Cultura

'Abre los ojos': el cine de James Bond también puede ser político

¿Qué pueden tener en común las películas de la saga 007, Dune o Fast & Furious con cintas románticas como Notting Hill o Pretty Woman? La periodista y crítico de

¿Qué pueden tener en común las películas de la saga 007, Dune o Fast & Furious con cintas románticas como Notting Hill o Pretty Woman? La periodista y crítico de cine Pepa Blanes defiende que todas ellas, desde la más inocente a la más espídica, tienen un fondo político y pueden analizarse desde una perspectiva ideológica, tal y como expone en el libro Abre los ojos (editorial Fuera de Ruta), una reivindicación de la dimensión más comprometida de los artistas, ya sea explícita o implícita, intencionada o involuntaria.

Blanes (Elda, Alicante, 1985), jefa de la sección de Cultura de la Cadena Ser y presentadora de los programas de cine de Movistar+ Vermú y La Script, argumenta en estas páginas por qué el cine ayuda a entender los cambios sociales de nuestro tiempo y por qué en algunos casos no solo se hace eco de los asuntos que están en la agenda sino que también contribuye a provocar transformaciones sociales, tanto si esa es la voluntad del director como si su discurso se cuela de manera involuntaria en la película.

Para esta periodista, todo el cine, en tanto que es un discurso, habla desde una posición ideológica o política, más allá de si aborda un partido, un gobierno o una cuestión social, porque, a su juicio, la política es la manera de relacionarse en el mundo y de convivir. Y eso, incluso en la película de James Bond, está presente, tal y como ha defendido en una entrevista concedida a Vozpópuli.

Pepa Blanes, autora de 'Abre los ojos' / Javier Jiménez Las

Pregunta: En todos tus comentarios y críticas sobre películas, siempre destaca tu capacidad de ver aspectos políticos incluso en las cintas que no tienen esa intención, algo que defiendes a capa y espada en Abre los ojos. ¿Te sientes sola en la profesión?

Respuesta: En los reportajes de otros compañeros también hay esa intencionalidad, aunque quizás no son tan pesados como yo, pero se han hecho también esos análisis. Nuestra generación ha estado muy pegada a la política, algo que hace unos años era impesable, no sé si por el momento electoral o por el auge de nuevos partidos. He notado cambios entre compañeros. Más que sola, he notado que hay gente a la que le molesta, que no entra en ese juego, sobre todo en las redes sociales. Nos ha tocado vivir un momento en el que la política impregna todo.

P: Hay cuestiones que a veces se enmarcan en el terreno de la moda. Recientemente, Julia Ducournau señaló durante la promoción de su película Titane que hay asuntos para los que no hace falta que exista un consenso previo porque están en la agenda y el cine se hace eco de ellos, como la maternidad no deseada que aborda en su película y que también trató la película ganadora del León de Oro.

R: Desde la revisión que se ha hecho como sociedad y como cinematografía, sobre todo tras el 'Me Too' o el auge del feminismo, las cosas se miran de otra manera. No lo llamaría una moda, sino que hay un debate y empieza a ser bien visto hablar de feminismo, cosa que hace cinco o seis años no lo estaba. Al igual que la política, hablar de ello era de frikis, y de repente todo el mundo habla de política todo el rato. Con el tema de las mujeres, que había estado desatendido o no poníamos el foco en ello, la sociedad va replanteándose y ahora mismo las cuestiones de género están en el centro. Un cineasta puede hacer una película por un tema que está de moda o que tiene cierta repercusión, pero también son personas que sienten cosas y ahora el género es un asunto que puede apelar a mucha gente para ahondar, como Ducournau, en rupturas entre sexo, géneros y estereotipos.

P: Dedicas un capítulo en Abre los ojos a la mujer de clase baja, para la que recuperas el adjetivo de "choni", con dos ejemplos: dos películas de Bigas Luna y Jaime Rosales. Ahora, tras el estreno de Chavalas y Libertad, ¿crees que hay un cambio y otra visión, una reivindicación de lo local y una aceptación de los orígenes, para dar la espalda a lo impostado?

