El punto final en la literatura de Mario Vargas Llosa debe encabezar necesariamente esta lista de los libros del año. El Nobel peruano publicó en otoño Le dedicó mi silencio, asegurando que será su última novela. En ella aborda la historia de un guitarrista de música criolla en mitad de los años noventa en un Perú fracturado por la violencia terrorista de Sendero Luminoso.
"El vals, nacido en los callejones de Lima, integró al Perú. Aquí cuento esa historia, y con ella agradezco un secreto amor que me ha acompañado toda la vida: el que siento por la música criolla y, en especial, por el vals de mi país", señaló el escritor.
Uno de los temas del año ha vuelto a ser la inteligencia artificial y su influencia en nuestras vidas. En Los empleados, la poetisa danesa Olga Ravn reflexiona sobre la condición humana y el mundo laboral. La escritora desarrolla su distopía futurista en el siglo XXII, una aventura espacial en la que la tripulación la conforman humanos y humanoides, nacidos y fabricados. Ravn consigue un relato profundamente humano en el que el lector no pasará dos páginas sin sentir las inquietudes de los protagonistas.
“No sé qué hago en esta nave. Desempeño mi trabajo con total indiferencia, algunos días incluso siento odio hacia las tareas que realizo. Y no lo digo para provocaros. Puede que más bien se trate de una petición de ayuda”, quién no se ha sentido alguna vez así en su puesto de trabajo.
Libre, de Lea Ypi
“Nunca me pregunté lo que significaba la libertad hasta el día en que abracé a Stalin... Es posible que Stalin amara a los niños. Es probable que los niños amaran a Stalin. Lo que es seguro, segurísimo, es que yo nunca lo amé tanto como en aquella húmeda tarde de diciembre”, la albanesa Lea Ypi es profesora de Teoría Política en la London School of Economics relata en Libre el derrumbe del estalinismo en Albania y la turbulenta llegada de la democracia, con un relato personal en el que con 11 años, una niña adoctrinada en el comunismo, presencia la caída de su mundo. Ypi hace un repaso histórico y político a la transición albanesa de uno de los regímenes menos conocidos en Europa. La caída de las estatuas de Hoxha y Stalin también desvelaron los métodos represivos de la República Popular Socialsita de Albania. Pero la autora también relata todos los graves problemas de la reestructuración al liberalismo, como la pérdida masiva de empleos, la inmigración y la quiebra económica. “Mi mundo está tan lejos de la libertad como aquel del que mis padres intentaron escapar. Ambos distan mucho de ese ideal”, concluye la autora.
Hijos de la fábula, de Fernando Aramburu
Dos jóvenes abertzales fanáticos partidarios de ETA deciden dar el paso y alistarse a la banda terrorista, cruzan la frontera y se establecen en el sur de Francia. Como la inmensa mayoría de chavales que siguieron los criminales cantos de sirena tienen más fanatismo que ideas. Tampoco tienen ningún tipo de formación o entrenamiento militar y su refugio tras los Pirineos es una granja de pollos en la que esperan recibir instrucciones de la cúpula de la organización. Sin embargo, la noticia que les llega es que esas siglas por las que están dispuestos a agujerear nucas de vecinos ha abandonado su actividad terrorista. Esta es la premisa de Hijos de la fábula, la novela con la que Fernando Aramburu aborda el final del terrorismo etarra desde el humor.
El esperpéntico contexto, rodeados de pollos, sin ningún entrenamiento, pero con una férrea convicción hace que sea inevitable recordar a Quijote y Sancho, a pesar de que el escritor reconoce que no pensó en ningún momento en la pareja cervantina. El autor también se propuso “reducir la posible solemnidad” de la pertenencia a la banda. Una imagen de militantes idealistas e incluso intelectuales que durante décadas los pregoneros de la banda habían envuelto a los criminales, y que es desmontada por cualquier estudio histórico serio.
'El jugador de billar', de Gregorio Morán
En nuestra lista también se cuela la biografia de Felipe González firmada por Gregorio Morán. Un repaso a la figura del expresidente socialista y su década en el poder. “Su tiempo, su vida, fueron catorce años azarosos que hicieron de él un curtido fajador. El resto, una consolidada decadencia”, señala el autor.
En una entrevista en Vozpópuli, Morán explicaba el cambio de opinión de González respecto a la OTAN: "Para el gobierno socialista, en el momento que se plantea el tema de la OTAN, ellos no tienen ni idea de lo que significa. Están como gran parte de la izquierda en las nubes. Solamente les preocupaba algo que era importante: si al ejército español -que evidentemente se removía frente a un gobierno socialista-, el hecho de entrar en la OTAN le calmaba. O sea que parte del ingreso es intentar profesionalizarlo. ¿Somos capaces nosotros como los suecos o los austriacos -con otras condiciones históricas radicalmente diferentes- convertir al ejército en algo profesional? Estrictamente profesional y no político: vamos hombre, seamos serios. El ejército había ganado la guerra civil. Y era el sustento fundamental del franquismo, digamos lo que digamos".
