Antonio Tabucchi volvió a la tierra del país que tanto amó y al que dedicó muchas de sus mejores páginas. Justo en la mañana de ayer encontró un lugar definitivo para descansar, en Lisboa, el lugar donde vivía la mitad del año junto a su mujer, María Jose Lancastre, natural de la ciudad. Tabucchi siempre lo dijo muy claramente, su amor por Lisboa le vino por el amor a Pessoa, quien curiosamente fue inicialmente enterrado en el cementerio dos Prazeres -luego pasó al monasterio de los Jerónimos-, donde ahora yace Tabucchi.
Contaba Tabucchi que en uno de sus viajes de juventud se encontró por casualidad en la parisina Gare de Lyon un libro que aparecía firmado por Álvaro de Campos, uno de los heterónimos del autor del Libro del desasosiego. Tabucchi se obsesionó con aquellos versos y decidió saberlo todo sobre Pessoa, de cuya obra se convirtió en especialista.
Pero el Tabucchi más conocido es justamente el escritor, aquel que en su literatura explota un sustrato tan poético como político y que comienza a revelarse en su primer libro de cuentos, Plaza de Italia, publicado en 1973. A pesar de que ya había publicado Nocturno hindú, su salto literario definitivo ocurrió en 1994, cuando escribió el libro Sostiene Pereira.
La novela, ambientada en el Portugal fascista de Salazar, narra la transformación ideológica de un apocado redactor jefe de una sección de cultura de un diario lisboeta. A punto de jubilarse desarrolla su trabajo sin complicarse la existencia ni meterse en jardines. Hasta que un joven al que contrata como colaborador para escribir obituarios le muestra la necesidad de implicarse en aquel sórdido periodo que les ha tocado vivir
A ésa siguió, en 1997, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, una novela que descubrió una trama de narcotráfico que implicaba a la policía portuguesa. Y auqnue el propio Tabucchi no se consideraba un militante de la literatura como mecanismo de incidencia en la realidad, fue siempre un luchador contra los ciertos oprobios. En los últimos años dio, por ejemplo, una batalla campal contra el Berlusconismo.
Justamente a este hombre de prosa poética, un tieno anarquismo y eterna candidatura al Nobel de Literatura fue a quien despidieron ayer, en Lisboa, más de un centenar de escritores, editores, traductores e intelectuales entre los que se encontraba el catalán Jorge Herralde, de Anagrama, la editorial que publicó los libros de Tabucchi en español.