Aunque parezca mentira, todavía hay quien usa la palabra “soñador” de manera despectiva para referirse a ciertas personas que ‘no tienen los pies en el suelo’ y ‘pierden el tiempo’ construyendo castillos en el aire. Una acusación que, afortunadamente, no impidió a muchos soñadores conocidos, como Cristóbal Colón o Alexander Flemming, perseguir sus fantasías contra viento y marea hasta verlas hechas realidad. Si no fuera por los soñadores, el ser humano no habría llegado mucho más allá de las cavernas.
Eso mismo fue lo que debieron pensar los hermanos González Sabucedo -Ramón, Javier y Etelvino- cuando decidieron honrar el sueño iniciado por su padre, Ramón González, recogiendo su legado para crear la que hoy es una de las bodegas más pujantes y reconocidas de Galicia: Ramón do Casar, en el término municipal de Prado, perteneciente al Consello de Castrelo de Miño (Ourense).
“La tierra es una parte importantísima para nosotros, el volver atrás, el lugar donde estuviste en tu niñez… Mi padre tenía el sueño de las fincas, de las viñas, de la bodega. Y nosotros crecimos alimentando el sueño de hacer un día un gran vino”, señala Ramón González Saucedo, uno de los propietarios de esta bodega, que se levanta junto a la orilla de río Miño y que en 2022 fue galardonada con el premio al Mejor Vino del año por el Ministerio de Agricultura.
Una historia de superación
Aquel sueño había comenzado a fraguarse en 1955, cuando, como tantas otras familias gallegas, Ramón se vio obligado a emigrar a ultramar en busca de un futuro más próspero. Y aunque la suerte de la familia González comenzó a cambiar de signo en su país de acogida, Venezuela, gracias al trabajo duro y a la perseverancia, el joven Ramón nunca dejó de pensar en el regreso a su tierra natal. Así, con el dinero que iba consiguiendo al otro lado del océano, empezó a comprar viñedos y tierras; en algunas de las que adquirió, incluso, había trabajado antes de emigrar.
A partir del año 2000 los hijos del fundador toman el relevo y agrupan las tierras y los viñedos, consiguiendo un total de 25 hectáreas
A partir del año 2000 sus tres hijos toman el relevo y agrupan las tierras y los viñedos, consiguiendo un total de 25 hectáreas. “De alguna manera, intentábamos dar forma a todo lo que nuestro padre había hecho hasta entonces, es decir, transformar las fincas en viñedo”, recuerda Ramón González Saucedo. Eso sí, aquel sueño de crear una gran bodega necesitaba financiación. “Le contamos el proyecto a Banco Santander y le gustó mucho. Gracias a su apoyo pudimos desarrollar todos los viñedos que hoy tenemos”.
Los sueños están para cumplirse
Igual que sucede con el buen vino, los grandes sueños maduran sin prisa, pero sin pausa. La bodega Ramón do Casar, tal como se la conoce hoy, no se materializó hasta 2013. Un moderno edificio perfectamente integrado con el paisaje. “Nosotros somos de aquí, hemos tenido la suerte de pertenecer a esta tierra y poder elaborar un Ribeiro de calidad”, dice orgulloso Javier, otro de los hermanos y copropietario. Conscientes de que hacer un vino a la altura de sus expectativas no sería tarea fácil, los González Saucedo decidieron pedir ayuda. “Fue cuando decidimos contratar el enólogo Pablo Estévez, un auténtico mago del vino”, relata Javier.
La bodega Ramón do Casar, tal como se la conoce hoy, no se materializó hasta 2013
“Los tres hermanos contactaron conmigo y me contaron su idea, que, básicamente, era construir una buena bodega en la que poder elaborar los mejores vinos blancos posibles”, recuerda Pablo Estévez. La filosofía de este reputado enólogo parte de la idea de que “para hacer un gran vino siempre hay que hacer primero una gran viticultura, para llegar a bodega con una gran uva”. En el caso de Ramón do Casar, esa materia prima de primera calidad de la que se parte es la Treixedura, la variedad de uva reina y auténtica seña de identidad de la Denominación de Origen Ribeiro.
Sostenibilidad y planes de internacionalización
La sostenibilidad es una parte importante de la identidad de esta joven bodega. La empresa apuesta por un sistema de producción integrada, que permite actuar sobre el terreno y la propia planta con altos niveles de eficiencia, especialización y cuidado ambiental. “Nosotros, a la hora de elaborar vino, generamos pocos residuos. Están, por un lado, los raspones, que son tratados para introducirlos más tarde en el viñedo como abono. Y por otro, la pepita y la piel de la uva, que los vendemos a una destilería para la elaboración de orujos de Galicia”, explica Javier González Saucedo.
Pero aquella aventura que surgió del espíritu de superación de un gallego emigrado no se detiene ahí. De la misma forma que su fundador tuvo que salir al extranjero para labrarse un futuro, el vino de la bodega que hoy dirigen sus descendientes también aspira a conquistar los mercados internacionales. “Tenemos claro un proyecto de futuro. Es un proyecto de crecimiento y de expansión internacional”, dice ilusionado Javier González Saucedo. Para hacer realidad el sueño de su padre, contaron con el apoyo de Banco Santander y “para el futuro de Ramón do Casar esperamos contar otra vez con nuestro banco”.
Un banco apegado a la tierra
Además, recientemente, ha puesto en marcha el Préstamo Sequía, cuyo fin es el de paliar la compleja situación de escasez de agua que vive el campo español. Se ha preconcedido este préstamo a más de 100.000 clientes, que además podrán contar con asesoramiento personalizado por parte de los especialistas agro de Banco Santander.
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