Luces de Hannover, de Abraham Guerrero
Un secuestro es el punto de partida en esta novela. A partir de este suceso se despliega una concatenación de situaciones y personajes que se ven afectados, directa o indirectamente, por las consecuencias del rapto. La primera novela del premio Adonais y Ojo Critico de Poesía, Abraham Guerrero Tenorio establece un juego de géneros en el que la inmigración, el acoso, el coltán, la infidelidad, el suicidio o la propia literatura se erigen como temas secundarios de un thriller que abandona sus cauces tradicionales y adentra al lector en un laberinto de sospechas, conjeturas y culpabilidad.
La verdadera historia de la panda del moco, de Iñaki Domínguez
El antropólogo Iñaki Domínguez lleva años investigando las vidas de subculturas como los macarras de las décadas de los setenta, ochenta y noventa. En su última investigación se pasó al lado pijo, La verdadera historia de la panda del moco: Los pijos malos que aterrorizaron Madrid. En ella aborda a un grupo de pijos malos que aterrorizaron a muchos en el Madrid de los ochenta. Duchos en artes marciales, como el full contact, que veían en películas americanas, decidieron dejar de ser las víctimas de una ciudad por la que campaban rockers, quinquis, punkis y legionarios de Cristo Rey, y demostraron que los niños bien no han de amilanarse ante nadie, que también pueden delinquir con soltura en cualquier ámbito o barrio.
Tierra arrasada, de Alfredo González-Ruibal
En los resúmenes anuales es inevitable que aparezca alguna guerra como una de las noticias del año. Este año han sido Ucrania o Palestina, conflictos armados que dejan toneladas de destrucción y miles de muertes que en un futuro podrán ser investigados por la arqueología. El investigador del CSIC Alfredo González-Ruibal publicó Tierra arrasada. Un viaje por la violencia del Paleolítico al siglo XXI, en el que abordaba los conflictos armados desde el punto de vista de la arqueología. Los restos materiales de épocas pasadas sirven para confirmar lo que ya sabemos por la Historia, para matizarla y hasta contradecirla. También para acercarnos y humanizar a los protagonistas de historias como la del hombre que se aferra a un rosario antes de ser ejecutado o el soldado que huele el bote de perfume de su novia antes de la batalla.
Barrio Venecia, de Alberto Santamaría
Este libro es lo contrario de una historia idealizada sobre la resistencia heroica de la clase obrera. Aquí tenemos unos padres socialistas que tratan de no desencantarse, un hijo que llega al comunismo por estética y un autor, ya adulto, que combina en su relato el profundo respeto por la miseria que vivieron sus padres, con la certidumbre de que siempre quiso huir de allí.
El doctor en Filosofía Alberto Santamaría firma Barrio Venecia, una historia obrera se puede leer como una novela de iniciación, también como la crónica del fin de la industria en España y la del abandono a sus trabajadores; pero, sobre todo, es la historia de la amistad silente que crece entre un padre y un hijo mientras rebuscan en desguaces piezas que poder revender.
La banalidad del bien, de Jorge Freire
En la cultura de la agitación –concepto desarrollado brillantemente por Jorge Freire–, el ciudadano participativo, sometido a estados de excepción sucesivos, se convierte en su propia caricatura. ¿Será que cuando el bien no se sustancia en la vida buena no queda otra cosa que el buenismo? La banalidad del bien pone énfasis en la palabra y trivializa la acción. El coraje cede su puesto a la molicie y el amor propio al autodesprecio. Los valores mercuriales del capitalismo anímico –disrupción, volatilidad, incertidumbre– obligan a flotar con la corriente, impidiendo echar raíces.
“Creemos que, cuanto más sentimos, mejores personas somos. Dickens hablaba de la filantropía telescópica, un concepto muy parecido al de empatía: yo soy mejor persona que tú porque tengo una sensibilidad a flor de piel y experimento una picazón moral por el destino de gentes recónditas. Pues no, ¡en absoluto! Por mucho que tú sientas intensamente la suerte de las afganas bajo el régimen talibán y firmes un manifiesto o te conduelas en redes, no eres mejor que yo. Probablemente peor, por eso de la impostura”, señalaba Freire en una entrevista para Vozpópuli.
En calidad de afiliado, Vozpópuli obtiene ingresos por las compras que cumplen los requisitos. La inclusión de enlaces no influye en ningún caso en la independencia editorial de este periódico: sus redactores seleccionan y analizan los productos libremente, de acuerdo con su criterio y conocimiento especializado.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación