Albert Serra es uno de los directores más inclasificables del cine español y en los últimos tiempos también uno de los más mediáticos, no tanto por su producción audiovisual, tan querida en Francia y tan desconocida en España por el gran público, como por el personaje que ha construido -probablemente sin quererlo- en torno a su persona. Esté uno de acuerdo o no con sus declaraciones, escucharle o leerle es todo un acontecimiento y uno nunca tiene claro si sus afirmaciones son reales o se deben al gran sentido del humor que rezuma.
El director de películas como la sobresaliente La muerte de Luis XIV (2016) o Liberté (2019) viaja en su nueva película, Pacifiction, hasta la Polinesia Francesa para narrar una historia llena de atmósferas, intriga, decadencia y también belleza en un contexto político en el que entran en juego las consecuencias del colonialismo y los efectos de la corrupción. La cinta compitió por la Palma de Oro en la pasada edición del Festival de Cannes.
Ahora que Pacifiction se estrena en España -este viernes 2 de septiembre en los cines-, podría decirse que en estos momentos Albert Serra es la vuelta de tuerca exquisita que necesitaba el cine español, a pesar de que este cineasta no se siente parte de la comunidad artística del país, tal y ha señalado el director de Banyoles (Girona) en una entrevista a Vozpópuli durante la promoción de su nuevo filme.
P: ¿Qué le llevó a la Polinesia? ¿Por qué esta historia de colonizadores?
R: Nada, absolutamente nada. Siempre es más divertido viajar a un país exótico, lejano y complicar las cosas. Eso siempre trae buenos resultados. Soy alguien a quien le gusta pescar en ríos revueltos. Me gusta también el choque de llegar a un sitio que no se conoce, el hecho de estar con todo un equipo separado, y que no vuelve a casa con su pareja. Esa pequeña manipulación, ese seguimiento de los estados de ánimo, de los sentimientos de la gente, en un sitio normal no se puede hacer. Evidentemente responde a que es una producción francesa y yo desde un principio dije que había que viajar a un territorio de ultramar, y de todos los que había pensé que este me inspiraba más. El más lejano y caro, no hay ninguna duda. Son todo inconvenientes pero al final la gran ventaja es el choque, los encuentros y las fricciones inesperadas, que enriquecen mucho mi proceso creativo. No voy a volver nunca más allí. Te puedes quedar tranquilo si te mueres y no lo has visitado. Si no hubiera ido en tu vida a Venecia, me fastidiaría, pero allí no.
El mundo que nos rodea está muy visto, está muy gastado y es muy difícil reanimarlo o darle vida", afirma Serra
P: ¿Ir a un lugar tan ajeno y lejano le ayuda en el momento de narrar?
R: Antes me refugiaba en la historia, en todas mis películas anteriores. Es una forma de evasión porque el mundo que nos rodea está muy visto, está muy gastado y es muy difícil reanimarlo o darle vida. Requiere un tipo de energía que me apetece dedicar a otros aspectos de la película, a otras búsquedas formales que me interesan más, de mezcla de detalles o de atmósferas inéditas, antes que insuflar vida a espacios o temas que en nuestra vida cotidiana están adormecidos o gastados. Es más práctico ir a un sitio desconocido, exótico para nuestros ojos.
P: ¿Dónde puede encontrar el cine la novedad?
R: En todos los recursos que no están permitidos en las series o en la televisión. Por ejemplo, en mi película hay momentos de anti clímax, con sensaciones desagradables que te empiezan a revolver. Esto, que es una sensación casi física de disgusto, no se permite en las series, donde uno como un niño caprichoso cambia de canal. El cine se puede permitir la mezcla de tonos, la ambigüedad de muchas imágenes, la contradicción entre lo que marca el sonido y la imagen. Son sutilezas que se pierden en visionados superficiales, en casas, donde no hay una concentración o el impacto físico. Aquí está el cine del futuro, donde se pueden imponer cosas, la lógica. En el cine estás sometido a la dictadura de las imágenes que al mismo tiempo tienen algo de utópico.
P: Como director, ¿piensa durante su trabajo en quienes han dejado de ir a las salas de cine?
R: No pienso en atraer a nadie. Pienso en dar lo mejor de mí mismo a quien vaya. Atraerlos no es mi problema ni mi trabajo, pero a quien entra no le puedo defraudar, este es mi objetivo, no tengo ningún otro. De forma natural, como el vacío y hastío que sienten con la saturación de imágenes que no les da satisfacción, que no les interpelan de ninguna manera, ni intelectual ni a nivel de sensibilidad o búsqueda, la gente necesita más que nunca esto y quizás se darán cuenta espontáneamente. Es como un drogadicto que, aunque no sabe desengancharse, sabe que lo es.
Me molesta la sensación general de que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres", señala el cineasta
P: Uno de los personajes de su película hace referencia a la distancia que existe entre la política y la gente normal. ¿Le interesan los asuntos políticos?
R: Solo como tema artístico para aprovecharme de ello para hacer una película. Como ciudadano no existo, no tengo opinión casi porque paso todo el tiempo en un mundo aparte, que es el de fabricar las películas. Muchos de los problemas de la gente no son compartidos por mí, me siento un poco aparte. No obstante, sí que me molesta la sensación general de que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres, porque esto ocurre con el beneplácito de los estados y de la gente que debería defender a la mayoría. No es un juego limpio. Esto mata un poco a la felicidad y el buen ambiente.
P: ¿Qué más hace Albert Serra en su día a día?
R: Nada. Solo me interesan las cosas artísticas, nada más. No me gusta el fútbol, nada que no esté relacionado con las artes -la música, el cine o la literatura-. He tenido la suerte de desarrollar mi propia actividad o imaginario relacionado con esto y ya está. Y requiere un grado de dedicación o de devoción más sacrificado de lo que la gente piensa.
P: ¿Sientes que tu cine se puede enmarcar en el cine español, en un sentido de comunidad artística?
R: Rotundamente no. No hay nadie que haga lo que yo hago ni de lejos. Podría decir que el cine de autor español soy yo, son los otros los que no son del cine de autor español. No hay nadie más. Ellos son cine... y ya cine es aventurarse mucho.
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