Durante años, el vapeo se presentó como una alternativa más segura al tabaco tradicional. Sin embargo, una creciente cantidad de evidencia científica está desmantelando este mito. Nuevos estudios revelan que los cigarrillos electrónicos están causando daños significativos en la salud, incluso a corto plazo.
Los cigarrillos electrónicos funcionan calentando líquidos con sabor, convirtiéndolos en un aerosol inhalable. Aunque esta mecánica parece más inofensiva que la combustión del tabaco, la realidad es mucho más compleja. Entre los componentes de estos líquidos se encuentran sustancias químicas que, al calentarse, se transforman en compuestos altamente tóxicos como el formaldehido, un potente irritante de las vías respiratorias.
Un estudio de la revista académica The BMJ cuenta cómo, tras analizar la orina de más de 200 adolescentes estadounidenses que consumían cigarrillos electrónicos habitualmente, investigadores de la Universidad de Nebraska encontraron mayores concentraciones de metales pesados que en los no vapeadores. Entre los resultados destaca la presencia anormalmente elevada de plomo y, sorprendentemente, de uranio.
Después, según un estudio publicado en la revista Cancer Research, al analizar los marcadores epigenéticos de más de 3500 usuarios de cigarrillos electrónicos encontraron numerosos cambios relacionados con un aumento en la probabilidad de sufrir cáncer, incluso tras utilizarlos durante poco tiempo. Los cambios observados son metilaciones en el ADN, es decir, cambios químicos relacionados con la activación o desactivación de genes importantes para el correcto funcionamiento de las células.
En otro estudio, publicado en Nature communications, tras exponer a ratones a distintos tipos de humo de cigarrillo electrónico estos sufrieron un aumento en arritmias, depresión cardíaca y muerte prematura.
Los peligros ocultos del vapeo
- Daños genéticos. Estudios recientes ya mencionados han encontrado alteraciones en el ADN de los vapeadores, lo que aumenta significativamente el riesgo de desarrollar cáncer.
- Metales pesados. Como hemos mencionado, análisis de orina en adolescentes vapeadores han revelado niveles elevados de metales tóxicos como plomo y uranio, los cuales pueden causar daños neurológicos irreversibles y otros problemas de salud graves.
- Enfermedades cardíacas. Los experimentos en animales han demostrado que el vapeo puede provocar arritmias, insuficiencia cardíaca e incluso la muerte prematura.
Con todo esto, a pesar de las afirmaciones de las industrias del vapeo, la evidencia científica es clara: el vapeo no es una alternativa segura al tabaco. Los riesgos para la salud asociados con el consumo de cigarrillos electrónicos son reales y pueden tener consecuencias a largo plazo.
Y ante esto, ¿qué se puede hacer? Pues bien, es fundamental que los consumidores estén informados sobre los riesgos reales del vapeo. Los gobiernos y las organizaciones de salud deben tomar medidas para regular la industria del vapeo y proteger a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, de esta peligrosa adicción.
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