R: Creo que sí y tiene que ver con el hecho de que están dirigidas por mujeres. Comparar Yo soy la Juani, de Bigas Luna, y Hermosa juventud, de Jaime Rosales, permitía ver modos de entender la meritocracia o los valores con una crisis económica tremenda, y cómo ha repercutido en las mujeres de clase obrera, que quizás era uno de los colectivos más vulnerables. Pero es cierto que en ese momento ellas tienen una penalización que en Chavalas no está: la película de Carol Rodríguez se desarrolla en un momento en que esos estereotipos se pueden romper, y en Libertad también, porque aborda el concepto de diferencia de clase. Influye también que se rompen esos estereotipos y cada vez está mejor visto ser de barrio y reivindicar una identidad obrera abierta. Pero también hay mujeres detrás, por lo tanto el retrato de la sexualización de esas chicas es diferente. Ellos son dos directores brutales, pero cuando hay directoras detrás cambia la mirada. Es positivo que haya discursos de todo tipo, hechos por mujeres y por hombres.

Hollywood tiene un lado hipócrita porque todo el mundo conocía lo que estaba pasando y nadie había tomado medidas hasta que se convirtió en un escándalo global", afirma Blanes sobre las denuncias a Harvey Weinstein

P: En las conclusiones de tu libro haces referencia a los momentos en los que el cine ha provocado cambios. El 'Me Too' quizás ha sido el más importante, un detonante para otras áreas que no tienen nada que ver con lo artístico. ¿Crees que la velocidad de estas reclamaciones habría sido la misma sin las denuncias al productor Harvey Weinstein?

R: Probablemente no, porque Hollywood tiene un poder tremendo que destapa la caja de pandora y empiezan a aflorar en otras industrias las quejas y las denuncias. No olvidemos, también es cierto, que Hollywood tiene un lado hipócrita porque todo el mundo conocía lo que estaba pasando y nadie había tomado medidas hasta que se convirtió en un escándalo global. A veces me pregunto si esas denuncias hubieran llegado dos años antes si el New York Times las habría publicado de la misma manera o si las mujeres se habrían atrevido a hablar sin un clima favorable a que las víctimas fueran creíbles.

El Me Too ha acelerado los cambios. El hecho de que las grandes productoras estén buscando mujeres para protagonizar de acción a lo mejor sin el debate del 'Me Too' nadie se lo habría planteado. Pero no olvidemos también que esto ha traído cierta hipocresía: lo de Weinstein era terrible pero lo era antes cuando la gente lo callaba, y otros productores, directores o actores lo permitían. Esto ha despertado algo tremendo y ha acelerado el hecho de que Hollywood se haya puesto las pilas en acelerar ala igualdad por otro lado. Lo positivo es que estamos viendo a directoras hacer pelis de género e independientes y eso va a dar unos frutos tremendos.

P: ¿Qué dilema supone para ti cuando un artista te decepciona en la faceta personal y por lo tanto política, tanto si ha habido un juicio claro como si solo hay sombras en torno a un personaje?

R: Es complicado. Lo fue con Woody Allen -que es uno de mis directores favoritos- y también con Johnny Depp -reciente Premio Donostia en el Festival de San Sebastián-: hay una acusación pero no hay una sentencia. ¿Cómo tratamos esto? En el caso de Polanski es fácil, porque hay una sentencia y él reconoció haber violado a una chica. No ha cumplido condena y entiendo que no lo va a cumplir, sigue haciendo películas fantásticas pero no deja de dar grima aplaudir a este señor.

En el caso de Allen o Depp, por un lado, uno se pregunta por qué tiene que recibir el premio este año, pero a lo mejor realmente no habido una sentencia en contra y, entonces, ¿por qué no lo va a recibir? También sabemos que hay casos en los que la justicia no va todo lo rápido que puede. Me cuesta mucho porque en el caso de Woody Allen, todo lo que cuenta, todo su universo me fascina, pero tiene esa mancha. ¿Cómo no vas a creer a la víctima? Pero por otro lado, no hay una investigación, un caso cerrado o contra él. Como periodista lo tengo fácil, cuento lo que ocurre, pero como crítica o como espectadora es complejo y me cuesta tener siempre una posición clara al respecto.

