Altavoz

La taquilla hunde con 15.000 euros al subvencionado Casanova y ensalza a Segura

Mientras 'La Piedad' consigue unas cifras irrisorias en taquilla, el público premia obras como 'Padre no hay más que uno 3' o 'Tadeo Jones 3', menos ideologizadas y más amenas

Tras años de vagar por el desierto de la intrascendencia y los fracasos, el cine español encontró en 2022 su tan ansiado oasis. No solo en términos económicos, pues la taquilla del pasado curso cinematográfico ha sido la mejor del último trienio, con 80 millones de euros, doblando los 41 millones de 2021, pero muy lejos de los 96 millones de 2019, último ejercicio previo a la pandemia de la COVID-19.

También ha recuperado la esencia creativa y trascendental que llevaba tanto tiempo perdida. Cintas como As Bestas, Alcarràs, Cinco lobitos, Modelo 77 o Los renglones torcidos de Dios son películas sobresalientes, que exploran distintas vicisitudes de España y sus costumbres. No se quedan solo ahí, en el plano más existencial e intelectual, sino que han conseguido atraer a muchas personas a las salas de cine.

Un buen año para el cine español

La adaptación de la archiconocida novela de Torcuato Luca de Tena recaudó casi seis millones de euros, unos datos muy buenos teniendo en cuenta lo pronto que aterrizó en Netflix. El film de Sorogoyen se quedó en 3.5 millones, mientras que Alcarràs o Modelo 77 apenas sobrepasaron los dos kilos. Números aceptables aunque lejos de ser sobresalientes. Sin embargo, es un buen comienzo para alcanzar la rentabilidad del cine de autor que tanta falta hace.

Con todo y con ello, la realidad que refleja 2022 sigue siendo la misma: el cine que más triunfa siguen siendo las comedias costumbristas españolas y la animación infantil bien trabajada. Y ahí, el rey indiscutible sigue siendo Santiago Segura. El cineasta de Carabanchel vuelve a arrasar con dos películas, Padre no hay más que uno 3 y A todo tren 2. La primera, dirigida por él. La segunda, cuenta con su guion e interpretación. La tercera parte de la trilogía familiar sumó 15.5 millones de euros, mientras que la comedia dirigida por Inés de León se cuela en cuarto lugar del ranking con casi cinco millones de euros. Solo le sigue de cerca Tadeo Jones 3 con 11.800.000 euros.

Su rostro en pantalla es sinónimo de diversión y distracción para los españoles, que llevan enganchados a sus producciones desde 1998, año del estreno de Torrente, el brazo tonto de la ley. Podrá gustar más o menos a los puristas repartidores de carnet, pero Santiago es el auténtico seguro para las distribuidoras y salas de todo el país. Es fácil hablar y desprestigiar la chanza característica de la que hacen galas las cintas del director, pero el cine, como todos los oficios del mundo, va de ganar dinero y poder vivir de ello. Segura y su cine lo consiguen con cada éxito, ¿pueden decir lo mismo el resto?

El nuevo fracaso de Eduardo Casanova

La taquilla es el mejor medidor de realidades que hay en la industria del cine. Pasa un poco, permítanme el símil, como con el fútbol. Por muy atractiva que sea tu propuesta táctica, el éxito o el fracaso de tu proyecto lo va a marcar las veces que entre, o no, la pelota dentro de la portería. Es innegociable que una idea barroca puede tener más valor artístico que cualquier otra, pero hay que entender que en el gótico también se vive muy bien.

Estos conceptos, tan simples de entender y asimilar, hay personas que no acaban de captarlos. Una de ellas es Eduardo Casanova. El director, que debe su escasa fama, precisamente, a una comedia de situación tan castiza y costumbrista como Aída, se ha convertido en el falso azote del cine mal llamado casposo que arrasa en taquilla. Mientras que él cree hacer cine de autor con una calidad fuera de todo debate, la crítica y el público ha catalogado y tratado a sus cintas como lo que son, dos adefesios pagados con dinero público sin rentabilidad alguna.

El cineasta se jacta de que no quiere que personas que voten partidos como VOX acudan a ver sus obras. Puede estar tranquilo, no han ido ni sus amigos a optimizar las subvenciones recibidas por parte del Estado. Los compañeros de El Debate compartieron las cifras que amparan el fracaso estrepitoso de Casanova. Las ayudas estatales han supuesto el 34% del presupuesto de La Piedad, segunda obra de Casanova.

Pues bien, únicamente 2.400 personas fueron a las salas en los primeros quince días de estreno, sumando un total de 15.589 euros de recaudación. A su ópera prima, Pieles, estrenada en 2017, no le fue mucho mejor. Acabó en el puesto 48 del ranking de películas españolas más taquilleras con la friolera de 84.000 euros y 14.658 espectadores. Todo ello en época prepandemia. Un escándalo.

Es evidente que hay que subvencionar y apoyar el arte en cualquiera de sus formas, es la única forma de promocionar el patrimonio cultural de un país. Pero todo tiene un límite. El dinero público no es infinito, por más que lo crea un Eduardo Casanova que pide más subvenciones al país. Las ayudas deben ir acompañadas de una rentabilidad. No se pide el 100%, ya que es imposible en un lugar como España, pero claro, los dos estrenos de Casanova han sido bochornosos.

Por ello, hay que valorar y de qué forma que tipos como Santiago Segura sigan insuflando vida a un cine español que no pasa, ni de lejos, por su mejor momento. El que escribe estas letras ha visto las cinco películas nominadas a mejor película en esta edición de los Premios Goya, y las prefiere a años luz de estas comedias de gatillo fácil, pero honor a quien hace de las salas de cine un sitio de diversión para todos. De esto va el negocio. Más Seguras y menos Casanovas.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP