Una imagen ha llamado la atención a más de un diputado en el Congreso en las últimas semanas: la soledad de Gabriel Rufián, portavoz de ERC. Una situación personal motivada por una tesitura política, y al contrario. El batacazo de su formación el pasado 12 de mayo ha puesto todo patas arriba. Y Rufián, un político con experiencia pese a su juventud –sólo tiene 42 años–, está en el alambre. "Amigo somos de izquierdas, ¿qué te voy a contar? Soy del Espanyol y de izquierdas. Lo de Esquerra me parece una guardería", bromeó con la situación el propio Rufián este jueves ante los micrófonos de Canal Red, el medio de Pablo Iglesias.
Se trata de la declaración pública más extensa que ha hecho en los últimos 12 días un hombre abonado a la polémica después de jornadas y jornadas de silencio, pasando de puntillas sobre la situación interna de su partido, en plena catarsis. Es de sobra conocido que el portavoz parlamentario más ácido desde la tribuna, afable en las distancias cortas incluso con los diputados del PP, anda en la cuerda floja. Una parte de los republicanos piden, tanto en Barcelona como en Madrid, el sacrificio de más pesos pesados de la dirección tras la dimisión de Pere Aragonès. Y en todas las quinielas aparece su nombre. Algo que, como ha podido saber este periódico, ha reconocido el propio Rufián a algunos de sus compañeros diputados.
Se trata de algo sabido, imposible de ocultar, que ha regalado imágenes como las del portavoz sólo en la cantina del Congreso mientras sus compañeros departen a escasos metros de él. De los siete diputados que forman el Grupo Parlamentario Republicano, Rufián es el más partidario de facilitar la investidura de Salvador Illa y el PSC y desatascar la gobernabilidad en Cataluña. Y es esa, y no otra, la gran diatriba que recorre las costuras de un partido en horas bajas, a punto de perder el Govern tras ver cómo su electorado ha sido carcomido por dos frentes: el de la izquierda, por el PSC; y el independentista, por Carles Puigdemont.
Su proximidad a Junqueras
La soledad de Rufián ha acabado de hacerse efectiva esta semana, en plena implosión de ERC por renovar liderazgos, lo que ha sumido al partido en un profunda reflexión interna sobre los errores cometidos a la hora de explicar la estrategia en campaña. Una parte de los republicanos piden el sacrificio de más 'cabezas' en la dirección. Y la parte más crítica pide un viraje a las proclamas del 1-O e incluso se muestra a favor de investir a Carles Puigdemont. Una estrategia que no comparte el último candidato republicano a la Alcaldía de Santa Coloma del Gramanet.
Con Oriol Junqueras, su principal valedor, en fuera de juego después de las europeas y su tándem resquebrajado con Rovira, le corresponde a ésta última marcar el ritmo de las decisiones importantes para reencauzar el partido. Rovira, desde Ginebra, ya ha apostado por que las bases decidan qué posición debe tomar ERC en la investidura del próximo presidente de la Generalitat. Un movimiento que marca la línea asamblearia y de consenso que quiere seguir el partido después del varapalo republicano. Todo está en el aire a falta de recabar la opinión mayoritaria de la militancia para buscar el norte del proyecto. Un contexto en el que poca o ninguna voz ha tenido Rufián, escaso de apoyos en el núcleo duro del partido.
El portavoz del ERC en el Congreso, eso sí, es uno de los principales amparos que tiene Junqueras, cuya credibilidad, antaño incuestionable intra muros del partido, está bajo mínimos. Porque uno de los principales líder del 1-O está defenestrado a nivel interno por falta de avales. Igualmente Junqueras no se rinde y ha hecho un amago de irse de forma temporal para ganar tiempo. ¿El objetivo? Reconquistar apoyos de cara al Congreso extraordinario que se celebra el 30 de noviembre y volver a seducir a la militancia que lo aupó. El conseller de Interior de la Generalitat de Cataluña, Joan Ignasi Elena, cuya gestión del Departament también ha sido muy polémica por sacarse de la chistera una plaza pública para blindar a su jefe de los Mossos y por el aumento de la inseguridad en Cataluña (espolio de Rodalies mediante), es uno de sus principales avales.
Mientras, Rufián asiste en silencio a cómo prosperan las voces críticas internas contra su figura y a los movimientos que una dirección en cuadro diseña desde Barcelona. Como ha sabido este periódico de fuentes próximas al diputado independentista, su certeza es que lo quieren relevar de la portavocía que ostenta desde el 11 de junio de 2019, cuando cogió el testigo de Joan Tardà. Una decisión que, eso sí, se postergará hasta que quede despejada la X del endiablado resultado electoral del 12-M.
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