P: ¿Hay excesos en la llamada cultura de la cancelación?

R: No creo que sean excesos. No son víctimas de la cultura de la cancelación porque siguen haciendo películas y siguen trabajando. Woody Allen ha podido publicar su biografía con una editorial, lo que tenga que decir no está oculto, y Johnny Depp ha recibido un premio en uno de los festivales más grandes del mundo, puede seguir haciendo y produciendo películas, aunque Disney no le vaya a llamar. Volvemos a esa hipocresía: si no hubiese sido un escándalo le habría llamado, pero como lo ha sido no le llama. Pero él puede seguir trabajando en Europa.

P: En uno de los capítulos de Abre los ojos haces mención del humor como reflexión de los entresijos de la política. En ocasiones, se dejan de lado las torpezas o lo ordinario en asuntos graves como el terrorismo etarra. ¿Se habla poco de Borja Cobeaga?

R: Lo que han hecho Diego San José y Borja Cobeaga con ETA y el humor es tremendo. Ellos empezaron cuando ETA aún mataba. A lo que se han dedicado toda su vida es a destrozar esa parte casi solemne del nacionalismo y esas convicciones que han llevado a hacer mucho daño a la sociedad, al desmontar con el humor el lenguaje que se usa, los conceptos que parecían insalvables para llegar a un consenso o un acuerdo. Sí que quizás hace más daño que mostrar el drama en tanto que desnudan la ridiculez de muchas de las propuestas que hemos visto.

Siempre se ha dicho que el cine de Almodóvar es un cine de mujeres, pero para mí lo más importante que tienen sus películas es que es un cine queer. Desde los años 80 hemos aceptado que cualquier persona puede ser una mujer, también Toni Cantó", afirma Blanes

P: El debate trans ha tenido más calado del que se esperaba y existen desacuerdos sin solución en el movimiento feminista. ¿Crees que esto tiene suficiente reflejo en el audiovisual?

R: En el cine ha pasado algo: tenemos la suerte de tener a un director que desde los años 80 ha zanjado un asunto sobre la mujer trans y cis, que es Pedro Almodóvar. Siempre se ha dicho que es un cine de mujeres, pero para mí lo más importante que tienen sus películas es que es un cine queer. Desde esos años hemos aceptado que cualquier persona puede ser una mujer, también Toni Cantó. El cine español en ese sentido ha tenido un director -el más importante vivo que tenemos- que ha llevado esa defensa de la libertad sexual y de género tan arriba que, ¿quién hace algo más? Ese debate en el cine ya está ganado, nadie se atrevería a hacer una película así si el director más importante de tu país ya lo ha hecho.

P: ¿Has hecho alguna vez un análisis de una película en términos políticos que el director ha negado durante la entrevista?

R: Michael Haneke dice que no comenta los aspectos políticos de su cine. Cuesta mucho que un director reconozca esos temás. Es verdad que los periodistas a veces vemos tres pies al gato, o que la intención del director no es adoctrinar, pero sus opiniones o discursos se cuelan en sus películas. La realidad de las historias acaba colándose.

P. Incluso el título de este libro, Abre los ojos, anima a estar receptivo a nuevas formas de entender las películas. ¿Por qué?

R: Parece que solo es político el cine que habla de un partido, de un gobierno o de una cuestión meramente política, pero todo cine en tanto que es un discurso cinematográfico habla de una posición ideológoca o política, al igual que una historia de amor o un blockbuster. Todas las decisiones que tomamos en nuestra vida tienen un poso político, porque la política es la manera de relacionarnos en el mundo y de convivir. Incluso la película de James Bond tiene un discurso político, y eso no es peligroso ni es negativo o positivo.

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