Jimmy Savile y Harvey Weinstein. En ambos casos hablamos de gente muy poderosa y corrupta, íntimamente vinculados a las más destacadas élites del mundo tanto inglés y estadounidense.   

Jimmy Savile, el primero de ambos personajes, fue un DJ y personalidad televisiva asociada al mundo de la música pop que, entre otras cosas, fue presentador de Top of the Pops, un programa de la BBC al estilo de Los 40 Principales, de enorme éxito en Reino Unido en décadas pasadas. Un personaje hortera y de una apariencia de lo más creepy, fue un agente muy activo a la hora de recaudar dinero para nobles causas, actividad que desempeñaba para encubrir sus verdaderos intereses, centrados en mantener relaciones sexuales con menores y crear redes para la trata de menores. Por poner un ejemplo, recaudó fondos para diversos hospitales en los que había niños y adolescentes enfermos para así tener mejor acceso a ellos y ejercer sus abusos.

Gracias a este tipo de "trabajo" trabó amistad con Margaret Thatcher, quien describió sus actividades como "maravillosas". Durante su vida fue acusado de abusos sexuales en diferentes momentos, el primero de los cuales se retrotrae hasta 1963. No obstante, dichos sucesos solo fueron publicitados masivamente tras su muerte en 2011, cuando estaba a dos días de cumplir los 85. Se cree que pudo evitar ser sentenciado tanto legal como mediáticamente por contar con poderosas amistades, muy probablemente involucradas también en abusos similares conocidos por Savile: mientras estaba vivo podía "tirar de la manta", no ya así una vez fallecido.

El punk como brújula moral

Inmediatamente tras su muerte, la BBC, sospechosamente, inició una investigación sobre potenciales abusos consumados durante su vida. ¿Alguien daría luz verde a tales investigaciones una vez Savile había fallecido? ¿Acaso ya no era peligroso implicarlo en tales delitos dada su ausencia? Dicho esto, ciertas personas se hallaban todavía preocupadas porque tales informaciones saliesen a la luz y no fue hasta casi un año después de su fallecimiento que comenzarían retransmitirse documentales y reportajes revelando la verdadera naturaleza de sus actividades.

Quisiera matar a Jimmy Savile; creo que es un hipócrita", denunció el cantante de Sex Pistols

En octubre de 2012 la policía investigaba ya numerosos casos protagonizados por él de la mano de más de 200 testigos. En octubre de 2012 la policía afirmó que había recibido 450 llamadas de potenciales víctimas y que Savile era sospechoso de al menos 199 delitos, entre los que había 31 acusaciones de violación. El 82% de sus víctimas eran mujeres y el 80% del total de víctimas eran infantes o jóvenes adolescentes cuando los hechos ocurrieron. Naturalmente, cuando todo esto salió a la luz a Savile le fueron retirados sus honores, junto con referencias a su nombre en lugares públicos, placas conmemorativas, etcétera.

            El caso es que solo John Lydon, alias Johnny Rotten, de los Sex Pistols, se atrevió a acusar públicamente a Savile de ser un pedófilo peligroso. En una entrevista de 1978 con BBC Radio 1, Lydon hizo referencia a tales actividades, enfatizando el modo en que los medios las estaban ocultando. Dijo: "Quisiera matar a Jimmy Savile; creo que es un hipócrita. Apuesto a que está involucrado en todo tipo de sordidez de la que todos estamos al tanto, pero de la que no se nos deja hablar. Apuesto a que nada de esto que digo saldrá a la luz". Como él mismo predijo, la referida acusación no apareció en el reportaje definitivo de la BBC.

           

Courtney Love contra Harvey Wenstein

De modo similar, algo por el estilo ocurrió en el caso Harvey Weinstein, centro de los ataques del #MeToo en 2017 y años sucesivos. Weinstein fue un productor de enorme éxito cuya era dorada fueron los años noventa, principalmente. Produjo con Miramax películas como Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994), El paciente inglés (1996) y Shakespear in Love (1998), entre otros muchos éxitos de taquilla. Hasta su caída en 2017, fue amigo de lo más granado de Hollywood y las personalidades televisivas más representativa; de ambos sexos, por supuesto.

