"Obra maestra de la imbecilidad". El crítico cinematográfico más controvertido del panorama periodístico español, Carlos Boyero, no tuvo reparos en referirse así a la obra cumbre del director Juanma Bajo Ulloa. La comedia frenética Airbag se estrenó en 1997 y fue todo un hito para el cine español. Se convirtió en la película más taquillera hasta la fecha y funcionó por el boca a boca hasta lograr una recaudación de más de siete millones de euros, destronando así a Torrente.
Como ocurre con muchas otras películas, la prensa especializada y la opinión del público discurrieron por caminos diferentes: frente a los adjetivos peyorativos (filme "chabacano" o guion "inconsistente") el público alababa el éxtasis que supuso una película novedosa que rompió moldes. Con el tiempo, parece que aquella "road movie" desmadrada, frenética y gamberra ha envejecido como ninguna otra y es incluso capaz de sonar más irreverente aún.
Karra Elejalde, Fernando Guillén Cuervo y el propio Juanma Bajo Ulloa son los guionistas de esta "road movie", rodada en varias localizaciones de Madrid, Guadalajara, Toledo, Segovia, Cantabria y Navarra. En el reparto, además de Elejalde y Guillén Cuervo, aparecen también Alberto San Juan, María de Medeiros, Manuel Manquiña, Francisco Rabal, Rosa María Sardà, Luis Cuenca, Pilar Bardem, Karlos Arguiñano, Albert Pla, Santiago Segura, Juanjo Puigcorbé, Rossy de Palma, Julio Medem, Javier Bardem o David Trueba, entre otros.
"El éxito y la repercusión" de esta película superaron "todas las expectativas", tal y como ha señalado Juanma Bajo Ulloa en declaraciones a Vozpópuli con motivo del 25 aniversario del estreno en los cines de esta película, de cuyo rodaje recuerda "sudor, risas e inconsciencia", así como "dificultades, insensatez y libertad".
El objetivo de Bajo Ulloa era rodar una comedia convertida en una "road movie de acción, a ritmo de rocancol, con docenas de localizaciones, vehículos, personajes y efectos". "Y en una seudo industria como la española, sin tradición al respecto, innovar y tratar de rodar con determinado nivel de exigencia lo complicaba tremendamente: armas o vehículos específicos, figuración especial, decorados singulares, todo resultaba problemático", recuerda.
Si no trabajas para el interés y la ideología del sistema, este te anula o trata de menoscabar tu prestigio", critica el cineasta
La paradoja de Airbag fue que, a pesar del éxito que consiguió en los cines, es difícil encontrar material en la hemeroteca, tal y como cuenta Bajo Ulloa. "La película más taquillera de la historia del cine español en su momento, pero casi no tuvimos entrevistas… ¿No resulta curioso? En su momento, Airbag competía económica y artísticamente con el cine oficial creado por la “industria” establecida". Si no trabajas para el interés y la ideología del sistema, este te anula o trata de menoscabar tu prestigio", critica el cineasta.
Airbag, ¿amenaza?
La crítica tampoco fue muy amable con ella y, sin embargo, en la actualidad la prensa especializada reconoce que marcó un antes y un después. Para Bajo Ulloa, aunque "se puede manipular el valor y la repercusión de una obra durante unos meses", hacerlo durante 25 años resulta "más complicado". "Hoy día ya no representa tal amenaza y se le perdona la vida. Afortunadamente, el público tenía entonces algo de voz propia", señala.
La corrección política actual es el dogma de la nueva religión, igualmente censora y puritana, que ha sustituido a la vieja autoridad católica", apunta Bajo Ulloa
Para el cineasta vitoriano, la irreverencia contra "lo que no representa un peligro real es cobardía, oportunismo o simple moda". En su opinión, el atrevimiento "debe tener como fin socavar la Institución y su ideología, provocar en el espectador la duda sobre lo establecido", y el humor se convierte en "su herramienta más noble". En este sentido, está convencido de que "la corrección política actual es el dogma de la nueva religión, igualmente censora y puritana, que ha sustituido a la vieja autoridad católica".
Bajo Ulloa, que afirma no estar abonado ni a las plataformas "ni a ninguna otra cosa", es pesimista respecto a la convivencia entre las grandes plataformas de contenido audiovisual y los cines tradicionales. A su juicio, "las multinacionales no están interesadas en la convivencia o el equilibrio sino en el negocio y la supremacía comercial", para lo que cree que "no dudarán en matar al padre". "La voracidad del mercado consumista ha convertido las películas en pura mercancía, ya no son obras sino contenido. El equilibrio no suele llegar habitualmente por la buena voluntad sino porque, tras tocar fondo, la realidad impone finalmente su naturaleza", concluye.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación