Cultura

Almudena Grandes se repite a sí misma en El lector de Julio Verne, su más reciente novela

Con un tono grandielocuente, excesivamente épico y con un registro antipáticamente panfletario, Almudena Grandes se muestra a sí misma como la escritoria comprometida que siempre ha sido.

Siguiendo el modelo establecido por Benito Pérez Galdós en Los episodios nacionales, Almudena Grandes pretende recorrer 25 años de la dictadura de Franco, desde 1936 a 1964. Hay quienes pueden proponerse ese reto y quienes no. Eso lo dirá, primero el tiempo, pero eso no quiere decri que el sentido común no pueda dar un adelanto.

En al primera entrega de este proyecto, Inés y la Alegría, Almudena Grandes describía la invasión del valle de Arán en octubre de 1944 por parte del Ejército de la Unión Nacional, una operación militar desconocida por la mayoría de los españoles y sobre la que el PCE quiso correr un velo "muy tupido", según explicaba la autora.

Mientras que en El lector de Julio Verne, el segundo volumen que salió a la venta el 1 de marzo, la autora se centra en la guerrilla de Cencerro y el Trienio del Terror, en Jaén, entre los años 1947 y 1949.

En esta entrega, Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, y vive en la casa-cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar lo que vio y vivió en el verano de 1947. Pepe el Portugués, el forastero misterioso, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez.

Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre, y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano.

Pero Nino descubre que en la Sierra Sur se está librando una guerra, y que los enemigos de su padre no son los suyos. Y tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros de Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda.

Con un tono grandielocuente, excesivamente épico y con un registro antipáticamente panfletario, Almudena Grandes se muestra a sí misma como la escritoria comprometida que siempre ha sido, lo cual, a sus fieles les resultará no sólo maravilloso sino también, en algún punto, algo repetitivo. Sin embargo, consciente de su militancia y compromiso con temas como la memoria histórica, Grandes no renuncia a sus fuertes dosis de compromiso y prefiere sacrificar la literatura en favor de sus propia autocomplacencia. Es, sin duda, una opción que llevará adelante a lo largo de los cuatro tomos que quedan para completar la serie Episodios de una Guerra Interminable.

Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea.

Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Su novela más reciente, Inés y la alegría, ha merecido el Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.

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