Cuando en octubre de 2017 el New York Times y el New Yorker sacaron a relucir que más de una docena de mujeres le acusaban de acoso sexual, agresión sexual y violación, se inició el movimiento #MeToo y una infinidad de personas renegaron de él, aunque meses e incluso días atrás se hicieran fotos con él felices y sonrientes. Por poner un ejemplo, Oprah Winfrey, luego "audaz" defensora del #MeToo, era una de sus más grandes amigas.

Si Harvey Weinstein te invita a una fiesta privada en el Four Seasons, no vayas", denunció Courtney Love en 2005

Dicho esto, las conductas abusivas de Weinstein —no necesariamente sexuales— eran bien conocidas por todos, incluso por el gran público, en particular gracias a la publicación del exitoso libro de Peter Biskind Sexo, mentiras y Hollywood: Miramax, Sundance y el cine independiente (2005), donde sus abusos (junto con los de su hermano) a todo tipo de trabajadores, ejecutivos, actores, directores, secretarias y productores, quedaron más que retratados por su autor.

Pero es muy fácil sumarse a las acusaciones y las modas cuando están en pleno apogeo, y no tanto hacerlo cuando nadie más se atreve, cosa que sí hizo, de nuevo, un referente del punk norteamericano, en este caso. Aunque Courtney Love, viuda de Kurt Cobain y líder de Hole, sea asociada principalmente con el rock grunge, lo cierto es que el grunge es algo así como una mutación del punk, y Love siempre se ha considerado una punk rocker, siendo el punk la escena en la que creció y construyó su identidad pública. Ella fue quien dijo ya en 2005 —cuando nadie más lo decía, doce años antes del Metoo—: "Me van a demandar por difamación como diga esto, pero… Si Harvey Weinstein te invita a una fiesta privada en el Four Seasons, no vayas". Unas declaraciones que tuvieron consecuencias. En sus propias palabras: "Aunque nunca fui una de sus víctimas, fui eternamente vetada por la CAA (la Creative Artists Agency, la principal agencia de talentos de Hollywood) por hablar del tema".

            De este modo, el punk parece un movimiento vinculado al individualismo más sano, valiente y atrevido, en el que el sujeto se reafirma al margen de la opinión pública y por pura convicción, sin sacar rédito social alguno. El punk dice "que le follen" a las convenciones y hay mucho de bueno en ello. Especialmente en unos tiempos como los actuales de neo-puritanismo y mojigatería sin parangón en las últimas décadas; tiempos en los que domina lo que Ortega llamó "hombres masa" (aunque hoy tocaría decir "personas masa", no vayan a indignarse las turbas de Internet), es decir, "el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas ''internacionales".

Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre constituido por meros idola fori; carece de un "dentro", de una intimidad suya, inexorable e inalienable, "de un "yo" que no se pueda revocar". Aunque muy probablemente Ortega hubiese integrado al punki en el seno de tal definición, sí podemos afirmar que el verdadero punk, al menos en estos dos casos —como en el de sus ancestros inmediatos, Jim Morrison, los MC5 e Iggy Pop—, sí cuenta con una intimidad propia, "inexorable e inalienable" que le permite regirse por sus propios principios frente a la reinante hipocresía general, esa hipocresía que adula a los poderosos, condena a los caídos o se victimiza a sí misma para enaltecerse.

Gente como John Lydon y Courtney Love son quienes tienen agallas para decir verdades incómodas cuando el resto se dedica a replicar el discurso dominante, algo que está íntimamente vinculado a la cultura en la que se han criado y que han contribuido a construir. Es por ello que debemos defender ese tipo de actitudes y la cultura del punk frente a la cobardía, la lisonja interesada y el victimismo de la masa. Digámoslo claramente: «Punk’s not dead», ¡larga vida al punk! 

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