Tienen nombre propio, se les pasea en sillitas homologadas, visten con ropa de primera marca, usan colonia, se les canta nanas e incluso son recibidos en casa como uno más de la familia. Hay quienes no escasean en mimos con sus bebés, aunque éstos sean muñecos.
A los reborn (“renacidos” en castellano) se les cuida como si de un hijo real se tratase, pero son pocas las personas que tiene por ellos esa devoción tan especial, según aseguran artistas y coleccionistas.
El sensacionalismo creado en torno a estos muñecos ha generado una mala imagen, ya que se habla más de temas sentimentales que de los propios procesos artísticos. Para Cristina Iglesias “es una obra de arte a la que se le debe dar el trato especial que se merece”.
Ella, mejor que nadie, sabe del tema, ya que es la responsable de exitosos y premiados reborns a nivel internacional. Se formó en maquillaje profesional y protésico para cine y televisión, pero fue hace cuatro años cuando funda Clonfactory, un proyecto que cuenta con la línea Babyclon, la cual abarca el noventa por ciento del negocio actual de la empresa y está dedicada exclusivamente a la creación de muñecos hiperrealistas de silicona, que exportan por todo el mundo.
Aún así no hay que olvidar que el marcado realismo con el que se le dota puede suponer que alguna de la clientela lo adquiera sin fines de coleccionista.
La pérdida de un hijo, la imposibilidad de tenerlo o, incluso el llamado síndrome del nido vacío, hace que algunas mujeres se decanten por un reborn como alivio a su dolor.
“Canalizan sus emociones dedicando tiempo a estos muñecos pero, a veces, excederse no les ayuda a superar el problema y se convierte en una obsesión. Hay mujeres que, incluso, desean una réplica de su hijo fallecido. Probablemente algún cliente que nos ha pedido algún bebé muy concreto, se deba a eso. Nosotros nos mantenemos al margen. Además, hay clientes que cuando sus hijos se hacen mayores, piden una réplica”, asegura Cristina.
El universo reborn
En Estados Unidos la moda de los reborn llegó en la década de los años 80 del pasado siglo y se ha ido extendiendo por otros países con el paso del tiempo.
Las ferias y congresos de estos peculiares muñecos se celebran en diferentes lugares, y es en Denver (EE.UU) donde se elige al mejor bebé de silicona de fantasía del mundo, premio que en su día obtuvo una creación de Babyclon.
Los reborn se utilizan también para la industria cinematográfica e, incluso, en terapias para personas con autismo, depresión o enfermedad de Alzheimer.
“Debido a la repercusión mundial, algunos artistas que siempre habían sido los ganadores empezaron a boicotear nuestra empresa, porque es un mundo con mucho monopolio e influenciado por asociaciones y organizadores”, señala Cristina Iglesias.
El universo reborn es mayoritariamente femenino y muchas de sus aficionadas deciden hacerse artistas. Es el caso de Silvia Esquerra, quien compró su primer muñeco hace trece años cuando en su país, España, poco o nada se sabía y fue en el 2011, tras varios años investigando el proceso de realización de los mismos, que se decidió por convertirse en creadora.
En la actualidad cuenta con nueve muñecos, cinco de creación propia, y asegura que “lo más habitual son las coleccionistas de mediana edad en adelante”.
Cada reborn supone innumerables horas de trabajo artesanal en que se dota al cuerpo del peso acorde a la edad que representa, se dan varias capas de pintura, se injerta el cabello minuciosamente y se representan los gestos propios de un bebé.
Babyclon cuenta con ediciones limitadas de sus modelos, de ahí el valor de sus piezas como coleccionista. "El cliente, una vez elegido el modelo, decide sus características: color de pelo, ojos, cejas, piel…", indica Cristina.
La perfección se paga y cada detalle suma, por eso, dependiendo del modelo, el precio varía considerablemente, aunque ni el más sencillo resulta barato.
“Nuestros precios oscilan de 1.400 a 2.800 dólares en una edición especial Llongueras" con peinados diseñados por el famoso estilista. “Además, el modelo animatrónico cuesta 4.800 dólares y tiene unos sistemas y motores diseñados por un ingeniero que permite simular el movimiento de respiración y succión de chupete”, comenta Iglesias.
Aunque Esquerra puntualiza que “es una afición cara, muchas artistas ofrecen pagar a plazos, así que con paciencia y tiempo todo el mundo puede comprarse uno”.
Aunque ni Iglesias ni Esquerra son partidarias del término “adopción”, hasta hace muy poco era utilizado en lugar de “compra” a la hora de adquirir un reborn, al igual que el de “guardería” para referirse a las tiendas especializadas.
Actualmente está en desuso, pero sí existe un documento similar al certificado de nacimiento en el que se indica la talla, peso y número de serie del modelo, acreditándose así la calidad del muñeco.
Una terapia necesaria
Pero los reborn cuentan con otras funcionalidades aparte de la de satisfacer un deseo personal, y es por eso que se utilizan para la industria cinematográfica e, incluso, en terapias para personas con autismo, depresión o enfermedad de Alzheimer.
En el centro para personas mayores, San Juan de Dios, ubicado en la ciudad de Granada (Andalucía, España) trabajan con ellos desde hace años. La idea fue de la terapeuta ocupacional Inmaculada Quirós quien, conocedora de algunas terapias estadounidenses, recurrió a ellos.
“Decidimos probar con unos muñecos “nenuco” en la unidad de día y los resultados eran sorprendentes. En algunos casos les llenaba el vacío de las carencias afectivas familiares. Así que se diseñó un proyecto con objetivos y bases científicas que demostraban su eficacia, y adquirimos dos reborns, un niño y una niña”, asegura.
Desde entonces los ancianos disfrutan de esta peculiar compañía que les provoca mucho bienestar.
“Recuerdo una señora que cada vez tenía más episodios de angustia y, en cuanto le dabas el muñeco, cambiaba el “chip”. Le cuidaba con mucho primor porque al creer que era de verdad, le generaba sentimientos reales. Le hacía muy feliz. Era increíble”, comenta Inmaculada Quirós.
Una terapia alternativa y novedosa que funciona también como técnica de relajación, aliviando la ansiedad de los pacientes; hecho que han comprobado los mismos familiares y más de uno ha comprado este tipo de muñecas para disponer de ellas cuando el paciente se encuentra en casa.
Aún así, Quirós destaca que “no hace milagros, porque en un alzhéimer avanzado sin conexión con el entorno, no sirve, pero en los demás casos se reducen los capítulos de ansiedad, tanto en frecuencia como en intensidad, y modifica esas conductas indeseadas”.
Y es que los reborn entretienen y ofrecen felicidad, a cada cual a su manera, convirtiéndose así en algo más que simplemente un juguete o un artículo de lujo.